Pensamientos. Capítulo 2. Fermín.

3x08. Justo después de que Saúl le inyecte el veneno.

Ya casi no me da escalofríos verla apuntándome…
(…)
En el brazo fue diferente…
(…)
¿Cómo dices? No me jodas… ¿Veneno? Qué pijos se han vuelto en la organización…
(…)
Cabrón, se va. Y yo aquí sin poder articular palabra. Dudo que los efectos del veneno sean tan rápidos. Sí que lo son los del miedo. Estoy muerto de miedo.

Despierta Carlos. Déjate de idioteces y corre. ¿No eras capaz de quemar el Museo del Prado? Mira, un buen momento para demostrarlo. Igual El Viejo se conforma con La Gioconda…

¿Pero qué estoy haciendo? Muy bien Carlos, muy bien, lo más lógico. Sentarte a reposar. ¿Cómo puedes ser tan estúpido? ¿Vas a esperar ahí sentado a que se te vayan paralizando los músculos? Corre, joder.

Ah, esto es el miedo. Bonita sensación.
Déjate la ironía Carlos, nadie te está oyendo. Si acaso el bueno de Fermín, que también habita tu cabeza.

No me imaginaba que sería así… Saber que voy a morir y quedarme aquí, sin hacer nada. Claro que cuando el antídoto de la muerte yace hecho cenizas en una papelera, no hay mucho por lo que luchar. Qué ironía Carlos. Podría decirse que vas a morir por amor, por haber cometido un acto de amor. Tan poco efectivo como absurdo.
Y eso que los grandes sacrificios nunca fueron lo tuyo…

María. Al fin. Ya no tienes por qué temer.

¡Eh! ¡Espera!
Eso que sientes es ¿alivio?
¿Te sientes aliviado porque piensas que ya no le puedes hacer daño? ¿Qué cojones te ha pasado Carlos?

Me ha pasado que he dejado de existir. Que estuve muerto hace mucho tiempo. Que sólo ella consiguió resucitarme a la vida, haciendo que por momentos, hasta pensara que el mundo era buen lugar para vivir, para empezar. Pero sé que fue un espejismo, y que ha ido resbalando, entre mis manos, hasta hacerse etérea y casi desaparecer.

Tampoco es tan malo morir. Al menos, he sentido lo que muchos otros no han podido habiendo muerto de viejos. Los hombres como yo no suelen tener la posibilidad de sentir según qué cosas.

Carlos, por Dios, muévete. Has perdido demasiado tiempo, y de eso no vas sobrado precisamente.

¿Qué cojones me importa? La muerte se me va colando por los poros de la piel, la siento llegar, pero paradójicamente, sólo puedo pensar en la vida. Y en cómo brotaba de cada milímetro de mi, de quien quiera que yo sea: Carlos, Fermín, es lo mismo… En lo vivo que me sentía cuando le hacía el amor.
¿Está lloviendo?
Ah, no, una lágrima.
No sabía que aún era capaz de esto..

Carlos, eres un poeta macho. Pero te mueres. Te mueres de verdad.

Lo único que me jode es estar aquí sólo, la muerte en sí no es tan mala. Ya me he hecho a la idea muchas veces. Daría la vida (jajaja, qué irónico) por estar entre sus brazos, y morirme mirándola. Quizá se le escapara una lágrima, porque me ama, lo sé porque la he sentido. No soy lo que ha soñado siempre, pero me ama.

Ponte de pie. Vamos… Si no lo haces, no habrá más abrazos, ni más besos, ni más enfados, ni más noches de amor.

Vale, conseguido. Mueve las piernas, las manos.

No está mal, quizá llegue.

Abre los brazos, María…