2º día
-Hola preciosa- saludó Fermín a María cuando la vio entrar a la cocina- ¿qué tal ha pasado la noche mi chica preferida?
-Bien, Fermín, muchas gracias- agradeció con una sonrisa.
- No tienes buena cara, ¿te encuentras bien?.
-Sí, no me pasa nada en serio, gracias.
En ese momento entró Héctor buscando a Jacinta. María se volvió, muy seria al verle y sin dejar de secar unos platos con un trapo seco. Héctor en cambio, sonrió preguntando:
-Buenos días, María, ¿has visto por casualidad a Jacinta esta mañana?
-Sí, Héctor, creo que ha subido a la habitación de Miguel por no sé que historias del uniforme.
- Gracias, María. ¿Te encuentras bien?, tienes mala cara.
- Sí, gracias Héctor- contestó fríamente. Héctor debería imaginarse a qué era debida su mala cara. Eso solo hacía que Fermín se preocupara más y no poder darle respuestas, o tener que mentirle diciendo que es por Iván, como siempre.
Una vez se fue Héctor, Fermín se acercó a María por detrás, abrazándola por la cintura y posando su cabeza sobre el hombro de ella.
-No me has dado ningún beso de buenos días y me voy a enfadar- susurró al oído de la limpiadora, divertido.
María se dio la vuelta lentamente con la ayuda de los brazos de su pareja como un tren se desliza por sus raíles. Le sonrió. Fermín estaba muy guapo esa mañana y sonriente, como siempre. Nunca había una mala cara para ella. Le rodeó con los brazos mientras le besaba.
Horas más tarde, después de la cena, María recogió los platos de la mesa para llevarlos a la cocina. Por detrás la vio Héctor, que sin dudarlo, se acercó a ella aprovechando que estaba sola. La abrazó por detrás, sintiendo todo su calor sobre su torso, le dio un suave beso, casi como si fuera un susurro, detrás del lóbulo de la oreja.
- Estás preciosa- le susurró y se marchó. No dijo más, ni tan siquiera esperó que ella se girara y le dijera algo. Había sido un día cansado para Héctor y aunque le apeteciera estar más con María, sabía que debía ser cauteloso, ya había tenido el detalle del día con ella. El amor es un juego, y cada uno juega a su manera, el suyo era intentar utilizar su ingenio y habilidad para reconquistarla. Aunque uno de los defectos, o virtudes, según se mire, de Héctor, era la impaciencia, pero en este caso, creía que valía la pena. Casi siempre suele suceder, el secreto está en esperar.
María no pudo evitar mirar a Héctor mientras éste salía por la puerta. Estas tonterías son las que hacían que una mujer sonriera. Eran detalles, pero María sabía apreciarlos.
Una vez recogió la cocina, se fue a su habitación a darle las buenas noches a Jacinta. Esa noche iba a dormir con Fermín. Por un lado porque se lo merecía, era un gran tipo, pero por otro, por que le apetecía estar con él, dormir a su lado, sentirse protegida como solo con él se había sentido.
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