¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

Blog no oficial de Marta Torné

Déjame que te cuente (V.2). Capítulo XV.

Cuando volvieron del baño, María se encontró a Carlos y a Iván apurando un par de cervezas en el salón, sonriendo y hablando en voz baja, como si nunca hubieran pasado cosas entre ellos del calibre de las ocurridas. Dejó que su hijo pequeño se acomodara entre ellos en el sofá, mientras que Julia hacía lo mismo al lado de Iván, y sintió la necesidad de estar un minuto a solas consigo misma para asimilar todo lo que estaba pasando. Sin que ellos apenas lo percibieran, salió al pasillo y se encaminó a su dormitorio.

Lo primero que se encontró al abrir la puerta fue la cama enorme, demasiado grande para seis años de soledad. Sonrió al pensar que esa noche, por fin, su cuerpo rodaría sobre ese colchón bajo el peso de su cuerpo, no bajo el yugo de su ausencia. Se dirigió a ella, rozando la cómoda con la punta de los dedos, y se sentó sobre la colcha verde, elegida en su momento sin saber si lo hacía para torturarse o para consolarse.

Sobre la mesita de noche, dos fotos pequeñas. Una de Carlos, recién nacido; otra de Iván, el día que se marchó para siempre del internado. Las dos razones que le recordaban cada mañana que debía echar los pies de la cama, ponerse de pie y seguir luchando, como lo hacían ellos, a pesar de todo lo que habían vivido.

Junto a ellos, el huevo de Fabergè, centelleando por sus mil aristas, reconvertido en una jodida máquina del tiempo, colocándola de nuevo sobre la otra colcha verde, sobre otra cama, en otro tiempo, con el mismo objeto entre las manos.

- Fermín, por Dios, era de tu padre, ¿cómo lo vas a vender?

Le vio caminar por la habitación, como un animal enjaulado, pasándose una mano por el pelo, como hacía cuando se sentía desquiciado.

- María, lo vais a necesitar. En unos días, estaréis fuera de aquí, Iván y tú, y os vais a encontrar con las manos vacías. – Se dio la vuelta con rapidez y se arrodilló delante de ella, colocándole la palma de la mano abierta sobre el vientre, recordándole que había alguien más por quien luchar. – En cuanto eso ocurra, llama al número que te he dado. Silvia se encargará de colocarlo y te hará llegar el dinero.

Ella asintió, confusa, sin terminar de entender por qué se encargaba de dejarle aquello mientras le prometía que no iba a pasar nada.

- No vas a volver, ¿verdad? Ahora sí te vas de verdad…

A él se le rompió algo por dentro. Algún órgano invisible que nunca volvería a funcionar como debía. Le puso la palma de su mano en la mejilla, abarcándola, y la acarició con el dedo pulgar, en un gesto tan suyo que notó como ella se estremecía.

- No, María. No me voy a ir. Os voy a sacar de todo esto… Todo lo que pasó fue culpa mía, ¿me oyes? Y lo voy a arreglar… y dentro de nada, estaremos lejos de aquí los cuatro.

Esperó una respuesta durante unos segundos y, al no obtenerla, se levantó y abrió el armario. Ella negó con la cabeza, presintiendo la mentira en su voz temblorosa. Le vio sacar de un cajón un cofre del tamaño de una caja de zapatos y desparramar su contenido sobre la cama…

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