- Tiene usted lista la maleta, Don Joaquín.
- Gracias. Solo tengo contratiempos que me hacen desviarme de lo que de verdad me interesaba. ¿Ha escrito a mi otra casa diciendo que tardaré en llegar, unos meses, un año, más…? Diablos, qué hora es ¿Ha visto lo que me ha hecho retrasarme?
- Sí, señor, a las dos cosas. También avisé solamente a quien usted dijo de lo de la señorita Alicia. Además hay una nota para usted del señor Errera.
- Perfecto. Deje de ser tan pelotero. Ahora mismo la leeré. Por lo demás ¿ha ido preparando los papeles que le dije?
- Sí. Los tiene encima de la mesita.- presumió su sirviente.
- ¿Ya? No se enorgullezca, no es oro todo lo que reluce por una acción. Aún así, gracias. ¿Qué hace Errera viniendo a toda prisa por la calle?- preguntó descorriendo un visillo- Su silueta es inconfundible y no precisamente por su esbeltez. Déme lo que me dijo, debe ser urgente, pero solo estoy rodeado de gente de pacotilla que no se sabe dar cuenta de esas cosas. -Antes de que el otro pudiese retirarse la puerta se abrió con violencia.
- ¡Don Joaquín! ¡Me tiene que ayudar!
- Buenas noches. ¿Dónde están sus modales de caballero? No sé en qué podría yo echarle una mano. Ya sabe que esas cosas cuestan.
- ¡Esta noche me han robado! El huevo de fa bergé con el que el señor Almansa obsequió a mi hija por su compromiso no fructífero.
En el rostro de Joaquín se dibujó una sonrisa de satisfacción.
- No me extraña. Ese objeto tiene muchos amantes frustrados. Pero no se agobie, siéntese por favor. Creo que está bien claro quien ha podido ser, yo le ayudaría pero claro tengo muchos asuntos pendientes…
- Haré lo que quiera. Tengo dinero, y tierras.
- Por dios, señor Errera, me ofende. Yo soy un hombre de justicia, de ley. Además tengo más fortunas que usted, cuatro o cinco veces. La casa… ¿qué pruebas hay? ¿No me dirán que no han tomado huellas?
- No hay ni una. Quien fuese debía ser un experto ladrón, alguien muy meticuloso, sin mácula.
- Bueno, bueno, no exageremos. ¿Y si yo le dijera en confianza, puesto que si se propaga habría una alarma social entre nuestros queridos ya ex vecinos para mí hay un ladrón de guante blanco? Y que usted lo conoce realmente bien.
-¡¿Y por qué no dio usted esa información antes?! Con el peligro que corremos…
Joaquín exhibió su sonrisa más resplandeciente
-Teníamos que tener pruebas fehacientes, ya sabe usted, no se pueden dar palos de ciego.
- Pero no las hay.
- ¿Cómo que no? ¡Conmigo siempre las hay!
Mientras David Almansa entraba en su casa preguntándose que había sido de Sara y por qué no había vuelto a ver a la muchacha desde aquella noche. Había dejado de lado lo que era necesitar la compañía de alguien hasta que ella se lo recordó bajo las estrellas. Y a partir de ahora no quería olvidarlo nunca más. Lo que no sabía es que ella había corrido a refugiarse en un escondite y se encontraba a pocos metros de él pensando rememorar ese instante íntimo robado por mucho tiempo. Puesto que le confirmaba en él lo que ella sentía. Los dedos largos de David fueron a agarrar el pomo del escondite y el corazón de Sara comenzó a latir velozmente mientras el cabello de él iba tomando forma mientras se acercaba. David se dio cuenta de que ella se encontraba dentro y en vez de miedo la emoción le embargó por dentro. Pero un portazo sin previo aviso le paralizó cerrando de golpe la puerta protegiendo lo que quería. Sara se agarró instintivamente al huevo que le había ido a llevar y que él no había llegado a ver. ¡Que se esté callada!- pensó.
- ¡¿David Almansa?! – dijo una voz lejana.- Está usted detenido, tiene derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que usted diga puede ser usada en su contra, también tiene derecho a tener un abogado presente ahora y durante cualquier interrogatorio futuro. Si usted no puede contratar a uno, se le proporcionará uno si usted lo desea.
- ¿De qué se me acusa? – preguntó pensando que ya tenía claro de que era. Pero no era de lo que él se había esperado.
- De robo.
- Gracias. Solo tengo contratiempos que me hacen desviarme de lo que de verdad me interesaba. ¿Ha escrito a mi otra casa diciendo que tardaré en llegar, unos meses, un año, más…? Diablos, qué hora es ¿Ha visto lo que me ha hecho retrasarme?
- Sí, señor, a las dos cosas. También avisé solamente a quien usted dijo de lo de la señorita Alicia. Además hay una nota para usted del señor Errera.
- Perfecto. Deje de ser tan pelotero. Ahora mismo la leeré. Por lo demás ¿ha ido preparando los papeles que le dije?
- Sí. Los tiene encima de la mesita.- presumió su sirviente.
- ¿Ya? No se enorgullezca, no es oro todo lo que reluce por una acción. Aún así, gracias. ¿Qué hace Errera viniendo a toda prisa por la calle?- preguntó descorriendo un visillo- Su silueta es inconfundible y no precisamente por su esbeltez. Déme lo que me dijo, debe ser urgente, pero solo estoy rodeado de gente de pacotilla que no se sabe dar cuenta de esas cosas. -Antes de que el otro pudiese retirarse la puerta se abrió con violencia.
- ¡Don Joaquín! ¡Me tiene que ayudar!
- Buenas noches. ¿Dónde están sus modales de caballero? No sé en qué podría yo echarle una mano. Ya sabe que esas cosas cuestan.
- ¡Esta noche me han robado! El huevo de fa bergé con el que el señor Almansa obsequió a mi hija por su compromiso no fructífero.
En el rostro de Joaquín se dibujó una sonrisa de satisfacción.
- No me extraña. Ese objeto tiene muchos amantes frustrados. Pero no se agobie, siéntese por favor. Creo que está bien claro quien ha podido ser, yo le ayudaría pero claro tengo muchos asuntos pendientes…
- Haré lo que quiera. Tengo dinero, y tierras.
- Por dios, señor Errera, me ofende. Yo soy un hombre de justicia, de ley. Además tengo más fortunas que usted, cuatro o cinco veces. La casa… ¿qué pruebas hay? ¿No me dirán que no han tomado huellas?
- No hay ni una. Quien fuese debía ser un experto ladrón, alguien muy meticuloso, sin mácula.
- Bueno, bueno, no exageremos. ¿Y si yo le dijera en confianza, puesto que si se propaga habría una alarma social entre nuestros queridos ya ex vecinos para mí hay un ladrón de guante blanco? Y que usted lo conoce realmente bien.
-¡¿Y por qué no dio usted esa información antes?! Con el peligro que corremos…
Joaquín exhibió su sonrisa más resplandeciente
-Teníamos que tener pruebas fehacientes, ya sabe usted, no se pueden dar palos de ciego.
- Pero no las hay.
- ¿Cómo que no? ¡Conmigo siempre las hay!
Mientras David Almansa entraba en su casa preguntándose que había sido de Sara y por qué no había vuelto a ver a la muchacha desde aquella noche. Había dejado de lado lo que era necesitar la compañía de alguien hasta que ella se lo recordó bajo las estrellas. Y a partir de ahora no quería olvidarlo nunca más. Lo que no sabía es que ella había corrido a refugiarse en un escondite y se encontraba a pocos metros de él pensando rememorar ese instante íntimo robado por mucho tiempo. Puesto que le confirmaba en él lo que ella sentía. Los dedos largos de David fueron a agarrar el pomo del escondite y el corazón de Sara comenzó a latir velozmente mientras el cabello de él iba tomando forma mientras se acercaba. David se dio cuenta de que ella se encontraba dentro y en vez de miedo la emoción le embargó por dentro. Pero un portazo sin previo aviso le paralizó cerrando de golpe la puerta protegiendo lo que quería. Sara se agarró instintivamente al huevo que le había ido a llevar y que él no había llegado a ver. ¡Que se esté callada!- pensó.
- ¡¿David Almansa?! – dijo una voz lejana.- Está usted detenido, tiene derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que usted diga puede ser usada en su contra, también tiene derecho a tener un abogado presente ahora y durante cualquier interrogatorio futuro. Si usted no puede contratar a uno, se le proporcionará uno si usted lo desea.
- ¿De qué se me acusa? – preguntó pensando que ya tenía claro de que era. Pero no era de lo que él se había esperado.
- De robo.
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