El día pasó sin novedades, me encontraba en el comedor junto a Fermín, ayudándole a servir la comida a los alumnos, pero mi mente no estaba allí. Estaba pensando cómo seguir a Fermín sin que él se diera cuenta.
Después de servir la comida, nos dirigimos a la cocina para cenar nosotros, cuando llegué vi a Toni sentado al lado de Jacinta, los dos estaban sonriendo, sonrisa que se le apagó a Toni al verme entrar, él seguía intentando decirle la verdad a Iván y yo no estaba por la labor.
Me senté al lado de Fermín y a los dos minutos de empezar a cenar, a él le sonó el móvil, su cara cambió, se levantó y habló en la despensa, hablaba tan bajo que apenas se le escuchaba susurrar desde la mesa.
De pronto salió, se acercó a mí y me besó, me dijo que tenía que irse que tenía asuntos pendientes y salió corriendo, al verle tan preocupado me levanté de la mesa y le seguí.
Cuando iba por el pasillo, le vi salir de su habitación con la mochila, se había cambiado de ropa, cogí una chaqueta y salí del internado.
El bosque estaba oscuro, las sombras de los árboles resultaban siniestras, a unos metros de mí estaba Fermín, me acercaba a él manteniendo la distancia, él daba cada paso mirando hacia los lados.
De repente, se paró en seco cerca de una especie de trampilla, colocó un artefacto y la abrió, volvió a mirar hacia los lados y se metió. En ese momento recordé las palabras de Héctor, “una entrada en el bosque”, me acerqué a la trampilla y vi la entrada, estaba oscuro, y allí abajo había algo. Sabía que había algo, bastante importante para Fermín, por un momento dudé en entrar, pero escuche unos pasos que se acercaban a mí.
Me alejé un poco de la entrada y encendí un cigarro, no quería que pillaran a Fermín allí dentro, podía correr peligro, los pasos cada vez se escuchaban más fuerte, de repente una mano me tapó la boca, por instinto lo que hice fue morderla:
-Ayyyy Pitu joder sólo quería que no te asustaras-dijo Toni.
-Pues no es normal que te abalances por detrás no crees Toni.
-Bueno Pitu, nena no me des la paliza y dime qué haces aquí a estas horas.
-Pensando, tenía que escapar de todo por un rato, ¿no crees?
-Pitu, tienes que decirle al chaval que eres su madre, tú le quieres, además a mí no me importaría que nuestro churumbel y nosotros estuviéramos juntos de nuevo, volver a empezar.
-Ni lo sueñes Toni- le dije mientras me alejaba del bosque, rumbo al Internado.
-Pitu, se que todavía me quieres.
Yo no me había dado cuenta, pero Fermín había escuchado toda nuestra conversación, aunque se mantenía oculto esperando a que estuviera sólo para poder salir.
Llegué al Internado y me dirigí a la cocina, esperaba encontrarme con Héctor tenía que contarle lo de la entrada, quizás allí él pudiera encontrar información sobre su hermana, sobre su pasado, no le diría nada de Fermín hasta que hablara con él.
Estaba sentado tomándose una infusión, era temprano todavía para irse a dormir, cuando me vio se levantó y se acercó a mí:
-Héctor, tengo que contarte una cosa-le dije teniéndole a sólo un metro.
-Dime, yo también quería decirte algo- me dijo acercándose aún más.
Me estaba poniendo nerviosa, notaba su aliento cerca de mi cuello, el olor que desprendía su cuerpo era tan familiar, sus ojos brillaban y su sonrisa me deslumbraba.
-He estado en el bosque, ya sabes necesitaba escapar de esto…
-¿También quieres escapar de mi lado, María?-preguntó acariciando suavemente mi mejilla con su suave mano.
-No, Héctor no es eso, la cuestión es es-empecé a titubear, me estaba saliendo de la conversación, apenas recordaba lo que debía decirle.
Posó su otra mano en mi cintura, y se acercó aún más, sus labios y los míos estaban a punto de rozarse.
-María, se que estás con otro hombre, sé que es un buen chico, pero te necesito ahora más que nunca a mi lado.
En esos momentos, estaba como flotando en sus brazos, mis cuerpo sin fuerzas se dejó llevar, mi mente se quedó en blanco, sólo necesitaba su cariño, sus labios, su boca.
Me besó suavemente, acariciándome la mejilla, abrazándome, quería sentirme cerca de él lo más cerca posible, tan sólo fue eso un beso, un beso maravilloso. Estábamos tan ensimismados mirándonos que no nos dimos cuenta de que no estábamos solos en la cocina.
Después de servir la comida, nos dirigimos a la cocina para cenar nosotros, cuando llegué vi a Toni sentado al lado de Jacinta, los dos estaban sonriendo, sonrisa que se le apagó a Toni al verme entrar, él seguía intentando decirle la verdad a Iván y yo no estaba por la labor.
Me senté al lado de Fermín y a los dos minutos de empezar a cenar, a él le sonó el móvil, su cara cambió, se levantó y habló en la despensa, hablaba tan bajo que apenas se le escuchaba susurrar desde la mesa.
De pronto salió, se acercó a mí y me besó, me dijo que tenía que irse que tenía asuntos pendientes y salió corriendo, al verle tan preocupado me levanté de la mesa y le seguí.
Cuando iba por el pasillo, le vi salir de su habitación con la mochila, se había cambiado de ropa, cogí una chaqueta y salí del internado.
El bosque estaba oscuro, las sombras de los árboles resultaban siniestras, a unos metros de mí estaba Fermín, me acercaba a él manteniendo la distancia, él daba cada paso mirando hacia los lados.
De repente, se paró en seco cerca de una especie de trampilla, colocó un artefacto y la abrió, volvió a mirar hacia los lados y se metió. En ese momento recordé las palabras de Héctor, “una entrada en el bosque”, me acerqué a la trampilla y vi la entrada, estaba oscuro, y allí abajo había algo. Sabía que había algo, bastante importante para Fermín, por un momento dudé en entrar, pero escuche unos pasos que se acercaban a mí.
Me alejé un poco de la entrada y encendí un cigarro, no quería que pillaran a Fermín allí dentro, podía correr peligro, los pasos cada vez se escuchaban más fuerte, de repente una mano me tapó la boca, por instinto lo que hice fue morderla:
-Ayyyy Pitu joder sólo quería que no te asustaras-dijo Toni.
-Pues no es normal que te abalances por detrás no crees Toni.
-Bueno Pitu, nena no me des la paliza y dime qué haces aquí a estas horas.
-Pensando, tenía que escapar de todo por un rato, ¿no crees?
-Pitu, tienes que decirle al chaval que eres su madre, tú le quieres, además a mí no me importaría que nuestro churumbel y nosotros estuviéramos juntos de nuevo, volver a empezar.
-Ni lo sueñes Toni- le dije mientras me alejaba del bosque, rumbo al Internado.
-Pitu, se que todavía me quieres.
Yo no me había dado cuenta, pero Fermín había escuchado toda nuestra conversación, aunque se mantenía oculto esperando a que estuviera sólo para poder salir.
Llegué al Internado y me dirigí a la cocina, esperaba encontrarme con Héctor tenía que contarle lo de la entrada, quizás allí él pudiera encontrar información sobre su hermana, sobre su pasado, no le diría nada de Fermín hasta que hablara con él.
Estaba sentado tomándose una infusión, era temprano todavía para irse a dormir, cuando me vio se levantó y se acercó a mí:
-Héctor, tengo que contarte una cosa-le dije teniéndole a sólo un metro.
-Dime, yo también quería decirte algo- me dijo acercándose aún más.
Me estaba poniendo nerviosa, notaba su aliento cerca de mi cuello, el olor que desprendía su cuerpo era tan familiar, sus ojos brillaban y su sonrisa me deslumbraba.
-He estado en el bosque, ya sabes necesitaba escapar de esto…
-¿También quieres escapar de mi lado, María?-preguntó acariciando suavemente mi mejilla con su suave mano.
-No, Héctor no es eso, la cuestión es es-empecé a titubear, me estaba saliendo de la conversación, apenas recordaba lo que debía decirle.
Posó su otra mano en mi cintura, y se acercó aún más, sus labios y los míos estaban a punto de rozarse.
-María, se que estás con otro hombre, sé que es un buen chico, pero te necesito ahora más que nunca a mi lado.
En esos momentos, estaba como flotando en sus brazos, mis cuerpo sin fuerzas se dejó llevar, mi mente se quedó en blanco, sólo necesitaba su cariño, sus labios, su boca.
Me besó suavemente, acariciándome la mejilla, abrazándome, quería sentirme cerca de él lo más cerca posible, tan sólo fue eso un beso, un beso maravilloso. Estábamos tan ensimismados mirándonos que no nos dimos cuenta de que no estábamos solos en la cocina.
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