¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Las Apariencias Engañan (PARTE X)


Carlos llegó a su habitación dando un portazo. Comenzó a caminar de un lado a otro de la cama mientras las palabras de Evelyn resonaban en su mente: “Paula se ha ido con Camilo, pero ahora vuelve. Siempre llegan antes de la hora de dormir.”

Ese cabrón se había estado llevando a Paula desde hace ni se sabe de tiempo sin siquiera levantar sospechas. ¿Por qué no le había vigilado desde más cerca? Cuantas mas vueltas le daba, mayor era el cabreo para consigo mismo. Tenía que encontrar la entrada a los quirófanos. Tenía que dar con la respuesta esta misma noche. Ya tenía todas las pistas que iba a recopilar, la clave estaba seguramente en frente de sus narices pero, ¿Por qué no la veía? Había recorrido esos pasadizos de cabo a rabo y no había dado con la entrada. ¿Qué coño se le estaba escapando?

Apoyando los brazos en el escritorio, Carlos cerró los ojos intentando descifrar e hilar cada pedazo de información que había compilado. Su memoria era fotográfica, y pudo deslizarse por todos los archivos que tenía recopilados en el portátil sin tener que recurrir a ellos. Pero, ¿De qué le servía una memoria privilegiada si no podía encajar todas las piezas?

¡Mierda!

Alguien llamó a la puerta y Carlos se incorporó, empujando la mesa con obvia frustración. Eran Iván y Julia. Entraron en la habitación rápidamente, conscientes de que no bebían ser vistos. Iván llevaba un papel en la mano, y se lo entregó a Carlos.

_ No es gran cosa, _ dijo Iván encogiéndose de hombros. _ Pero se nos olvidó enseñártelo antes. Pensamos que el video y la caja de Ottox serían de mayor importancia_. Carlos cogió el papel del brazo extendido de Iván. _ Es uno de los dibujos que nos encontramos Marcos y yo en el ático hace tiempo. Los que representaban la entrada a los pasadizos fueron destruidos, pero este no.

En lápiz, había dibujado una liebre con dos cabezas. En la parte inferior derecha de la página, aparecía el nombre de Samuel Espí. Carlos levantó la mirada del papel y la fijó en los chicos, asintiendo ligeramente con la cabeza. Se habían arriesgado a venir a su cuarto para entregarle lo que llamaban en su oficio una “prueba nula”. En realidad apreciaba el esfuerzo que estaban haciendo por ayudarle, pero iba a necesitar algo más que un dibujo estrambótico para localizar. . .

Y fue en ese preciso instante en el que todas las piezas del rompecabezas encajaron en su sitio de golpe.

_ ¡Pues claro! _ murmuró Carlos en voz baja. _ ¡Cómo no se me habría ocurrido antes, joder!

Iván y Julia se miraron el uno al otro, confusos.

_ ¿El qué? _ preguntó Julia, levantando una ceja.

Carlos empezó a divagar en voz alta.

_ Los laboratorios utilizan grandes cantidades de energía. Pero un suministro eléctrico tan potente nunca hubiese pasado desapercibido por los contadores eléctricos del internado. Hubiesen levantado sospechas y la compañía eléctrica hubiese venido a investigar tal derroche. La única forma de operar esos quirófanos clandestinamente sería obteniendo energía eléctrica totalmente independiente de cualquier recurso estatal o comarcal que pueda ser rastreado.

_ ¿Y cómo lo hacen entonces? ¿A base de fogatas? _ preguntó Iván, medio en broma, y algo nervioso.

Los ojos de Carlos habían tomado una intensidad que sólo aparecía cuando estaba a punto de resolver un caso.

_ Estos cabrones han logrado poner en marcha un generador nuclear, _ dijo Carlos con expresión oscura. _ Seguramente un generador eléctrico de radioisótopos, con el cual aprovechan los distintos modos de desintegración para generar electricidad a través de una fuente radiactiva.

Estaba claro que a este punto ya había perdido tanto a Julia como a Iván. Los dos miraban a Carlos con caras de confusión, como si estuviera hablando en otro idioma. Carlos les miró, y trajo la conversación un poco más a su altura.

_ La laguna. . . El generador debe de permanecer a cierta temperatura. Las aguas frías de la laguna evitan que se caliente demasiado. Eso explicaría los cortocircuitos que ocurren en el internado con tanta frecuencia. Cuando la energía del generador falla, debe haber una fuente secundaria que deriva directamente del internado. Los laboratorios deben estar ubicados cerca de la laguna, seguramente a poca distancia del pozo_. Carlos señaló el dibujo que habían traído los chicos. _ El agua del pozo, al igual que la de la laguna, esta repleta de contaminantes radioactivos. Es por eso que los animales que han bebido de esas aguas han dado a luz a crías con deformidades genéticas, como esta liebre con dos cabezas. Y no sólo los animales. . . El hombre al que mataron hace unos meses, ese. . . gnomo como lo llamaba Paula. Me jugaría lo que fuese que él también fue víctima de las aguas de la Laguna Negra.

_ Joder, _ dijo Iván tras una larga pausa. _ Nosotros también hemos estado bebiendo agua del grifo durante años. ¿Crees que nos ha podido afectar?

Carlos inclinó la cabeza, reacio a contestar a la pregunta. En realidad todos los que hubiesen bebido agua del grifo en el internado podrían haber sido afectados.

_ Pero esperad un momento, _ dijo Julia llevándose una mano a la frente y deslizándola por la mejilla, como si el gesto le ayudase a organizar sus pensamientos mejor. _ Un reactor nuclear. . . Para poder activarlo, necesitarían algún elemento químico como. . .

_ Plutonio, _ afirmó Carlos. _ O incluso uranio enriquecido.

_ ¿Y qué se van, a la gasolinera mas cercana a comprarlo? _ dijo Iván sarcásticamente. _ Porque yo la química la apruebo por los pelos y con chuleta, pero estoy convencido de que uno no consigue plutonio en la tienda de la esquina. Eso debe costar un huevo y hay que saber dónde encontrarlo. ¿De dónde saca esta gente tanto dinero? ¿De los inversionistas?

_ No, _ contestó Carlos amargamente pensando en la sala del tesoro y el huevo de Fabergé que le robaron a su padre antes de asesinarlo. _ Sus tácticas son algo menos convencionales.

_ Entonces, la entrada a los quirófanos. . . _ dijo Iván, siguiendo los movimientos de Carlos con la mirada.

_ Están a orillas de la laguna, _ dijo Carlos desechando la camisa de su uniforme sobre la cama y poniéndose la camiseta que había sacado del cajón.

Estaba ya con el anorak puesto cuando alguien llamó a la puerta. Iván y Julia miraron a Carlos en silencio, como si les hubiesen pillado in fragantes. Carlos se llevó un dedo a los labios, indicándoles que ni hablasen, ni hiciesen ningún ruido.

_ ¿Quién es?

Un susurro desde el otro lado de la puerta les hizo a los tres soltar un suspiro de alivio.

_ Soy yo, Carolina.

Esto se esta convirtiendo en el club de los cinco, pensó Carlos abriendo la puerta con forzada paciencia.

_ Paula no está en su habitación, _ dijo la muchacha en cuanto se abrió la puerta. _ Marcos la ha buscado por todo el internado y no la encuentra por ninguna parte. Ha entrado en los pasadizos a buscarla.

Iván, Julia y Carlos se miraron, reconociendo la gravedad de la situación.

_ Id a vuestros cuartos y no se os ocurra salir del internado esta noche, ¿me oís? _ dijo Carlos.

_ Pero. . ._ empezó a protestar Iván.

_ Hablo en serio, Iván. Como te metas en más líos María me castra.


* * * * * * *

LAGUNA NEGRA
12:01 AM

Ya llevaba Carlos casi dos horas rastreando el área de la laguna entre el pozo y la orilla sin ningún resultado. El caso, es que estaba convencido de que la entrada a los quirófanos debía de estar cerca. Cansado de caminar, se sentó en la orilla, donde la luz de la luna iluminaba la superficie de la laguna. La entrada podría estar en cualquier parte: debajo de una roca, una trampilla en el suelo, en alguna cueva natural cercana. . . Carlos llevaba varios minutos ensimismado mirando el movimiento del agua, cuando percibió una zona a pocos metros en la cual se veía un pequeño remolino cerca de unas rocas. Se acercó, metiéndose en el agua hasta las rodillas y casi perdiendo el equilibrio un par de veces debido al terreno tan rocoso y resbaladizo. Cuando estaba a unos cuatro metros del lugar, pudo escuchar claramente el zumbido que emergía desde las profundidades de la laguna.

El generador.

Sus labios formaron una leve sonrisa triunfal. Girándose 180 grados, descubrió una estructura rocosa que a primera vista parecía natural, pero cuando salió del agua y se acercó a la roca, lo vio. Detrás de una planta trepadera, bastante bien escondida, su linterna por fin iluminó la trampilla de acceso. Ahora sólo tenía que encontrar la forma de abrirla. Debería ser un mecanismo parecido al de la biblioteca. Carlos palpó el área alrededor de la trampilla hasta dar con una piedra que sobresalía. No tuvo que empujar demasiado fuerte. En el momento que puso un mínimo de presión sobre la piedra, la superficie de pizarra se deslizó hacia un lado.

Carlos apuntó su linterna hacia el interior del pasadizo, donde observó unas escaleras bastante empinadas que bajaban hasta una zona de los pasadizos en la que nunca había estado. Sin pensárselo dos veces, se desplazó escaleras abajo hasta llegar a una pequeña galería donde se veían tres puertas.

Los quirófanos.

Escuchando atentamente, Carlos pudo oír voces. No podía distinguir lo que estaban diciendo, ni siquiera detrás de cual de las puertas salían las voces. Pero estaba claro que eran las voces de tres personas diferentes. Tres hombres. Uno de ellos era Camilo.

Carlos se apoyó contra la pared de roca. Paula seguramente estaba en uno de esos quirófanos, sufriendo Dios sabría que brutalidad. Evaluando sus opciones, decidió que entrar a lo Rambo podría terminar dejándoles tanto a él como a Paula muertos. Por mucho que le pesase, lo mejor sería efectuar un rescate sorpresa. Tarde o temprano tendrían que salir de la sala donde estaban. Si salían de uno en uno, Carlos podría utilizar uno de ellos en contra de los otros dos. Si salían los tres a la vez, tendría una desventaja, sobre todo si llevaban a Paula con ellos. Si dejaban a la niña en el quirófano, entonces tendría que aprovechar la oportunidad para entrar y sacarla sin que ellos se diesen cuenta. Pasase lo que pasase, se estaba jugando no sólo su propio cuello, sino el de Paula también.

Dadas las circunstancias, Carlos se pegó a la pared, se aseguró de que su pistola estuviese lista para cualquier percance, y esperó pacientemente hasta poder llevar a cabo su plan.

Después de haber esperado lo que le pareció una eternidad—su postura le había dejado las piernas algo entumecidas—, se abrió la puerta del quirófano y tres hombres salieron por la puerta. Primero salió Camilo, luego Noiret y después el abogado de Héctor, ese tal Mario.

_ Vaya, vaya, _ pensó Carlos. _ Todo el mundo tiene un secreto en este internado.

Cuando los tres desaparecieron galería abajo, Carlos aprovechó para introducirse en el quirófano. La sensación que sintió al entrar a ese sitio fue escalofriante. Había visto los azulejos blancos y las herramientas de tortura en fotos, pero nada podía prepararle para el olor a formol y las luces halógenas que iluminaban el lugar. Era un sitio verdaderamente tétrico.

Paula se encontraba acostada sobre una de las camillas, dormida. O, por lo menos, eso esperaba Carlos. Cuando se acercó un poco mas a la niña se dio cuenta, con gran alivio, que efectivamente estaba profundamente dormida. Su respiración era profunda y sosegada. Tenía puesto un suero en el brazo, y una máquina registraba sus señales vitales. Con mucho cuidado, Carlos le sacó la aguja del brazo y le quitó las ventosas del pecho.

En el instante que la máquina dejó de registrar el ritmo cardiaco de la niña, el estruendo de una sirena comenzó a rebotar por las paredes de los pasadizos y las luces de emergencia iluminaron toda la galería.

Paula se despertó con el ruido, aunque seguía bajo los efectos de un fuerte somnífero y casi no podía mantener los ojos abiertos. Débilmente, la niña se aferró al cuello de Carlos, dijo con voz somnolienta: _ Fermín ¿Has venido a llevarme con mi mamá?

_ Si, Paulita, _ susurró Carlos. _ Voy a sacarte de aquí. Tu agárrate muy fuerte a mí y no te sueltes, ¿vale?

Tan rápido como pudo, Carlos salió del quirófano y comenzó a subir las escaleras de dos en dos.

Horrorizado, vio como la trampilla de salida comenzaba a cerrarse, deslizándose lentamente. Estaba claro, que no llegaría hasta arriba a tiempo para salir de los pasadizos.

Estaban atrapados.

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