¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Déjame que te cuente. Capítulo VI.

Muy poca gente sabía donde vivía ahora. Sólo Héctor… Samuel… como diablos se llamara en realidad; Iván, que sólo iba de cuando en cuando para recoger a Carlos y llevárselo a pasar la tarde con él; y el hombre que le había proporcionado aquel lugar y al que no estaba segura de querer ver de nuevo.

Por eso, cuando llamaron a la puerta a media tarde, decir que el estómago le dio un vuelco no recogía, ni por asomo, el cúmulo de sensaciones presididas por un miedo atroz, que la invadió.

Se acercó a la puerta con pasos lentos y llevó una mano temblorosa al pomo, incapaz de saber si sería capaz de girarlo o no. Tras la mirilla se escondía un rostro dulce, amable, dolorosamente conocido. Abrió y la encontró de frente. Era aún más guapa de lo que la recordaba. Su cara era la misma, su pelo conservaba la negrura de antes, aunque ahora caía en bucles sobre sus hombros, y su cuerpo seguía mostrando la exactitud de la adolescencia. Siempre había tenido un gesto de asombrosa madurez en el rostro, pero ahora venía acompañado de la serenidad que da el paso de los años y lo que se ha vivido.

- Julia…

No dijo nada. María se apartó de la puerta y con un gesto, la invitó a pasar.
Cuando cerró y se dio la vuelta, Julia ya estaba sentada en el enorme sofá blanco que presidía el salón.

- ¿Qué… qué estás haciendo aquí?

No había el más mínimo destello de rabia en su voz, ni de enfado, ni siquiera de sorpresa.

- Por Dios Julia, hace seis años que no te veo, ¿qué pasa? ¿Le ha pasado algo a Iván?
- No…

Negó con la cabeza y volvió a sumirse en su estado vegetativo, sin saber muy bien cómo había terminado allí, ni por qué. El ruido de unos pasos rápidos que se acercaban por el pasillo la sacó de su ensimismamiento.

- ¡Julia!

Carlos soltó el libro que llevaba en las manos y se lanzó sobre ella, riendo a carcajadas. Por primera vez, María la vio sonreír también a ella y responder al abrazo de Carlos con infinita dulzura.

- ¿Ves mamá? Te dije que era como las chicas de los anuncios… - Se volvió hacia ella. - ¿Dónde está Iván? ¿Os vais a quedar a cenar?
- Iván no ha podido venir, ya sabes que siempre está muy ocupado, estudiando, trabajando…

La decepción que se le dibujó en el rostro no era ensayada. Su hermano era para él lo más importante de este mundo, su referente, lo que él quería ser. A veces le hablaba de su padre y su madre, pero siempre en secreto, porque mamá no debía saberlo. Le llevaba al parque de atracciones y a comer helado, y le regalaba libros de cuadros y animales, que eran las dos cosas que más le gustaban en el mundo hasta que descubrió que su padre era un espía secreto.

- Carlos, cariño, ¿por qué no vas a terminar de hacer los deberes?
- Ya los he terminado, mamá. Ahora estoy escribiendo un libro de papá. De las cosas que me cuentas…

Julia se echó a reír y le sentó a su lado en el sofá.

- ¿Así que estás escribiendo un libro?

El asintió muy serio. – Sí, cuando lo tenga terminado te lo dejaré para que le conozcas.
- ¿Cómo que para que le conozca? Pero si yo le conocía…

Otra vez esos ojos abiertos como platos. A Julia no le decían demasiado, simplemente le hacían gracia. Para su madre, que permanecía muy quieta, de pie junto al sofá, eran como asomarse a un abismo que la ponía de nuevo de frente a él, a ésos ojos vivos que decían tanto cuando la miraban.

- ¿De verdad?
- Sí. Tu padre me explicó un día la diferencia entre el impresionismo y el expresionismo.
- ¿Qué es el impresionismo?
- Te lo contaré mañana, cuando venga Iván a por ti y nos vayamos a merendar por ahí, ¿quieres? Pero ahora, yo creo que deberías seguir con ese libro…

Volvió a asentir y se escurrió del sofá hasta tocar el suelo con los pies, desde donde corrió de nuevo hasta su cuarto.

- ¿Cómo está Iván?
- Bien… Mal. Mal, María. Por eso estoy aquí. Escúchame, si se entera de que he venido, me va a odiar de por vida. Mañana por la tarde quiere venir a por Carlos, deberías hablar con él, intentar…
- Julia, escúchame. No puedo hacer nada… - Se sentó a su lado y dejó caer su mano en el brazo de ella. – Llevo seis años intentado hacerle entender por qué no me ocupé de él, y por qué pasó todo lo que pasó después. Pero no me quiere escuchar, tú lo sabes.
- Por las noches… - dudó un segundo antes de seguir – se despierta con unas pesadillas horribles, intenta gritar y no puede, se pasa el día estudiando, hace prácticas, me evita, no quiere hablar de lo que pasó… Te necesita.
- Es que no sé qué puedo hacer…
- Eres su madre, María. Sí lo sabes.

Escalofrío. Automático. Doloroso. Dulce. Amargo. Una señal.

Sí lo sabes.

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