- ¡Yo no he hecho nada! ¡Y no tiene por qué llevarme esposadooo!- Bramaba David, mientras un par de oficiales lo sacaban por la puerta.
- Parece que lleva algo en el bolsillo, mi superior.- comentaron unos metros más allá.- David se echó mano nervioso al dobladillo de la camisa.- ¡A lo mejor es la joya robada! Registremos la casa.
Calibró la frase de la autoridad y obtuvo enseguida la respuesta. Alguien había hecho lo que él había pensado, llevarse el huevo que él quería recuperar para su Sara.
- ¡Allí nooo!- gritó desesperado y enseguida se dio cuenta de su error.
- A lo mejor el sinvergüenza este tiene más de un frente. Igual se ha apropiado de algo de toda la vecindad. A ver que es esto. – Dijo registrando la camisa.-Mira, Pedro, un reloj.- y se lo lanzó a su compañero.- H&B… y de oro, muy bonito. ¿Lo has robado?
- Es de mi familia. Devuélvamelo.- El tiempo como tal en una situación angustiosa le parecía pesar como quilates y oía y olía como nunca lo había hecho, sintiendo el peligro como si fuera algo innato desde su nacimiento, y en eso desgraciadamente los Almansa eran unos expertos.
- De añadido un mentiroso. ¿No decía que solo tenía de valor lo de fa bergé? Este lugar, en el fondo, es muy pequeño. ¡Vamos a la casa!
A David sin querer le sobrevino una arcada. La historia no se repetiría esta vez. No le harían daño, a ella no. Tenía presente los brazos escuálidos de su madre las noches de domingo moviéndose al compás del ritmo de su padre mientras le insistía por enésima vez que estaba segura. Las caricias, abrazos y besos se convirtieron en la mejor medicina para ella. Intentó chillar pero solo recibió como respuesta un tortazo. Sara acongojada desde la casa no esperó más y salió por la puerta delantera. En cuanto la vio las luces de emergencia de David se encendieron de golpe.
- ¿Quién es el que…?– dijo uno de los otros al darse cuenta de la mujer y al aflojar instintivamente a su presa él no se lo pensó y empezó a correr…- ¡Será hijo de…!¡Se escapa!¡Tú por la derecha y tú por la izquierda!
- ¡¿Pero y la otra persona?!- gritó un subteniente.
- ¡Dejaros de él! A mí solo me interesa el ladrón.- chilló el guardia mientras dejaba escapar así curiosamente a este.
Sara desde el fondo a su pesar tuvo que tirar en otra dirección. En la chaqueta llevaba el huevo metido como en su día Ruth mientras intentaba invocar a cualquier cosa que le diese esperanza para que nada le sucediese a quien había sido destinatario de su estima. Lo habría tirado por estar con él, pero empezaba a comprender que el único que le daba un valor sentimental era David. Y encima cada vez que se quería acercar a él, se alejaban más. Pero ahora estaba dispuesta a solucionarlo.
David en la otra parte corría sabiendo de antemano que no tardarían en atraparle. La velocidad nunca había sido lo suyo y la vestimenta tampoco ayudaba en demasía. Pero Sara se había confundido algo en sus pensamientos con él, en realidad el huevo no le importaba, solo el reciente bienestar de aquel rayo de luz que era la muchacha en su anodino túnel hacia delante. Y quizás por la penumbra que le rodeaba o por ir pensando en otras cosas, pero lo más seguro por no conocer la gravedad del terreno esta vez sí accidentándose cayó por un terraplén abajo que le regaló una cojera permanente a la vez que Joaquín con complacencia se guardaba el reloj agradeciendo aquel gesto como si le perteneciera.
Muchos años más tarde un huérfano con nombre falso que se había presentado formalmente recibiría aquel reloj como regalo de su futuro suegro sin saber David que gracias a eso regresaría a las manos de su hijo Carlos.
- Parece que lleva algo en el bolsillo, mi superior.- comentaron unos metros más allá.- David se echó mano nervioso al dobladillo de la camisa.- ¡A lo mejor es la joya robada! Registremos la casa.
Calibró la frase de la autoridad y obtuvo enseguida la respuesta. Alguien había hecho lo que él había pensado, llevarse el huevo que él quería recuperar para su Sara.
- ¡Allí nooo!- gritó desesperado y enseguida se dio cuenta de su error.
- A lo mejor el sinvergüenza este tiene más de un frente. Igual se ha apropiado de algo de toda la vecindad. A ver que es esto. – Dijo registrando la camisa.-Mira, Pedro, un reloj.- y se lo lanzó a su compañero.- H&B… y de oro, muy bonito. ¿Lo has robado?
- Es de mi familia. Devuélvamelo.- El tiempo como tal en una situación angustiosa le parecía pesar como quilates y oía y olía como nunca lo había hecho, sintiendo el peligro como si fuera algo innato desde su nacimiento, y en eso desgraciadamente los Almansa eran unos expertos.
- De añadido un mentiroso. ¿No decía que solo tenía de valor lo de fa bergé? Este lugar, en el fondo, es muy pequeño. ¡Vamos a la casa!
A David sin querer le sobrevino una arcada. La historia no se repetiría esta vez. No le harían daño, a ella no. Tenía presente los brazos escuálidos de su madre las noches de domingo moviéndose al compás del ritmo de su padre mientras le insistía por enésima vez que estaba segura. Las caricias, abrazos y besos se convirtieron en la mejor medicina para ella. Intentó chillar pero solo recibió como respuesta un tortazo. Sara acongojada desde la casa no esperó más y salió por la puerta delantera. En cuanto la vio las luces de emergencia de David se encendieron de golpe.
- ¿Quién es el que…?– dijo uno de los otros al darse cuenta de la mujer y al aflojar instintivamente a su presa él no se lo pensó y empezó a correr…- ¡Será hijo de…!¡Se escapa!¡Tú por la derecha y tú por la izquierda!
- ¡¿Pero y la otra persona?!- gritó un subteniente.
- ¡Dejaros de él! A mí solo me interesa el ladrón.- chilló el guardia mientras dejaba escapar así curiosamente a este.
Sara desde el fondo a su pesar tuvo que tirar en otra dirección. En la chaqueta llevaba el huevo metido como en su día Ruth mientras intentaba invocar a cualquier cosa que le diese esperanza para que nada le sucediese a quien había sido destinatario de su estima. Lo habría tirado por estar con él, pero empezaba a comprender que el único que le daba un valor sentimental era David. Y encima cada vez que se quería acercar a él, se alejaban más. Pero ahora estaba dispuesta a solucionarlo.
David en la otra parte corría sabiendo de antemano que no tardarían en atraparle. La velocidad nunca había sido lo suyo y la vestimenta tampoco ayudaba en demasía. Pero Sara se había confundido algo en sus pensamientos con él, en realidad el huevo no le importaba, solo el reciente bienestar de aquel rayo de luz que era la muchacha en su anodino túnel hacia delante. Y quizás por la penumbra que le rodeaba o por ir pensando en otras cosas, pero lo más seguro por no conocer la gravedad del terreno esta vez sí accidentándose cayó por un terraplén abajo que le regaló una cojera permanente a la vez que Joaquín con complacencia se guardaba el reloj agradeciendo aquel gesto como si le perteneciera.
Muchos años más tarde un huérfano con nombre falso que se había presentado formalmente recibiría aquel reloj como regalo de su futuro suegro sin saber David que gracias a eso regresaría a las manos de su hijo Carlos.
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