¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Déjame que te cuente. Capítulo X.

Esa noche, como otras tantas, le encontró en la cocina, sentado y con un vaso con hielo y whisky entre las manos, ahogando Dios sabe qué. Llevaba varios días especialmente taciturno, poco hablador, pálido y alerta. Llevaba el suficiente tiempo a su lado para conocer todas las versiones del hombre con el que compartía su vida.
Estaba el Fermín simpático, el cocinero agradable que siempre tenía una palabra amable para todo el mundo. Detrás de la primera pared, se hallaba Carlos, el hombre peligroso, el que quemaba cuadros, encontraba viejos tesoros y guardaba una pistola en el armario. Este era reservado y se hallaba siempre a la defensiva. Tras él, la esencia. El atormentado, el dolorido, el enamorado.
Esa noche era una mezcla del segundo y del tercero. Pero aún así, aferrado al vaso, no podía evitar sonreír como un crío cuando la veía llegar.

Se acercó a él y le puso una mano en el hombro.

- ¿Qué te pasa?

La miró sin borrar ésa sonrisa y la agarró por la muñeca, para tirar de ella y dejarla sentada encima de él.

- Ahora ya nada.

Ella sonrió y le pasó el dedo índice por la mejilla, yendo a parar a sus labios. Le besó con un roce suave y se dispuso a hablar. Ya no podía soportar más la espera.

- Fermín, tengo… tengo que decirte algo.
- No me asustes, María.

Negó con la cabeza y le miró, preguntándose si realmente era buena noticia teniendo en cuenta las circunstancias en las que estaban.

- Estoy embarazada.

Él abrió mucho los ojos y se le escapó una sonrisa enorme e incrédula.

- ¿Qué?

María se limitó a asentir, escrutando ésa mirada para saber cuánto había de alegría y cuánto de miedo en ella.
No necesitó descifrar nada. Él se levantó, dejando que ella se escurriera hasta el suelo y quedara de pie delante de él. La besó en un impulso, como aquella primera vez, elevándola del suelo. Luego la abrazó largamente, con fuerza, con suavidad, con firmeza, con ternura. Unos minutos después, sin mediar palabra, la cogió de la mano y se la llevó al dormitorio.

Fue la última vez que hicieron el amor.
Y la penúltima que él le dijo al oído lo mucho que la quería.

Recordaba toda aquella noche con dolorosa exactitud, cada hora, cada minuto, cada gesto. Apenas habían dormido, como si por alguna extraña premonición se sintieran obligados a grabar aquellos momentos en la retina y en la mente. Pasaron horas mirándose, hablando de todo y de nada, tocándose, sonriéndose. Ella no podía decir por qué, pero supo que pasaría mucho, mucho tiempo, hasta que volviese a ser tan plenamente feliz como lo era aquella noche.

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