¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Las Apariencias Engañan (PARTE VII)


HABITACION DE FERMÍN
4:42 AM

Carlos llegó agotado a su habitación, pero no sin antes hablar con los chicos en cuanto a lo que habían descubierto a lo largo de este curso. El pasillo no era el lugar más seguro para hablar, y decidieron irse al cuarto de las chicas. Carolina ya estaba dormida cuando entraron, y aunque trataron de no hacer mucho ruido, la muchacha se despertó al cerrar la puerta del cuarto, miró a Marcos con lo que parecía sorpresa y luego al chico bajito, pero fue sólo cuando vio a Carlos que se cubrió púdicamente con las sábanas. Carlos evitaba mirar en su dirección—la chica llevaba una camisola puesta que dejaba poco a la imaginación. A Carlos, por muy noble que intentase ser, se le hacía difícil ignorarla.

_ Exactamente ¿qué es lo que intentabas encontrar sobre tu padre en los pasadizos? _ le preguntó a Julia, tanto por curiosidad, como para evitar que su presencia en el cuarto de las jóvenes se hiciese mas incómoda.

_ ¿Qué esta pasando? Fermín, ¿Tu qué haces aquí? _ preguntó Carolina, totalmente desconcertada.

Antes de que Carlos pudiese contestar, Julia respondió:

_ Sandra Pazos era cliente de mi padre. Yo estoy segura de que mi padre fue asesinado por las mismas personas que la tuvieron en ese zulo durante meses.

Carlos sintió una extraña y triste conexión con Julia. Estos hijos de puta se habían cargado al padre de la chica con la misma sangre fría que se habían cargado al suyo. Si, Carlos sabía exactamente cómo se sentía ella, la furia interior y el deseo de hacer cualquier cosa, cualquiera—sin importar como de descabellada fuese—por encontrar la verdad.

_ Pensamos que a lo mejor, _ Julia comenzó, pero fue incapaz de expresar lo que de verdad estaban haciendo en los pasadizos. Quizá en voz alta sonase como la locura que en realidad había sido.

_ A lo mejor encontrabais algo que conectase el secuestro de la madre de Marcos con el asesinato de tu padre, _ terminó Carlos por ella. La muchacha asintió, consternada.

_ Es por mi culpa que Iván esté herido, _ dijo con voz tenue, sujetando el llanto con visibles esfuerzos.

_ ¿Iván esta herido? _ preguntó Carolina, alarmada.

_ Un balazo en la pierna, _ dijo Marcos escuetamente. La cara de Carolina se puso blanca como un folio.

_ No te preocupes, _ la tranquilizó la otra chica de pelo largo. _ Esta en buenas manos.

_ ¡Pero como que no me preocupe, Vicky! _ exclamó Carolina, saliendo de la cama, y forzando a Carlos a estudiar el estampado de la alfombra detalladamente. _ Tengo que ir a verle.

_ Este no es un buen momento, Caro, _ dijo Vicky.

_ ¡Me da igual! ¿Por qué no me habéis despertado antes? ¿Dónde están mis zapatillas…?

_ ¡Caro! ¡Caro!_ exclamó Vicky sujetándola por los brazos. Y mirándola fijamente a los ojos, dijo, _ Espérate hasta mañana, ¿Vale?

_ Es que Iván acaba de descubrir que María es su verdadera madre, _ dijo el chico bajito.

_ ¿María? _ preguntó Carolina con el ceño fruncido. Parecía como si estuviese haciendo un repaso mental de todas las “Marías” que conocía. Con voz sorprendida, añadió: _ ¿La limpiadora?

Nada mas decirlo miró a Carlos y sus mejillas se sonrojaron. Carlos sabía que no lo había dicho de forma despectiva, pero la incredulidad de su tono podía haberse interpretado como tal.

_ Ahora que ya sabéis lo peligroso que es bajar a los pasadizos, espero que no hagáis semejante estupidez de nuevo, _ dijo Carlos con tono paternal. Joder, parezco Héctor, pensó nada mas oírse a si mismo.

_ Si, pero es que hasta el día de hoy no sabemos quien secuestró a mi madre, _ dijo Marcos, desafiante, _ ni quien mató al padre de Julia, ni para qué coño quieren la sangre de mi hermana.

_ Seguramente para llevar a cabo algún experimento genético, _ contestó Carlos, luchando contra el cansancio y la molestia en su brazo. Los calmantes eran bastante potentes, pero no acababan del todo con el dolor. _ Tu hermana tiene un coeficiente intelectual de mas de 150. Se ha demostrado que la inteligencia es hereditaria. Puede que estén experimentando con células madre. No serían los primeros en querer crear a una persona superdotada, genéticamente perfecta.

_ ¿Crees que lo que ellos intentan es. . . clonar a mi hermana? _ dijo Marcos, horrorizado.

_ Y eso no es lo peor que son capaces de hacer, _ contestó Carlos, su mirada oscura. _ Marcos, ¿tu has visto fotos de tu madre cuando era una niña? ¿Te recuerda a alguien?

Marcos abrió la boca para decir algo, pero parecían faltarle las palabras. Estaba mirando a Carlos con una expresión de asombro y aprensión.

_ ¿Estas diciendo que Paula es un clon de su madre? _ dijo Vicky, vocalizando lo que los demás chicos eran incapaces de articular.

Carlos movió la cabeza de lado a lado, suspirando. _ Eso no lo puedo probar, _ contestó. _ Pero estaría dispuesto a poner la mano en el fuego de que por ahí van los tiros.

Marcos se sentó en una de las camas, temblando. Carlos se preguntó si a lo mejor había compartido demasiada información con él. Al fin y al cabo, no eran más que unos críos.

_ ¿Qué sabéis del profesor de ciencias? _ dijo Carlos, cambiando de conversación para no abrumar demasiado a Marcos.

_ Hace poco descubrimos que él y los padres de Marcos se conocían, _ dijo Vicky. _ Su hijo le enseñó una foto a Paula. Al parecer se enviaban mensajes secretos en la biblioteca. El último nos llevó hasta la caja de Ottox.

_ ¿Crees que puede ser uno de ellos? _ preguntó Marcos.

_ Lo dudo, _ dijo Carlos. _ Tu madre obviamente confiaba en él.

_ ¿Y por qué no ha venido a hablar con nosotros? Seguro que mi madre le enseñó fotos nuestras, de mi hermana y mías. Estoy seguro de que él sabe quienes somos.

_ Eso no lo sé, Marcos. Pero dadas las circunstancias, debe tener una muy buena razón para no haberlo hecho. Seguramente esta pensando en tu seguridad, y la de tu hermana. Esta gente tiene ojos y oídos por todas partes. No podéis confiar en cualquiera. Yo estoy de vuestra parte, pero podríais haber cometido un error incluso confiando en mí. Así que, por fiable que parezca una persona, ojo a lo que divulgáis_. Carlos había estado hablando en general, pero ahora estaba mirando a Marcos intensamente. _ Eso va sobre todo por ti, Marcos. No sé lo que te traes con Amelia, ni tampoco me importa. Pero os he visto juntos en varias ocasiones y temo que puedas haber dicho algo que no debías.

La mirada de Marcos viajó desde los ojos de Carlos a la cama donde estaba sentada Carolina, quien no había dicho palabra desde hacía más de diez minutos. Marcos se estaba poniendo todavía más pálido, tragó un par de veces con dificultad.

_ Pero Amelia—

_ No es de fiar, _ dijo Carlos secamente. _ Créeme, lo sé de buena tinta.

Carlos había dejado a los chicos entre incómodos silencios. Supuso que tendrían bastante de qué hablar entre sí, y llegó un momento que Carlos apenas podía tenerse en pie. Ni siquiera se molestó en desnudarse cuando llego a su habitación, optando por tirarse vestido en la cama e intentar esperar a María despierto.

No lo consiguió.

* * * * *

HABITACION DE FERMÍN
6:55 AM

El sonido del picaporte le despertó varias horas después. Miró la hora en el despertador y se asombró de que hubiesen pasado tantas horas desde que se desplomó sobre la cama. ¡Si le habían parecido minutos! Incorporándose, vio como María cerraba la puerta silenciosamente.

_ ¿Cómo te ha ido? _ preguntó Carlos, sorprendido por lo grogui que sonaba su voz.

María se acercó a la cama y encendió la lámpara de la mesilla. Carlos guiñó los ojos y giró la cabeza contra la intensidad de la luz.

_ Lo siento, _ dijo ella, su voz suave. _ Déjame ver el brazo.

_ No te preocupes, no es nada.

_ ¡Déjame ver el brazo! _ insistió María con exasperación. Ya tenía el botiquín listo en su regazo, y Carlos decidió no discutir con ella. Perdería de todas formas, y además, le encantaba cuando María cuidaba de él.

_ ¿Te duele?

_ Un poco, pero tampoco es— ¡AAUU! _

Bueno, vale. Dolía un huevo, sobre todo después de desenrollar la venda que se había pegado a la piel.

_ ¡Perdón! _ se disculpó María, tirando del vendaje con mucho mas cuidado.

Carlos la observaba mientras empapaba un algodón en agua oxigenada y le limpiaba la herida. Estaba esperando que le contase algo, que le dijese como se lo había tomado Iván, pero estaba más callada que una tumba, concentrándose enteramente en curarle el brazo.

_ Bueno, no me dejes en ascuas, _ dijo Carlos finalmente. _ ¿Qué ha pasado con Iván?

Ella se encogió de hombros.

_ Al principio se puso un poco borde conmigo, ya sabes como es. Se hizo el indignado, parecía que no me iba a perdonar el haberle abandonado. Me culpa por haberle dejado en manos de un tipo como Noiret todos estos años.

_ Pero, ¿le has contado absolutamente todo?

_ Si, todo, _ dijo ella tersamente.

_ ¿Y?

_ Y, cuando le estaba dando las buenas noches, me dio las gracias y me llamo “mamá”.

Una sonrisa se formó en los labios de Carlos. _ María, eso es estupendo. ¿Lo ves? No tenías por qué preocuparte. Eres una madre fantástica. Iván tiene mucha suerte.

La mano izquierda de Carlos acarició la mejilla de María, bajó hasta su cuello y se deslizó por detrás de la larga melena hasta descansar en su nuca, su pulgar seguía acariciando la suave piel de su mejilla. Nunca se cansaría de mirar a María. Eran esos ojos negros, tan expresivos y tan llenos de una increíble fuerza interna, lo que le traía loco por ella.

Carlos se fue acercando lentamente, febril por degustar el dulce sabor de esos labios, por poder sentir el suave movimiento de su lengua, siempre tan tímida, y tan dispuesta a contrarrestar la impaciente agresión de la de él. Pero María evitó el beso cuando sus bocas estaban a apenas un centímetro. Carlos abrió los ojos, sorprendido y decepcionado, su mano izquierda todavía reposando sobre esa piel de porcelana.

_ ¿Qué pasa? _ susurró, su voz casi inaudible.

Ella le empujó suavemente, dejándole saber que sus caricias no eran bienvenidas.

_ María. . .

_ ¿Cómo pudiste dejar que le ocurriese eso a Iván?

Sorprendido por la acusación, Carlos sólo pudo apoyar la espalda contra la cabecera de la cama, y bajar la mirada.

_ Tú sabías lo peligroso que es ese lugar. Le deberías haber sacado de ahí de inmediato. ¡Casi matan a mi hijo esta noche!

_ Sé que estas asustada.

_ No, no estoy asustada, _ dijo María, enfurecida. _ ¡Estoy que no veo de la rabia! ¡Tú sabías que esto podría ocurrir! ¡Tú lo sabías! ¿Por qué no le sacaste de ahí? ¿Por qué?

_ María, lo siento. Cometí un error, ¿vale?

María no dijo nada. Terminó de vendarle el brazo en silencio, con una ligera brusquedad y dando a entender que no tenía ganas de hablar, y mucho menos de permanecer mucho mas tiempo en la misma habitación que él.

Con un último nudo, María estudió su labor, palpó la herida suavemente sobre el vendaje, y preguntó: _ ¿Te duele?

Carlos asintió con la cabeza. Si, dolía bastante.

- No, - dijo al final, en voz baja. - Sólo ha sido un rasguño.

Sin siquiera mirarle a los ojos, María recogió el botiquín y salió de su habitación en completo silencio.

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