¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Déjame que te cuente. Capítulo XVI.

Supo que Fermín iba a disparar antes siquiera de que levantara el arma. Le vio sudar, palidecer y apretar los dientes.

Cuando Noiret la cogió de la muñeca para tirar de ella, su hijo repitió el mismo gesto y tiró de ella en dirección contraria. Apenas había empezado a ejercer presión sobre ella, cuando se alivió de golpe. Lo hizo al mismo tiempo que sonaron los dos disparos. Sólo pudo abrazar a su hijo y agarrarle por la cabeza para apretarla contra su hombro, para que no tuviera que ver más. Cerró los ojos y los apretó fuerte, intentando no oír el grito de Héctor, solapado por el retumbar de las balas.

Cuando los abrió, Amelia ya no estaba. El sonido y el ritmo de los pasos que se iban amortiguando por el pasillo exterior denotaban que corría y que, probablemente, no volverían a verla. Fermín se la había jugado a una sola carta y había ganado. Sabía que Amelia le dispararía a él, no a ella.
Héctor yacía de rodillas en el suelo, con la cara hundida entre las manos, tratando de controlar un llanto que amenazaba con destrozarle el pecho. Musitando sin parar. María apenas a alcanzó a entenderle.

- Por nuestra culpa, por nuestra culpa…

A su lado, Noiret, con los ojos aún abiertos y una mueca de sorpresa dibujada en el rostro desencajado. Frente a ella, el cuerpo del hombre que amaba, luchando por respirar.

Se lanzó sobre él, sin darse cuenta de que lloraba como una niña, y colocó una mano bajo su cabeza.

- Fermín, mírame… Fermín…

Le vio luchar para abrir los ojos, al mismo tiempo que sus labios se entreabrían en busca de aire.

- Fermín, mírame, no te va a pasar nada, ¿me oyes?

Sólo quería que se calmara, decirle que iba a estar bien, que ella misma, como aquella vez, le sacaría la bala y se quedaría a dormir con él. Su hijo, a su lado, se quitó el jersey y con cuidado, le colocó sobre el centro del estómago de Fermín. Quiso agradecerle el gesto, pero se paró en seco al ver cómo las manos de Iván se llenaban de la sangre que ya había traspasado la tela. Entendió entonces que no le quedaba demasiado tiempo.

No lo pudo evitar. No quería. Sabía que iba a asustarle. Y que de alguna manera, le iba a hacer saber que se moría. Pero no pudo hacer nada por esconderlo. Rompió a llorar con fuerza, vio como sus propias lágrimas caían sobre la mejilla de él, y le abrazó. Fue entonces cuando se dio cuenta de que a ella también la estaban abrazando. A su lado, su hijo la rodeaba con sus brazos y lloraba en silencio.

- Fermín… no me dejes sola… por favor… no…

Él tuvo tiempo de regalarle una última sonrisa, de ésas torcidas, de medio lado.

- No… estás…
- No hables, no hables.

Le puso dos dedos sobre los labios y le pasó la mano por la frente, llevándose el sudor que la inundaba. Iván seguía aferrado a ella, renunciando a su lucha por parar el manantial de sangre que emanaba del cuerpo del hombre que les había salvado la vida.

- Ha valido la pena…

Carlos nunca se había caracterizado por ser un iluso ni un utópico. Era un hombre metódico y realista, por eso, cuando vio cómo ella lloraba, entendió que ya estaba muerto. Quizá un par de segundos, no más. Quiso decirle que la quería, pero eso ella ya lo sabía. Así que invirtió sus últimas fuerzas en regalarle la primera y última caricia a su hijo, ése niño con el que tantas veces había soñado. Levantó una mano y la colocó sobre el vientre de ella, queriendo decirle a su hijo cuánto sentía no poder estar con él.
Cuando ella la estrechó, le oyó respirar con fuerza. Por última vez.

- No me dejes sola… por favor…

Tiró de él, le besó el rostro y los labios, dolorosamente fríos, y consiguió rodearle con los brazos. Le acunó en ellos con la misma cadencia que su hijo la mecía a ella. Le dejó caer un te quiero y le cerró los ojos despacio, despidiéndose de ésa mirada que tantas veces le había arrancado una sonrisa, que la miraba fijamente mientras hacían el amor, que emanaba fiereza cuando dudaba de él.
Lloró sobre sus ojos ya cerrados y le acarició los labios, ésos que una vez, en la cocina, le dijeron que la quería más que a nada en el mundo. Y se arrepintió con todas sus fuerzas de no haberle dicho lo que pensó en aquel momento.
Que a ella le pasaba lo mismo…

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