31 DE OCTUBRE DE 2008
FINCA ANDALUZA
María miraba boquiabierta los alrededores de la finca. Desde la puerta de acceso hasta la casa, se extendía un jardín perfectamente cuidado. La casa en si era estilo cortijo, de dos pisos y con un patio bastante amplio en la entrada. Pero en realidad lo que dejó a María sin habla eran las vistas. Hacia el sur se veía el mar, mientras todo el noroeste estaba rodeado por una cordillera de montañas. La finca todavía tenia árboles en flor, cortesía del templado clima del sur de España.
_ ¿Te gusta? _ preguntó Carlos, abriendo la puerta del coche por ella.
_ ¡Es una maravilla!
Ya habían pasado cinco meses desde aquella horrorosa noche. Agentes de la organización habían llegado a la laguna justo a tiempo para terminar con Noiret de un disparo en la cabeza y poder ofrecer a Carlos los primeros auxilios que habían salvado su vida. De camino al hospital, su pulmón izquierdo se colapsó varias veces y Carlos tuvo que ser resucitado más de una vez. Afortunadamente, él no recordaba gran cosa después de caer al suelo de la laguna. Su recuperación en una clínica privada fundada por la organización fue tanto dolorosa como rigurosa, pero los resultados fueron casi milagrosos. Y la mayor parte de esas primeras semanas las pasó inconsciente.
El día que por fin despertó en esa habitación blanca y estéril, encontró a Saúl al pie de su cama. El rostro del viejo mostró una breve sonrisa, tan efímera que Carlos pensó que a lo mejor se la había imaginado. Sus ojos delataban algo más. ¿Podría ser preocupación lo que Carlos veía en ellos?
_ Misión cumplida, Carlos, _ dijo Saúl con su típica voz ronca.
_ Pensé que no llegaríais a tiempo.
_ No podíamos dejar que meses de investigación muriesen contigo, _ dijo el viejo, sin mostrar ningún tipo de sentimiento.
_ No, _ dijo Carlos secamente. _ Por supuesto.
_ Has hecho un buen trabajo. Tu lugar en la organización sigue vigente, si lo deseas.
Carlos miró por la ventana. Hacía un día de verano precioso.
_ No. Esa justicia de la que tú hablas tiene un precio demasiado alto.
_ Pero los resultados son verdaderamente gratificantes.
A Carlos le costaba bastante hablar, y no estaba por la labor de discutir con Saúl en ese momento. ¿Cómo de gratificante podía ser? El puto Proyecto Géminis era como un monstruo con mil cabezas. Cortabas una y le crecían dos más. A lo mejor el internado “Laguna Negra” ya no era un lugar clave para esos hijos de puta, pero estaba claro que estaban luchando una guerra perdida.
_ Es una pena, _ continuó el viejo. _ ¿Seguro que no quieres reconsiderar tu decisión?
_ Segurísimo, _ contestó Carlos. _ ¿Y qué hay de nuestro acuerdo?
_ La sentencia de Aurora ha sido suspendida. Ella no ha rechazado su puesto en la organización. Debo admitir que tu dimisión es difícil de aceptar. La organización habrá perdido a uno de los mejores.
Pero a Carlos el prestigio dentro de esa agencia le daba igual. Sus prioridades habían cambiado por completo durante ese año en el internado. Saúl salió en silencio de la habitación. Carlos no volvió a verle nunca más.
A quien si veía frecuentemente era a los chicos: Julia, Iván, Marcos, Carolina, Vicky y Roque. Irónico como se había transformado del pringao que les servia los desayunos a un héroe de un día para otro. A Carlos le hacía gracia, y los chicos parecían disfrutar de su compañía, por muy chungo que se sintiese la mayor parte del tiempo.
Para su sorpresa, los Novoa-Pazos también fueron a visitarle con Paula un día. Sandra le abrazó incluso, dándole las gracias al oído. La segunda vez que Sandra Pazos fue a visitarle fue con Héctor y con Jacinta. Parecían bastante felices. Héctor… Ahora, Samuel, estaba casi irreconocible.
Carlos no estaba acostumbrado a ser el centro de atracción, y le resultaba algo incómodo recibir tantas visitas. A la única a la que siempre añoraba era a María. Ella le visitaba religiosamente todas las mañanas durante los dos meses que se pasó en la clínica. Nunca le faltaba tema de conversación, y por muy insignificante que fuese el relato, a Carlos le encantaba escuchar su voz.
Por lo que María contaba, el internado había vuelto a la normalidad, relativamente hablando porque ese sitio nunca fue muy “normal” de todas formas. Toni seguía siendo el chapucillas del internado. María no le había contado a Iván la verdad sobre su verdadero padre todavía. Carlos se preguntaba como se lo tomaría el terremoto de Iván el día que aquello saliese a la luz. Últimamente se veía una relación bastante estrecha entre Iván y su madre. [i]Su madre[/i], Carlos sonrió. Y, por asociación, o tal vez por un sentimiento de gratitud que no llegaba a vocalizar, Iván parecía ver a Carlos como un colega, como un hermano mayor, como una… ¿figura paterna? Era algo curioso y aterrador al mismo tiempo.
Pero lo que mas gracia le hacia a Carlos era la forma en que María continuaba llamándole “Fermín”.
Ahora que todo el mundo en el internado sabía quien era, le resultaría algo extraño volver a trabajar en ese lugar. Carlos supuso que iba siendo hora de echar raíces en algún sitio, y el internado era tan buen lugar como cualquier otro para hacerlo. Ya que había hecho de cocinero, a lo mejor podría regresar como profesor de historia del arte, para variar. O incluso guardabosques. A Carlos no le importaba el salario. Lo importante era poder estar cerca de María.
Ya estaba anocheciendo y Carlos encendió la chimenea. María miraba a su alrededor, totalmente anonadada. Para un forofo del arte, la decoración de la casa era bastante minimalista. El diseño era simple, masculino, nada recargado. Carlos le pasó una copa de un exquisito vino tinto y brindó con ella.
_ Por nuevos comienzos, _ dijo abrazándola por la cintura con su brazo libre.
Ella puso la mano en su pecho, desabrochando los dos primeros botones de su camisa y recorriendo los dedos suavemente sobre la cicatriz que dibujaba su piel. Poniéndose de puntillas, le besó los labios tiernamente.
Poco a poco, fue profundizando el beso.
_ Carlos. . . . _ sonrió María cerrando los ojos.
_ Vaya, creí que nunca me ibas a llamar por mi nombre.
_ Nunca antes me habías dado la oportunidad, _ respondió ella con un ligero tono de reproche.
_ Olvida el pasado, María, _ dijo él en un susurro. _ No vuelvas a llamarme Fermín. Por favor.
_ Aquellas noches en el internado no te importaba tanto que se me escapase ese nombre en la cama, _ dijo María con una sonrisa picarona. _ ¿O acaso se te ha olvidado lo mucho que te gustaba?
Una sonrisilla suspicaz se materializó en el rostro de Carlos.
_ Sabes, el médico ha dicho que ya puedo emprender actividades físicas moderadas, _ ronroneo contra la oreja de ella. _ Si crees que me excitaba oír mi seudónimo, oírte gritar mi verdadero nombre va a ser una experiencia astral.
María hizo una mueca, levantando una ceja e imitando la sonrisilla de Carlos.
_ Nuestras “actividades físicas” de moderadas no tienen nada.
_ Bueno, pues podríamos jugar a los médicos y tu puedes hacer de enfermera y tener cuidado conmigo, _ sugirió Carlos con voz romántica besándole el cuello.
_ ¡Tu eres capaz de inventarte cualquier cosa!
Carlos le dio otro beso en la mejilla y colocó su copa de vino sobre la repisa de la chimenea. Tomándola en sus brazos, le susurró tres palabras en el oído.
Sonriendo, María se aferró a sus hombros y asintió con ojos encharcados de felicidad. El mismo sentimiento que veía reflejado en los de él.
FIN
FINCA ANDALUZA
María miraba boquiabierta los alrededores de la finca. Desde la puerta de acceso hasta la casa, se extendía un jardín perfectamente cuidado. La casa en si era estilo cortijo, de dos pisos y con un patio bastante amplio en la entrada. Pero en realidad lo que dejó a María sin habla eran las vistas. Hacia el sur se veía el mar, mientras todo el noroeste estaba rodeado por una cordillera de montañas. La finca todavía tenia árboles en flor, cortesía del templado clima del sur de España.
_ ¿Te gusta? _ preguntó Carlos, abriendo la puerta del coche por ella.
_ ¡Es una maravilla!
Ya habían pasado cinco meses desde aquella horrorosa noche. Agentes de la organización habían llegado a la laguna justo a tiempo para terminar con Noiret de un disparo en la cabeza y poder ofrecer a Carlos los primeros auxilios que habían salvado su vida. De camino al hospital, su pulmón izquierdo se colapsó varias veces y Carlos tuvo que ser resucitado más de una vez. Afortunadamente, él no recordaba gran cosa después de caer al suelo de la laguna. Su recuperación en una clínica privada fundada por la organización fue tanto dolorosa como rigurosa, pero los resultados fueron casi milagrosos. Y la mayor parte de esas primeras semanas las pasó inconsciente.
El día que por fin despertó en esa habitación blanca y estéril, encontró a Saúl al pie de su cama. El rostro del viejo mostró una breve sonrisa, tan efímera que Carlos pensó que a lo mejor se la había imaginado. Sus ojos delataban algo más. ¿Podría ser preocupación lo que Carlos veía en ellos?
_ Misión cumplida, Carlos, _ dijo Saúl con su típica voz ronca.
_ Pensé que no llegaríais a tiempo.
_ No podíamos dejar que meses de investigación muriesen contigo, _ dijo el viejo, sin mostrar ningún tipo de sentimiento.
_ No, _ dijo Carlos secamente. _ Por supuesto.
_ Has hecho un buen trabajo. Tu lugar en la organización sigue vigente, si lo deseas.
Carlos miró por la ventana. Hacía un día de verano precioso.
_ No. Esa justicia de la que tú hablas tiene un precio demasiado alto.
_ Pero los resultados son verdaderamente gratificantes.
A Carlos le costaba bastante hablar, y no estaba por la labor de discutir con Saúl en ese momento. ¿Cómo de gratificante podía ser? El puto Proyecto Géminis era como un monstruo con mil cabezas. Cortabas una y le crecían dos más. A lo mejor el internado “Laguna Negra” ya no era un lugar clave para esos hijos de puta, pero estaba claro que estaban luchando una guerra perdida.
_ Es una pena, _ continuó el viejo. _ ¿Seguro que no quieres reconsiderar tu decisión?
_ Segurísimo, _ contestó Carlos. _ ¿Y qué hay de nuestro acuerdo?
_ La sentencia de Aurora ha sido suspendida. Ella no ha rechazado su puesto en la organización. Debo admitir que tu dimisión es difícil de aceptar. La organización habrá perdido a uno de los mejores.
Pero a Carlos el prestigio dentro de esa agencia le daba igual. Sus prioridades habían cambiado por completo durante ese año en el internado. Saúl salió en silencio de la habitación. Carlos no volvió a verle nunca más.
A quien si veía frecuentemente era a los chicos: Julia, Iván, Marcos, Carolina, Vicky y Roque. Irónico como se había transformado del pringao que les servia los desayunos a un héroe de un día para otro. A Carlos le hacía gracia, y los chicos parecían disfrutar de su compañía, por muy chungo que se sintiese la mayor parte del tiempo.
Para su sorpresa, los Novoa-Pazos también fueron a visitarle con Paula un día. Sandra le abrazó incluso, dándole las gracias al oído. La segunda vez que Sandra Pazos fue a visitarle fue con Héctor y con Jacinta. Parecían bastante felices. Héctor… Ahora, Samuel, estaba casi irreconocible.
Carlos no estaba acostumbrado a ser el centro de atracción, y le resultaba algo incómodo recibir tantas visitas. A la única a la que siempre añoraba era a María. Ella le visitaba religiosamente todas las mañanas durante los dos meses que se pasó en la clínica. Nunca le faltaba tema de conversación, y por muy insignificante que fuese el relato, a Carlos le encantaba escuchar su voz.
Por lo que María contaba, el internado había vuelto a la normalidad, relativamente hablando porque ese sitio nunca fue muy “normal” de todas formas. Toni seguía siendo el chapucillas del internado. María no le había contado a Iván la verdad sobre su verdadero padre todavía. Carlos se preguntaba como se lo tomaría el terremoto de Iván el día que aquello saliese a la luz. Últimamente se veía una relación bastante estrecha entre Iván y su madre. [i]Su madre[/i], Carlos sonrió. Y, por asociación, o tal vez por un sentimiento de gratitud que no llegaba a vocalizar, Iván parecía ver a Carlos como un colega, como un hermano mayor, como una… ¿figura paterna? Era algo curioso y aterrador al mismo tiempo.
Pero lo que mas gracia le hacia a Carlos era la forma en que María continuaba llamándole “Fermín”.
Ahora que todo el mundo en el internado sabía quien era, le resultaría algo extraño volver a trabajar en ese lugar. Carlos supuso que iba siendo hora de echar raíces en algún sitio, y el internado era tan buen lugar como cualquier otro para hacerlo. Ya que había hecho de cocinero, a lo mejor podría regresar como profesor de historia del arte, para variar. O incluso guardabosques. A Carlos no le importaba el salario. Lo importante era poder estar cerca de María.
Ya estaba anocheciendo y Carlos encendió la chimenea. María miraba a su alrededor, totalmente anonadada. Para un forofo del arte, la decoración de la casa era bastante minimalista. El diseño era simple, masculino, nada recargado. Carlos le pasó una copa de un exquisito vino tinto y brindó con ella.
_ Por nuevos comienzos, _ dijo abrazándola por la cintura con su brazo libre.
Ella puso la mano en su pecho, desabrochando los dos primeros botones de su camisa y recorriendo los dedos suavemente sobre la cicatriz que dibujaba su piel. Poniéndose de puntillas, le besó los labios tiernamente.
Poco a poco, fue profundizando el beso.
_ Carlos. . . . _ sonrió María cerrando los ojos.
_ Vaya, creí que nunca me ibas a llamar por mi nombre.
_ Nunca antes me habías dado la oportunidad, _ respondió ella con un ligero tono de reproche.
_ Olvida el pasado, María, _ dijo él en un susurro. _ No vuelvas a llamarme Fermín. Por favor.
_ Aquellas noches en el internado no te importaba tanto que se me escapase ese nombre en la cama, _ dijo María con una sonrisa picarona. _ ¿O acaso se te ha olvidado lo mucho que te gustaba?
Una sonrisilla suspicaz se materializó en el rostro de Carlos.
_ Sabes, el médico ha dicho que ya puedo emprender actividades físicas moderadas, _ ronroneo contra la oreja de ella. _ Si crees que me excitaba oír mi seudónimo, oírte gritar mi verdadero nombre va a ser una experiencia astral.
María hizo una mueca, levantando una ceja e imitando la sonrisilla de Carlos.
_ Nuestras “actividades físicas” de moderadas no tienen nada.
_ Bueno, pues podríamos jugar a los médicos y tu puedes hacer de enfermera y tener cuidado conmigo, _ sugirió Carlos con voz romántica besándole el cuello.
_ ¡Tu eres capaz de inventarte cualquier cosa!
Carlos le dio otro beso en la mejilla y colocó su copa de vino sobre la repisa de la chimenea. Tomándola en sus brazos, le susurró tres palabras en el oído.
Sonriendo, María se aferró a sus hombros y asintió con ojos encharcados de felicidad. El mismo sentimiento que veía reflejado en los de él.
FIN
3 comentarios:
Hola Nicole! Te quería dar la enhorabuena por este Fanfic, está genial! ;) Los demás me los iré leyendo estos días :)
La verdad es que me ha gustado tanto que creo que me voy a animar a escribir un fanfic, y creo que será de Noiret ;)
Enhorabuena de nuevo y seguid así! ;)
Hola Antow! Me alegro mucho que te haya gustado. Espero que te leas muchos mas. Y muchisimas gracias por comentar. No sabes la ilusion que nos hace recibir comentarios sobre los fics.
Un besote! :-)
Por cierto, enhorabuena a ti por tu pagina web. Muy chula.
Muchas gracias Nicole! :) Si te animas a pasarte por la web y el foro estás invitada :P Seguro que te lo pasarás bien!
Sobre tu historia, la verdad es que me gustó mucho, es la historia Fermaria por excelencia, sumado a la unión de Fermín e Iván, con los demás chicos también, pero muy muy bien enfocada y sobre todo, muy bien escrita! :)
Ahora mismo voy a darle la enhorabuena a Jessica por el fanfic "7 días", que me lo he leído en una mañana :) Veo que os gusta mucho el personaje de María, que la verdad que con sus relaciones personales da muchísimo juego! Enhorabuena a tod@s y seguid así! :)
Si me necesitáis para algo ya sabéis donde estoy :) (contacto@zonaelinternado.com)
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