¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

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Las Apariencias Engañan (PARTE IX)


Habían pasado ya casi dos semanas desde la noche del fiasco en los pasadizos. Iván ya había vuelto a clase, y afortunadamente no hubo grandes sospechas en cuanto a su salud. El único que pareció preocuparse por su estado de todo el profesorado fue Héctor, quien fue a visitarlo una vez, y lo hubiese hecho mas veces de no haberse colapsado en su propia habitación, donde Jacinta lo encontró una mañana. Carlos no estaba muy seguro de lo que le había pasado al jefe de estudios, pero al parecer había sido algo serio. Eso estaba claro porque Jacinta había estado bastante alterada desde el incidente. Afortunadamente, ya parecía encontrarse mejor, pero si le dio un buen susto a medio internado. Carlos se preguntaba como se lo estaría tomando María. Le daba la sensación de que Héctor hubiese sido el gran amor de María si las circunstancias no se hubiesen interpuesto en su relación. Y aunque eso le dolía, nunca pudo llegar a odiar a Héctor por ello.

En cuanto a María, no le había dirigido la palabra en un par de días. La última vez que hablaron, la herida del antebrazo estaba ya casi curada, y ella ya le había “dado de alta” después de esa inspección. En esa última conversación, María le dejó saber que no le hacia ninguna gracia que hablase con Iván sobre “todo ese lío macabro en el que estaba él envuelto”. La verdad es que Carlos estaba de acuerdo con ella. De hecho, tras haber averiguado todo lo que ellos sabían, intentó distanciarse del grupo. Sólo esperaba que la historia de la gripe de Iván hubiese colado, porque esta gente tampoco creía en las coincidencias. Los chicos no se lo habían tomado demasiado bien. Le habían citado en el dormitorio varias veces. Carlos les estuvo dando plantón desde la vez que le mostraron el video de Noiret en el bufete del padre de Julia.

Aun así, Carlos les había prometido que les mantendría al tanto de lo que encontrase en los pasadizos. Obviamente Marcos estaba desesperado por averiguar lo que esos hijos de puta le hicieron a su madre, y al parecer, a su hermana. Carlos lo entendía perfectamente, y siendo un hombre de palabra, estaba dispuesto a contarles lo suficiente como para que supiesen lo que estaba pasando sin extenderles la oportunidad de que se metiesen en líos. El problema era que por el momento no había encontrado nada de nada. Había rastreado el área de los pasadizos por la zona del pozo varias veces sin encontrar ni la entrada a los laboratorios, ni nada que se lo pareciese.

Bueno, eso por lo menos le agradaría a María, aunque casi no se hablaban excepto para saludarse fríamente por las mañanas en la cocina, o hablar de trabajo brevemente. En el fondo, y por mucho que le doliese a Carlos, era lo mejor para ella. Y fue por eso que seguía manteniendo su distancia. Le debía por lo menos eso. Ya le había hecho sufrir bastante, entre los secretos que todavía no podía contarle (nunca le podría confesar que su padre fue un asesino) y haberle fallado en proteger a su hijo, no merecía estar con ella. Ya fue lo bastante egoísta al no frenar esta relación antes de que empezase. ¿Qué coño pensaba que podría haber pasado? Los finales felices no estaban escritos en su futuro, Carlos ya había asumido eso desde hacía bastante tiempo.

Era un día soleado, y Carlos decidió salir a fumar al patio una vez finalizado el recreo. Aunque lo hubiese dejado hace unos años, Carlos era el típico fumador que podía fumarse uno de vez en cuando sin caer otra vez en el hábito. Y hoy, precisamente, necesitaba uno. Aprovechó que el lugar estaba desierto, encendió uno apoyándose contra la pared de piedra, y comenzó a repasar mentalmente todo lo que había averiguado en las últimas semanas. Cuando estaba ya a punto de apagar lo que quedaba del cigarro, aparecieron Iván y Marcos por la puerta de servicio. Iván ya podía andar sin cojear, lo cual era muy buena señal.

_ No deberían vernos juntos, _ dijo Carlos en voz baja sin mostrar ni sorpresa, ni ansiedad. Ofreciéndoles un cigarrillo a cada uno, añadió: _ Puede ser peligroso.

_ Han pasado casi dos semanas, _ acusó Marcos, extrayendo uno de la cajetilla.

_ Y si hubiese averiguado algo que tuviese que ver con tu madre o con tu hermana, te lo hubiese dicho.

_ ¿Has bajado a los pasadizos? _ preguntó Iván, acercando el cigarrillo al mechero encendido que le estaba ofreciendo Carlos.

_ Varias veces, sin éxito. ¿Qué tal la pierna?

_ Bah, mejor, _ dijo Iván mirándose la pierna y encogiéndose de hombros.

_ Habrá días que te molestará mas que otros durante algún tiempo, _ dijo Carlos.

_ ¿Cómo lo sabes? ¿Te han disparado alguna vez?

Carlos les ofreció una media sonrisa, pero no contestó a la pregunta. _ ¿No deberíais estar en clase?

_ Pensamos que hablar contigo era mas importante que aprender a declinar rosa/rosae, _ dijo Marcos amargamente. Su frustración era evidente. _ Llevas ya tiempo evitándonos. Necesito respuestas. Te prometimos no seguir investigando por nuestra cuenta, pero no yo no puedo quedarme cruzado de brazos, ¡joder!

Carlos estudió sus caras. Los dos llevaban una expresión intensa, con esa típica impaciencia juvenil la cual termina metiendo en líos a tantos adolescentes. Excepto en el caso de Marcos e Iván, esa impaciencia estaba justificada. Tiempo era algo que no tenían. Sandra Pazos estaba a salvo, pero quién sabe si la vida de Paula dentro del internado estaba en peligro.

_ Marcos, créeme cuando te digo que estoy haciendo todo lo posible por obtener respuestas. Pero tengo que hacerlo sin levantar sospechas.

_ ¿Sospechas de alguien mas aparte de. . . de Amelia? _ pregunto Marcos, formando la pregunta con dificultad. _¿Estás seguro de que Amelia es uno de ellos?

Los ojos de Marcos rebosaban con anticipación, con curiosidad, con culpabilidad. Últimamente no se separaba de su amiga (o mas que amiga, sin duda) Carolina. Parecía haber pasado pagina, y aun así. . .

_ Estoy seguro, _ confirmó Carlos. _ Aléjate de ella. Seguramente seguirá intentando sonsacarte información. Ándate con cuidado.

_ ¿Hay alguien más de quien tengamos que desconfiar? _ preguntó Iván.

Carlos le había dado muchas vueltas al asunto. En su línea de trabajo siempre se necesitaba un plan B, y ahora era el momento de compartir cierta información con Iván y con Marcos. Aunque todavía no tuviese todas las piezas del rompecabezas, era la única forma de asegurar su protección.

_ Escuchadme bien, _ dijo Carlos, alternado su mirada entre los dos chicos. _ Si me pasase algo a mí, podréis encontrar un aliado dentro del internado. Podéis confiar en Héctor.

_ ¿Héctor? _ dijo Marcos, con el ceño fruncido.

Carlos asintió. _ Hazme caso, Marcos. Él nunca dejaría que ni a ti ni a tu hermana os pasase nada malo.

Carlos daba por sentado que Héctor ya sabia que Marcos y Paula eran sus sobrinos, y que
Sandra Pazos era en realidad Irene Espí. Estaba convencido que ellos no habían ido a parar al internado “Laguna Negra” de casualidad.

_ ¿Sospechas de alguien que pueda estar trabajando para Ottox? _ preguntó Iván. Y con una sonrisilla sarcástica añadió: _ Aparte del carbón de mi padre, claro.

_ Todavía me queda bastante por investigar, _ mintió Carlos.

Por el momento no les podía decir nada sobre Camilo. Esa información podría ponerles en peligro. Estaba claro que ellos no iban a compartir ninguna información pertinente con el profesor de latín, y mucho menos ahora.

_ Nosotros podemos ayudarte, _ insistió Marcos, _ Podemos—

_ No, _ dijo Carlos, moviendo la cabeza de lado a lado. Mirando a Iván, añadió, _ Además le prometí a María que no te metería en más líos. Esto no es. . .

Carlos iba a decir que esto no era asunto de críos, pero estos chicos ya no eran unos críos. Estos últimos meses les había arrebatado cruelmente esa última fase de su adolescencia.

Iván tiro una calada profunda de su cigarrillo, exhaló el humo lentamente. _ ¿Qué tal las cosas con mi madre? _ preguntó inseguro, como si no fuese su lugar preguntar sobre el asunto. Al parecer Iván había aceptado a María como su madre y cada vez estaba más apegado a ella. Aun así, esa fue la primera vez que Carlos había oído a Iván referirse a ella como su madre, y eso le hizo sonreír. Cuando Carlos tardó en contestar, Iván continuó: _ Porque ya sé que te he dado la chapa por haberte liado con ella, pero quiero que sea feliz_. Iván bajó la mirada al suelo, como si hablar de ciertas cosas le resultase incómodo. _ Cuando estaba contigo parecía feliz.

Esta vez fue Carlos quien bajó su mirada.

_ Las apariencias engañan, Iván, _ dijo intentando ocultar todos los sentimientos infiltrados en esas tres palabras.

* * * * * * *

Estaba ya todo recogido después de la cena, y Carlos empezaba a sentirse decepcionado y frustrado por la falta de respuestas sobre el caso. La cosa se había estancado, y no estaba seguro de qué línea de investigación seguir, ya que todas parecían llegar a un callejón sin salida. Lo que Carlos no sabía en ese momento era que el caso estaba a punto de salir disparado en una dirección inesperada. Una dirección que le pondría física y emocionalmente a prueba como nunca lo había estado.

Iba de camino a su habitación cuando se cruzó con dos peques amigos de Paula por uno de los pasillos. Carlos, que tenía un gran don de niños, se puso en cuclillas para estar a su altura.

_ ¿Dónde habéis dejado al tercer mosquetero?

Los ojos del niño engrandecieron al verle. Los de Evelyn viajaron desde su amigo a Carlos, la expresión en su cara entre miedo y sorpresa. Algo estaban tramando estos dos.

_ ¡Díselo! _ susurró Evelyn.

El chico sacudió su cabeza de lado a lado, obviamente reacio.

_ ¿Dónde esta Paula? ¿No va siempre con vosotros?

_ ¡Lucas! ¡Se lo tenemos que decir!

_ ¿Qué es lo que me tenéis que decir?

_ Es que Lucas ha tenido un sueño de los que se cumplen, y. . .

Lucas comenzó a toser y a respirar con dificultad. Parecía bastante nervioso.

_ ¿Estás bien, chaval? _ dijo Carlos preocupado, tocándole el brazo.

El niño asintió vigorosamente. _ Me prometiste que no se lo íbamos a decir a nadie, _ dijo Lucas girándose hacia Evelyn.

_ Si, pero a Fermín sí se lo tenemos que decir.

_ ¿A mí sí me lo podéis contar? _ dijo Carlos siguiéndoles el rollo. _ ¡Uy, qué privilegio! ¿Y cómo es que a mí me lo podéis contar?

Los niños se miraron el uno al otro, muy serios.

_ Porque el sueño era sobre ti, _ dijo Lucas en voz baja. _ En mi sueño tu. . .

Cuando el muchacho no pudo continuar, Evelyn miró a Carlos con ojos tristes.

_ En el sueño de Lucas tu apareces muerto.

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