
Carlos entró en la ducha. María, tumbada en la cama, lloraba, desconsolada. No quería saber qué era lo que había pasado entre Fermín y Rebeca. Él tenía derecho a hacerlo, a olvidarle a ella, pero aún así le dolía. Cuando escuchó la puerta del baño y el agua correr, se secó las lágrimas y se incorporó en la cama. Decidió olvidar el tema, no iba a ser más egoísta con él, era ella la que le dejó solo y lleno de dolor.
Se levantó y se dirigió al baño. Tenía que coger la ropa de Fermín y echarla a lavar, debería haberlo echo la noche anterior, pero no se dio cuenta. Fermín no había traído más ropa que la puesta y no podrían comprar nada por allí ya que en aquel lugar no había tiendas de ropa.
Entró sin llamar. Fermín estaba metido en la ducha, tras la cortina.
- Fermín te cojo la ropa ¿vale?, la voy a meter en la lavadora.
- y ¿qué me pongo?
- Te dejo aquí encima un albornoz - María se fue sin decir nada más. Carlos se olió que hubiese escuchado la conversación con Rebeca. Anoche estuvo muy cariñosa con él y ahora de repente la notaba tajante y fría, lejos de él.
María estaba calentando dos vasos de leche en el microondas de la cocina cuando entró Carlos. María se quedó mirándole. No quería reírse porque no estaba con mucho humor, pero no lo pudo evitar.
- Perdona Fermín - dijo entre risas - pero es que no puedo evitar reírme.
- Me podrías haber dado una toallita a lo Espartaco - dijo bromeando - esto me queda enorme, y no te rías que ya me siento lo suficientemente ridículo eh.
Estuvieron allí desayunando entre risas un buen rato. Ese momento fue uno de los más felices desde su reencuentro después de lo que había pasado, no pensaban tener un momento así, juntos y poder olvidarse de todo, de cualquier problema.
La secadora hizo su habitual aviso y mientras Carlos se vistió, María se dirigió al dormitorio y se quedó mirando a Fermín, pensando qué les depararía el futuro.
- Fermín ¿qué vamos a hacer ahora?
- Deberíamos marcharnos antes de que se atrevan a mandar a más tíos como aquel - al ver la cara de María, la tranquilizó - eh. eh - se acercó a ella y le cogió la mano - nadie te va a hacer nada ¿me oyes? Además tal y cómo están las cosas en el internado no creo que pierdan el tiempo con esto.
- En el internado ¿qué está pasando en el internado? - María se puso histérica - Fermín tenemos que ir. Iván está allí¡
- No te preocupes. No está pasando nada. - le tranquilizó - Iván está a salvo. Olvida lo que te he dicho. Escúchame María, tengo que hablar de contigo - aprovechó a cambiar de tema. Ya era hora de contárselo. Carlos le pidió a María que se sentase en la cama - cuando te fuiste - le costaba decírselo.
María tragó saliva. Sabía lo que le iba a contar y no sabía si quería escucharlo. Carlos bajó la cabeza y la pegó contra sus manos, tenía que encontrar la forma de decírselo.
- Cuando te fuiste yo me quedé roto de dolor. No sabía cómo iba a superar no tenerte a mi lado una vez más. Tampoco quería buscarte, para no ponerte en peligro. Me tenía que alejar de ti y olvidarte y creí que la única forma de hacerlo sería si…
María posó su mano sobre los labios de Carlos para que no siguiese hablando. No quería saber más. Fermín tenía sus razones y no quería hacerle sufrir más.
- Fermín, no hace falta que digas nada. Tenías tus razones. Lo importante es que ahora estemos juntos y ya nada nos va a separar.
- Nunca - Fermín, acabó la frase y se acercó a ella. Se miraron a los ojos y poco a poco acercaron sus caras hasta que se rozaron, su respiración se unió y sus labios se rozaron hasta convertirse en un beso. Un beso que selló todo lo pasado. Se saborearon durante un rato y al final María le abrazó.
- No sabes cuanto te he echado de menos.
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