
Llegaron a un restaurante, aparcaron el coche y entraron. María no hacía más que dirigirle sonrisas a y Fermín se las devolvía todas, algunas con un guiño de ojo incluido. Carlos se acercó a un camarero, mientras María le observaba, atenta. Habló con el camarero y este les dirigió a una mesa, apartada del resto. En el restaurante había pocas personas, la mayoría de ellas parejas.
- ¿Qué le decías al cocinero? - María bromeó con Fermín cuando el cocinero se hubo marchado - no andarás con sobornos ¿no?
- Qué poco te fías de mí.
- Más de lo que debería.
- Cómo te he dicho antes. Quería compensarte. Por no haber celebrado tu cumpleaños aquel día - cuando María iba a decir algo, Carlos se le adelantó - Bueno y porque quería pasar este rato contigo, que nunca hemos tenido una cena así, solos.
- Gracias Fermín - el camarero le interrumpió.
- Aquí tienen la carta del menú ¿qué desean tomar?
Pidieron los dos un vino, a elección de Carlos, que entendía más que María del tema. La cena transcurrió tranquila entre miradas y sonrisas. Carlos le cogió la mano a María, que en ese momento la tenía sobre la mesa.
- María, sabes que hasta ahora no hemos estado siempre tan bien cómo queríamos, pero a partir de ahora las cosas van a cambiar. Tú eres mi vida y no quiero perder todos los momentos que podemos vivir juntos - María escuchaba emocionada - Cómo todos esos momentos que ya hemos pasado. Porque desde que te conocí has sido mi mayor misterio. Porque confiaste en mí para contarme lo de tu hijo… aunque al principio te molestaba que te preguntase… - los dos rieron, reconcordando viejos tiempos en el internado. Pero aquel día entraste por mi ventana y me lo contaste todo.
- Y tú me ayudaste, sin pedir nada a cambio - resaltó María - Y me has ayudado tanto desde entonces…
- Por todo eso, quiero estar siempre a tu lado y, aunque, sé que - se sacó algo del bolsillo, era una cajita pequeña, cuadrada - no te gustan los compromisos… - . Se arrodilló en el suelo, junto a María y sacó un anillo precioso de aquella pequeña caja. Se lo colocó a María en el dedo, con suma delicadeza, mientras María lloraba, tremendamente emocionada. - ¿quieres casarte conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario