Volvió al internado con un manojo de sensaciones en el cuerpo, incapaz de separar unas de otras. Frustración, arrojo, dolor, ternura, miedo. Ganas de romper un cristal. Ganas de apretar un gatillo. Ganas de correr, de llorar, de reír, de escapar, de abrazar.
Cuando abrió la puerta de la habitación, casi se había olvidado de que la encontraría llena de gente. Alrededor de la mesa, Julia, Iván y Rebeca se perdían en la inmensidad de un mar de informes repletos de nombres desconocidos, virus, niños, muerte y enfermedad. Cuando le vieron llegar, sólo Rebeca siguió enfrascada en la tarea. Iván se levantó despacio y se acercó a Carlos. No parecía el mismo que había dejado unas horas antes. Se había duchado, se había cambiado de ropa y su gesto hacia el cocinero se había suavizado ostensiblemente.
- Fermín… ¿has podido ver a María?
Carlos asintió en silencio, con un nudo intragable aún en la garganta.
- ¿Cómo está?
- Bien. Cabreada, pero eso tiene que ver sólo conmigo.
Sonrió y esquivó a Iván para coger una silla y sumarse a la improvisada reunión alrededor de la mesa.
- ¿Qué tenéis?
- Nada nuevo.
A Rebeca parecía habérsele olvidado por completo la herida de la pierna y el horror vivido en la ermita el día anterior. Cuanto más miraba los informes, más se enfrascaba en ellos. Los leía y los desechaba con avidez, anotando datos. Carlos sabía que su mente era un hervidero, a pesar de ése “nada nuevo”.
- Fermín, ¿qué es todo esto?
Julia era la que parecía más desconcertada a pesar de que los chicos atesoraban más información de la que la organización había conseguido reunir en el último año.
Carlos se aclaró la garganta y trató de resumir todo lo que había comprendido en las últimas horas.
- Los informes pertenecen a todos los niños que han sido manipulados genéticamente en busca de la raza aria, ya sabéis de que va esto ¿no?
Iván le interrumpió, como si todavía no tuviera la mente lo suficientemente clara para entender lo que le estaban diciendo.
- ¿Manipulados genéticamente? Pero eso…
- La sangre que te salvó la vida había sido manipulada, como la de todos los niños que figuran en ésos informes. Irene, Paula, Hugo, todos. Por lo que parece, para comprobar si realmente habían conseguido la sangre pura que buscaban tras alterar el ADN, les inoculaban distintos tipos de virus para ver cómo reaccionaban. Luego los encerraban en jaulas. Allí fue donde el virus mutó, los niños se contagiaban unos a otros, y se originó la enfermedad, que probablemente sea un virus hecho de varios. Es probable incluso que existan variantes de la misma enfermedad, dependiendo de qué virus interaccionaran.
- ¿Pero qué pintan Hugo y Paula en ésa lista? ¿Los otros niños eran huérfanos, no?
- Los experimentos no han cesado en ningún momento. Paula es hija de una de las primeras niñas con las que experimentaron. Probablemente Hugo y Daniel también lo fueran. El Proyecto Géminis ha matado, manipulado y engañado para hacerse con los niños que les interesaban…
Rebeca le interrumpió, negando con la cabeza.
- Tenemos que entregarle todo esto a la organización…
- No.
La respuesta fue rápida y rotunda, dejándola congelada. Conocía las formas bruscas de Carlos, pero no le cabía en la cabeza que a estas alturas, con todo lo que tenían entre manos, no hubiese informado ya.
- Les he entregado a Hugo. Pero ahora la organización tiene que hacer algo por mí. Cuando lo hagan, se lo daré todo, yo también quiero que esos cabrones paguen por lo que han hecho, pero primero tengo que cumplir una promesa, y necesito algo con lo que negociar.
Se levantó sin decir nada más y salió al pasillo. Sacó el móvil y marcó la tecla de pulsación rápida.
- ¿Tienes lo que te pedí?
- Carlos, no es fácil. Hay mucha gente trabajando en San Antonio y es imposible saber quién tiene conocimiento del Proyecto Géminis y quién no.
- Oye, ya sé que es difícil, pero vosotros tenéis acceso a su intranet, podéis mirar currículum, informes…
- Ése centro es privado, así que todo el personal sanitario ha sido contratado por expreso deseo de la junta directiva, no sabemos en quién podemos confiar.
- Saúl, no me jodas…
- Hay un chico. – Carlos percibió un titubeo en la voz de su interlocutor. - Se llama Daniel y trabaja en el servicio de limpieza. Sería sumamente extraño que estuviera implicado, ha entrado a trabajar por el turno de discapacitados, y ya sabes que eso no gusta demasiado a los Géminis.
- ¿Discapacitados?
- No tenemos muchas más opciones…
- ¿Qué discapacidad tiene?
Saúl dudó y guardó silencio un par de segundos antes de responder.
- Carlos, Daniel tiene Síndrome de Down.
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