¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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El pasado. Capítulo I

La mansión se erigía bella en la calle principal de la ciudad. Pero todos sabían que sus más preciados tesoros se encontraban dentro de ella. Se llamaban Esther y Eva y eran las hijas de un importante comerciante judío de la ciudad, Errera. Parecían hermanastras y el rumor se había extendido por el vecindario sin compasión, por algo una era rubia, otra morena, una fuego, otra hielo, una arte, la otra devoción.

Eran el mayor orgullo de su padre y con el paso de los años lo fueron aún más, cuando este ahogó la soledad de su viudez en ellas. La mujer de Errera había fallecido joven, a la edad de veinte dejándolo con su whisqui, su fortuna y sus niñas. Lo que no pudieron impedir sus monedas fue el paso del tiempo para estas. Y no solo él se dio cuenta de ello.

Pronto empezaron a aparecer todo tipo de pretendientes llamando a su puerta. Pero Errera los despachaba a todos sin miramientos. Que si no tenía la suficiente clase, muy joven o muy mayor o que su apellido no era digno de emparentarse con el suyo. Para alivio de sus hijas pero por el contrario mientras tanto llenándose los bolsillos de futuros enemigos.

- A mí no me echará.- fue la frase que pronunció Joaquín Fernández con altivez y premeditada altura de voz en un café. Todos tenían que escucharle para que se comentara más adelante.
Nadie se atrevió a corregirle. Fernández tenía la renta más acaudalada kilómetros a la redonda junto con Errera. Así que el negocio parecía claro. Pero si de algo pecaba en sus ratos libres Joaquín Fernández era de ser señorito, especialmente de los de la clase ociosa. Y se sentó a esperar creyendo tener guardado bajo su manga el as del triunfo. Ah, pero ya se sabe que la confianza es la amiga traicionera del esfuerzo, y Joaquín pagó muy caro este.

Una buena mañana en que la luz descansaba desprevenida bajo gotas de rocío alguien apareció. Era de mediana estatura, complexión delgada, labios finos y nariz prominente. Nadie sabía por qué fue a parar allí y si se le preguntase a alguien hoy en día aún lo seguirían dudando. Llevaba un abrigo elegante y largo y no quiso hacer ostentación de su estatus. Había alquilado una villa en la parte este de la colina y se disponía a ocuparla cuando la mayoría de servicio había llegado con antelación.
- ¿De quién será esa casa?- se preguntaban.
Pero el señor no bajaba de ningún carruaje, ni daba órdenes, y no aparecía por ningún sitio. El lugar, ya de por si supersticioso empezó a murmurar y la ira de Joaquín Fernández subía como la espuma.
- ¿Quién es ese tipo? Quiero saber cosas de él.- le dijo un día a uno de sus lacayos.
- Pero señor, es muy complicado…
- ¡No hay nada imposible!- bramó.- Mis oídos no están hechos para negaciones. Fueron criados en una cuna con laureles, de una madre amante, fiel y de alcurnia. Tú nunca entenderás eso.
- ¿Qué quiere que haga, señor?- preguntó como si se sentenciase.
- No será más que yo. Infórmate.- Su letra cuidada esgrimió varios garabatos en una pequeña cartulina. El criado comenzó a sudar porque sabía que cuando su dueño se entretenía en la caligrafía su genio desbordaba por dentro.
- Esta es toda la tinta que gastaré en ese sujeto.
El lacayo corrió como alma que lleva el diablo. No hizo falta que zigzagueara en el mercado temprano porque todos sabían de sobra quien era y se apartaron. No así el dueño de la nueva mansión que con una sonrisa cordial denegó la invitación.
- Su amo es muy amable pero no tengo tiempo. Déle recuerdos del señor Almansa.

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