Salieron al pasillo procurando no hacerse notar. Esa mañana, los alumnos habían marchado en desbandada lejos de aquel lugar, y sólo quedaban en el internado los profesores y el personal de cocina y limpieza, además de una decena de alumnos cuyos padres preferían castigarles con una estancia de verano en el centro que con cualquier otra cosa que supusiera soportarles.
Caminaban despacio, uno detrás del otro, cuando una voz les llamó desde el fondo del pasillo que ya dejaban atrás.
- ¿Os vais de excursión?
Era la última voz que Iván quería oír esa noche. Dejó los pies clavados en el suelo y no quiso girarse. Porque por primera vez en su vida, supo lo que era amar a una mujer: no querer que sufriera. Así de sencillo. Así de complejo. Se limpió rápidamente la nariz en un acto reflejo antes de volverse con la mejor de sus sonrisas.
- Julia…
- ¿No me ibas a avisar de que ya estabas aquí? Estaba preocupada, joder…
Cruzó los brazos y permaneció quieta delante de él. Iván la miró mientras tomaba conciencia, lentamente, de que quizá era la última vez que la veía. No quería hablar, no quería decirle nada, solo memorizarla para poder recurrir a su imagen más tarde.
- ¿No me vas a decir nada?
No.
Le llevó una mano a la mejilla y la besó, exprimiéndola, apurándola. Ella trató de apretar los labios al principio, pero acabó sucumbiendo a aquella extraña forma, nueva, de aproximarse a ella.
- Iván…
- Vamos a por mi madre, la vamos a sacar de allí. – Hablaba en un susurro, muy cerca de ella, acariciándole el rostro con el aliento. – Todo va a ir bien…
Ella le miró con extrañeza. Había cierta suavidad en su tono que nunca había estado allí antes. Fue Fermín el que rompió el momento, cuando se acercó a Iván y le agarró suavemente por el brazo.
- Tenemos que irnos…
Iván asintió sin palabras y se volvió para mirarla de nuevo.
- Enseguida vuelvo ¿vale?
- No voy a dejar que vayas solo.
- No estoy solo, aquí el cocinillas hará lo que sepa…
Sonrió, sin atisbo de amargura, y recorrió el estrecho camino que le separaba de sus labios para dejarle un beso tan corto como intenso. Se llevó su labio inferior entre los dientes y todo el miedo que le cabía en las entrañas.
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