¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

Blog no oficial de Marta Torné

Un amor inesperado. Capítulo I.

Image and video hosting by TinyPic

¡Héctor todo saldrá bien, no te preocupes!- fue lo único que me atreví a decirle mientras él se iba en la ambulancia con Marcos. En su cara se podía ver la tristeza, el dolor, realmente no estaba en su mejor momento. ¿Qué había pasado?, ¿Por qué Marcos había intentado suicidarse?

Quizás la pérdida de sus padres le había afectado más de lo que parecía a simple vista. Fermín se acercó a mí y me dijo que el chico saldría de esta, que es un chico fuerte. Me sentía mal, era una extraña sensación, sabía que Marcos era el mejor amigo de mi hijo, y además Héctor lo estaba pasando muy mal, eso me afectaba aunque intentaba ocultarlo.

Al día siguiente, Jacinta me despertó temprano, me dijo que Marcos estaba fuera de peligro, pero que se quedaría ingresado unos días en observación. Me duche y me vestí, le dije a Jacinta que iba a ir al hospital, que yo me quedaría con Marcos, para que Héctor volviera al Internado, necesitaba descansar, y sus alumnos también le necesitaban.

Mi jefa no puso impedimento alguno, así que le dije a Toni que me llevara al hospital, sabía que él lo haría sin preguntar nada, lo cierto es que aún me quería, aunque para mí sólo era parte de mi pasado.
Llegamos al hospital donde Marcos estaba ingresado, Toni se bajó del coche dispuesto a acompañarme, me acerqué a él mientras él me miraba fijamente. Le dije que iba a sustituir a Héctor, que cuando él llegara le llevara directamente al Internado, tan sólo asintió con la cabeza, en esos momentos creo que haría cualquier cosa por agradarme.

Llegué a recepción y pregunté por el nombre de Marcos Novoa Pazos, me dijeron que estaba en la habitación 207, así que me subí en el ascensor y llegué a la segunda planta, el olor de los hospitales no me gustaba, es más lo odiaba. Me dirigía a la habitación por los largos pasillos del hospital y entonces le vi, estaba sentado, en una silla, en la puerta donde se encontraba su alumno, con la cabeza agachada, le notaba agotado, cansado, pero muy despierto. Me acerqué a donde él estaba, y de forma bastante cautelosa le dije:

- Héctor, ¿cómo está el chico?
- Hola, María, está mejor, fuera de peligro, pero ¿qué haces aquí?
- He venido a quedarme con el chico, te necesitan en el Internado, nadie echará de menos a una limpiadora, pero a un Jefe de Estudios y un buen profesor sí, así que márchate que un coche te espera en la entrada, y no te preocupes que yo cuidaré de él como si fuera mi hijo.
- Pero María, yo…

No dejé que siguiera hablando, me adentré en la habitación y cerré la puerta, por la ventana pude divisar como entraba en el coche de Toni y se marchaba.
Lo cierto es que me había impresionado mucho verle así, la verdad es que Héctor no era el hombre más risueño del mundo, pero nunca le había visto tan agotado, era como si la vida para él hubiera dejado de tener sentido.

Me acerqué a la cama de Marcos, que abrió los ojos en ese mismo instante, y me preguntó por Héctor, le dije que ya no estaba allí, y me confesó que había estado al lado de su cama en todo momento, cosa que no me extraño lo más mínimo, se notaba en sus ojos que no había dormido en toda la noche.

Como Marcos se recuperó, pronto le dieron el alta médica y nos fuimos los dos en un taxi al Internado. Marcos me confesó que lo de las pastillas no fue con intención de suicidarse, sino que se tomó unos cuantos tranquilizantes para conciliar el sueño y se le fue la mano. Le dije que a partir de ahora yo le daría la dosis necesaria de aquellos medicamentos que necesitara, y él sonrió agradeciendo mi forma de actuar con él.

Este chico había perdido a su madre, necesitaba apoyo emocional, necesitaba que alguien le cuidara, le aconsejara, y además era el mejor amigo de Iván, así que me ofrecí para ayudarle en cualquier cosa, él volvió a agradecérmelo esta vez con un fuerte abrazo.

Llegamos al Internado, y nada más entrar salieron corriendo a nuestro encuentro Vicky, Carol, Roque, Julia, Paula y mi hijo Iván, todos abrazaban a Marcos, le apoyaban, entonces le vi, estaba echado en la baranda de las escaleras y miraba atentamente la escena, de repente se fijó en mí y esbozó una sonrisa.
Hacía tiempo que no le veía sonreír. Últimamente entre el regreso de Toni a mi vida, el día a día con Fermín y mi trabajo, no había coincidido mucho con Héctor, ahora me había dado cuenta de que lo estaba pasando francamente mal, pero su actitud era aparentar que podía con todo, aunque su mirada dijera lo contrario.
Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no me di cuenta de que Fermín llegó por detrás y me abrazó diciéndome lo mucho que me había echado de menos. Le abracé diciéndole que no exagerara, que apenas había estado fuera unas horas. Cuando Fermín me soltó y se dirigió a hacer sus tareas, levanté la cabeza buscando a Héctor, donde antes estaba, pero no lo encontré, ya no estaba.

Me sentía un poco mal, ese hombre siempre había estado pendiente de mí, de mis sentimientos, cuidando de mí, ayudándome, y en cambio yo no me di cuenta de cuando él me necesitó a su lado, un apoyo aparte de Jacinta, que era como una madre para él.
Como tenía una cuenta pendiente, me dirigí a su despacho, toqué en la puerta, pero nadie contestó. Abrí la puerta, pero no había nadie, ¿dónde estaría Héctor?, pensé que estaría en su habitación, ese día ya había acabado las clases, no había otra opción.

Me dirigía a la habitación de Héctor cuando vi pasar a Pedro, iba hablando sólo, cosa que me hizo bastante gracia, pero no le di mayor importancia. Cuando estaba frente a la puerta y me disponía a tocar, escuché unos sollozos que provenían de dentro, Héctor estaba llorando. Llamé a la puerta y no hubo respuesta, así que la abrí lentamente porque los lamentos iban en aumento. Nunca olvidaré ese momento, Héctor, el hombre duro, responsable y fuerte, estaba sentado en la cama llorando como un niño pequeño, de forma desconsolada. Cuando me vio intento ocultar sus lágrimas secándoselas con sus manos, pero era demasiado tarde. Me acerqué a su cama y me senté a su lado, ninguna palabra podría consolar ese dolor desgarrado, así que me limité a abrazarlo, no me importaba en ese momento el motivo de esa pena, sólo quería que supiera que estaba a su lado, el respondió a mi abrazo y su llanto aumentó. Estuvimos así más de diez minutos, cuando él se desahogó, levantó la cabeza y me miró, sus dulces ojos llenos de lágrimas se clavaron en los míos y tan sólo una palabra salió de sus labios: “¡Gracias!”

Me quedé callada, paralizada, le vi levantarse e ir al baño, dispuesto a lavarse la cara, y salir como si nada le pasara, como aquel hombre que nada le afecta y entonces deduje que no podía aportar nada más allí, me levanté y me fui sin que él siquiera se percatara de mi ausencia.

No hay comentarios:

AFILIADOS

Natalia Millán Fans - NMF Image and video hosting by TinyPic

Nuestro Botón