Héctor esperó al anochecer para ir a la habitación de María, no sabía qué excusa poner, improvisaría. Esa noche tenía guardia así que no sería muy inusual que apareciera a dar las buenas noches a “sus amigas”. Los pasillos estaban ya vacíos. Los últimos murmullos cotidianos antes de dormir de los alumnos se iban apagando a cada paso que daba. Esperaba que no fuera ya tarde y estuvieran durmiendo. Picó a la puerta. No oyó respuesta. La impaciencia no le dejó esperar mucho más que varios segundos para volver a llamar al a puerta. Esta vez, sí hubo respuesta. Jacinta abrió la puerta en pijama.
- Jacinta, discúlpame si te he despertado… ¿está María despierta aún?
- Héctor… es tarde. María acaba de irse a dormir con Fermín.
- ¿Con Fermín?
- ¿Te extraña? No es la primera noche, hijo, estás a por uvas…. Como no espabiles...
- Jacinta, ya sé que María está con Fermín. No me extraña, pero, tenía la esperanza de encontrarla en su habitación.
- Como te he dicho, se acaba de ir, si te das prisa, puede que la encuentres de camino todavía.
- Gracias, Jacinta.
En ese momento, varios sentimientos se le cruzaron por el camino. Indecisión. No sabía si sería muy conveniente aparecerse por sorpresa. Miedo. De ser rechazado o que estuviera ya con Fermín. Celos. Interminables celos de que el cocinero pudiera acariciarla esa noche y las restantes. Empezó a caminar rápido, tenía que encontrarla, tenía que llegar antes que ella.
Recorrió los pasillos como alma que lleva el Diablo. Tuvo suerte, María se había parado a hablar con Amelia. Esperó en la esquina. No quería ser visto. Una vez Amelia se despidió de María con una sonrisa, apareció.
-María…hola, ¿necesitas algo?.
- No. Eeemm… iba a la habitación de Fermín a comentarle algo sobre mañana.- no parecía muy creíble la excusa de María pero no se le ocurrió nada más en ese momento. Nunca había sabido improvisar muy bien. ¿Por qué tenía que mentirle? Fermín era su novio y él lo sabía. Pero su inconsciente quería disfrazar lo evidente, estaba con Fermín.
-Ah…bueno, eeem…
- ¿Querías algo?.
- No, nada.
-Entonces… ¿por qué me buscabas?
- No te buscaba, estaba haciendo guardia y te he encontrado por casualidad.
- Si, ya…por casualidad- esbozó maría una sonrisa. Era evidente que Héctor tampoco era muy bueno para improvisar.
- Bueno, sí. Quería hablar sobre lo de esta mañana.
- ¿Esta mañana? Creo que todo ha quedado bastante claro, Héctor. No pod…
- Te amo, María.- interrumpió el ex director.- y no me importa nada más- hizo una pausa- y tampoco lo que tú pienses al respecto ni que estés con otro hombre. Te necesito. Siento que no puedo más. Mi amor crece a cada segundo y necesito demostrártelo.
- Creo que no es el momento para hablar del tema, Héctor. Es tarde, Fermín me espera en su habitación y creo que no hay que darle más vueltas. No puede ser y punto.
-Pero tú también me quieres, no me lo puedes negar. Lo siento en cada reproche, en cada mirada, en cada temblor al tenerme cerca.
María no sabía cómo salir de la situación. Le gustaba escucharle. A cualquier mujer le gusta que le bailen el agua, pero para María era diferente, no era cualquier hombre, era ÉL. Tenía que irse, si le escuchaba más, caería rendida y no, su novio le estaba esperando.
- Lo siento, Héctor, me tengo que ir, me esperan- intentó finalizar la conversación de manera fría.
- Sabes que esto no termina aquí y que yo voy a seguir en tus sueños, en cada paso que des, en cada beso que te de Fermín, yo estaré allí, en tus pensamientos.
María, se dio media vuelta. Héctor se quedó parado, la situación se le iba de las manos. Se había declarado abiertamente, en mitad del pasillo del profesorado, a la mujer de su vida y ésta, no parecía conmoverse lo más mínimo. En cambio, ella, no sabía si realmente hacía bien. Dar la espalda a la oportunidad, quizá, de ser feliz. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero ya estaba hecho y tenía que ser consecuente.
-María, recuerda, voy a estar aquí siempre. Voy a gastar los años que me queden en esperarte. Lucharé por ti. No tengo una mejor idea con la que gastar mi tiempo que esperarte, y tú lo sabes. Piénsalo.- finalizó la conversación de De la Vega.
No sabía qué más decir, tenía tantos sentimientos indescriptibles. Veía que la situación se le iba de las manos, que tenia la oportunidad de decir algo favorable para volver con María o de decir algo inapropiado y fastidiarla para siempre. Se quedaba sin palabras, sin palabras que pudiera decir, porque tener, tenía infinitas. Se dio media vuelta. Estaba cansado y le quedaba una larga noche de guardia. Fue a la cocina a prepararse un buen café cargado, mientras, María llamaba a la puerta de su pareja.
Fermín, como siempre, abrió la puerta con una amplia sonrisa.
- Jacinta, discúlpame si te he despertado… ¿está María despierta aún?
- Héctor… es tarde. María acaba de irse a dormir con Fermín.
- ¿Con Fermín?
- ¿Te extraña? No es la primera noche, hijo, estás a por uvas…. Como no espabiles...
- Jacinta, ya sé que María está con Fermín. No me extraña, pero, tenía la esperanza de encontrarla en su habitación.
- Como te he dicho, se acaba de ir, si te das prisa, puede que la encuentres de camino todavía.
- Gracias, Jacinta.
En ese momento, varios sentimientos se le cruzaron por el camino. Indecisión. No sabía si sería muy conveniente aparecerse por sorpresa. Miedo. De ser rechazado o que estuviera ya con Fermín. Celos. Interminables celos de que el cocinero pudiera acariciarla esa noche y las restantes. Empezó a caminar rápido, tenía que encontrarla, tenía que llegar antes que ella.
Recorrió los pasillos como alma que lleva el Diablo. Tuvo suerte, María se había parado a hablar con Amelia. Esperó en la esquina. No quería ser visto. Una vez Amelia se despidió de María con una sonrisa, apareció.
-María…hola, ¿necesitas algo?.
- No. Eeemm… iba a la habitación de Fermín a comentarle algo sobre mañana.- no parecía muy creíble la excusa de María pero no se le ocurrió nada más en ese momento. Nunca había sabido improvisar muy bien. ¿Por qué tenía que mentirle? Fermín era su novio y él lo sabía. Pero su inconsciente quería disfrazar lo evidente, estaba con Fermín.
-Ah…bueno, eeem…
- ¿Querías algo?.
- No, nada.
-Entonces… ¿por qué me buscabas?
- No te buscaba, estaba haciendo guardia y te he encontrado por casualidad.
- Si, ya…por casualidad- esbozó maría una sonrisa. Era evidente que Héctor tampoco era muy bueno para improvisar.
- Bueno, sí. Quería hablar sobre lo de esta mañana.
- ¿Esta mañana? Creo que todo ha quedado bastante claro, Héctor. No pod…
- Te amo, María.- interrumpió el ex director.- y no me importa nada más- hizo una pausa- y tampoco lo que tú pienses al respecto ni que estés con otro hombre. Te necesito. Siento que no puedo más. Mi amor crece a cada segundo y necesito demostrártelo.
- Creo que no es el momento para hablar del tema, Héctor. Es tarde, Fermín me espera en su habitación y creo que no hay que darle más vueltas. No puede ser y punto.
-Pero tú también me quieres, no me lo puedes negar. Lo siento en cada reproche, en cada mirada, en cada temblor al tenerme cerca.
María no sabía cómo salir de la situación. Le gustaba escucharle. A cualquier mujer le gusta que le bailen el agua, pero para María era diferente, no era cualquier hombre, era ÉL. Tenía que irse, si le escuchaba más, caería rendida y no, su novio le estaba esperando.
- Lo siento, Héctor, me tengo que ir, me esperan- intentó finalizar la conversación de manera fría.
- Sabes que esto no termina aquí y que yo voy a seguir en tus sueños, en cada paso que des, en cada beso que te de Fermín, yo estaré allí, en tus pensamientos.
María, se dio media vuelta. Héctor se quedó parado, la situación se le iba de las manos. Se había declarado abiertamente, en mitad del pasillo del profesorado, a la mujer de su vida y ésta, no parecía conmoverse lo más mínimo. En cambio, ella, no sabía si realmente hacía bien. Dar la espalda a la oportunidad, quizá, de ser feliz. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero ya estaba hecho y tenía que ser consecuente.
-María, recuerda, voy a estar aquí siempre. Voy a gastar los años que me queden en esperarte. Lucharé por ti. No tengo una mejor idea con la que gastar mi tiempo que esperarte, y tú lo sabes. Piénsalo.- finalizó la conversación de De la Vega.
No sabía qué más decir, tenía tantos sentimientos indescriptibles. Veía que la situación se le iba de las manos, que tenia la oportunidad de decir algo favorable para volver con María o de decir algo inapropiado y fastidiarla para siempre. Se quedaba sin palabras, sin palabras que pudiera decir, porque tener, tenía infinitas. Se dio media vuelta. Estaba cansado y le quedaba una larga noche de guardia. Fue a la cocina a prepararse un buen café cargado, mientras, María llamaba a la puerta de su pareja.
Fermín, como siempre, abrió la puerta con una amplia sonrisa.
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