El agua volvió a escucharse fuera como si algo más grande se rindiese. Hacía mucho que David había dejado de tenerle miedo igual que a Joaquín Fernández. Este podía reencarnarse no solo en él, si no en muchas otras cosas. El contraste es que ahora se enfrentaba a un hombre adulto rodeado de cariño, que se convertía en toda su fuerza. Pero sus debilidades eran dos. Una de ellas su mujer, la otra su hijo.
Curiosa fuerza el sentir, como una flor que nace fuerte y hay que cuidarla para que no se debilite lanzando sus pétalos a las raíces para tener que volver a plantar, esa que se debería aprovechar más al tener fecha de caducidad, pero quizás no se hace por ser esta desconocida.
Él que siempre quiso más fue recompensado al no hacerlo siendo él mismo. Y repitiendo la fórmula allí estaba él para formar tres con Sara, para no dejarle desfallecer a cambio de preocupaciones y alegrías juntas. Que siempre eran mejores que a solas.
David se sentó en la oscuridad y agarró la labor que ella llevaba a medias donde se dibujaba una incipiente c. Nunca había querido ser padre, pero fue sorprendido por una criatura fuerte, sana, imparable a pesar de ser un bebé cuando ya no lo esperaban que daba razón a cada una de sus acciones correctas y compresión y perdón a las que no . Y cuando el niño le miraba como ahora pataleando sabía que eso era lo bueno que había venido a hacer.
Sara detrás se había levantado acudiendo por el ruido y ambos se miraron…
… Ambos nos miramos y en un mudo silencio sellamos el pacto de no contarle nada de lo sucedido, no para mentir si no para no deslucir una infancia. Y así luchamos contra lo inevitable, que alguien crezca, se separe de ti y se enfrente a lo que le espera. La imagen que queremos proyectar no es siempre la que se conserva de ti.
-¡Carlos!
Un fogonazo de memoria acudió de pronto a él al ser llamado. “¡Carlos! Así que tu nombre es Carlos.”
- ¡Almansa! Es la hora. Tienes alguien esperándote afuera.
Carlos recogió el diario de David que el viejo le había facilitado. Había llegado la hora de salir de de aquellos barrotes. Y no encontró a Saúl, que ya no estaba y había reconocido haber malgastado su tiempo en una lucha útil para la historia pero infructuosa para si, ni aquel coche millonario de lunas tintadas, y por primera vez desde la muerte de su padre y al llegar a comprenderle supo que era libre y que se daría a si mismo el derecho a ser feliz si es que aún lo merecía.
Mas no tendría hijos, la historia del hombre “malo” no se repetiría. Los niños no estaban hechos para él, sí en momentos puntuales pero no como se concebía la infancia y la familia ahora, aceleración, trabajo, estrés, apretadas agendas que eran asfixiadas premeditadamente por seguir el mismo estilo de vida, antes incluso de probarse a si mismo para ello. Y él existía para segundos de sentimiento, quizás de melancolía, de observar como alguien respira plácidamente mientras duerme inundado en los cabellos y en sus sueños.
El vacío de no dejar rastro más allá de él sin embargo le llenaba de amargura. Nadie se repetiría a través del tiempo en su risa, su mirada, en la manera de rascarse la cara y el universo así le parecía de una largura tan infinita que parecía querer engullirle hacia el abismo. En eso no obstante residía la belleza de estar en el mundo, arriesgarse, tener miedo, que las cosas salieran mal para saber valorar las victorias.
Su mañana empezaba hoy tal como lo había concebido David, en forma de lección tardía por no estar con él. El ser amado por alguien en la esperanza de convertirte con ello en lo que eres reflejándote en otros para bien. Por fin era libre, a través de lo más hermoso que uno pueda alcanzar.
Curiosa fuerza el sentir, como una flor que nace fuerte y hay que cuidarla para que no se debilite lanzando sus pétalos a las raíces para tener que volver a plantar, esa que se debería aprovechar más al tener fecha de caducidad, pero quizás no se hace por ser esta desconocida.
Él que siempre quiso más fue recompensado al no hacerlo siendo él mismo. Y repitiendo la fórmula allí estaba él para formar tres con Sara, para no dejarle desfallecer a cambio de preocupaciones y alegrías juntas. Que siempre eran mejores que a solas.
David se sentó en la oscuridad y agarró la labor que ella llevaba a medias donde se dibujaba una incipiente c. Nunca había querido ser padre, pero fue sorprendido por una criatura fuerte, sana, imparable a pesar de ser un bebé cuando ya no lo esperaban que daba razón a cada una de sus acciones correctas y compresión y perdón a las que no . Y cuando el niño le miraba como ahora pataleando sabía que eso era lo bueno que había venido a hacer.
Sara detrás se había levantado acudiendo por el ruido y ambos se miraron…
… Ambos nos miramos y en un mudo silencio sellamos el pacto de no contarle nada de lo sucedido, no para mentir si no para no deslucir una infancia. Y así luchamos contra lo inevitable, que alguien crezca, se separe de ti y se enfrente a lo que le espera. La imagen que queremos proyectar no es siempre la que se conserva de ti.
-¡Carlos!
Un fogonazo de memoria acudió de pronto a él al ser llamado. “¡Carlos! Así que tu nombre es Carlos.”
- ¡Almansa! Es la hora. Tienes alguien esperándote afuera.
Carlos recogió el diario de David que el viejo le había facilitado. Había llegado la hora de salir de de aquellos barrotes. Y no encontró a Saúl, que ya no estaba y había reconocido haber malgastado su tiempo en una lucha útil para la historia pero infructuosa para si, ni aquel coche millonario de lunas tintadas, y por primera vez desde la muerte de su padre y al llegar a comprenderle supo que era libre y que se daría a si mismo el derecho a ser feliz si es que aún lo merecía.
Mas no tendría hijos, la historia del hombre “malo” no se repetiría. Los niños no estaban hechos para él, sí en momentos puntuales pero no como se concebía la infancia y la familia ahora, aceleración, trabajo, estrés, apretadas agendas que eran asfixiadas premeditadamente por seguir el mismo estilo de vida, antes incluso de probarse a si mismo para ello. Y él existía para segundos de sentimiento, quizás de melancolía, de observar como alguien respira plácidamente mientras duerme inundado en los cabellos y en sus sueños.
El vacío de no dejar rastro más allá de él sin embargo le llenaba de amargura. Nadie se repetiría a través del tiempo en su risa, su mirada, en la manera de rascarse la cara y el universo así le parecía de una largura tan infinita que parecía querer engullirle hacia el abismo. En eso no obstante residía la belleza de estar en el mundo, arriesgarse, tener miedo, que las cosas salieran mal para saber valorar las victorias.
Su mañana empezaba hoy tal como lo había concebido David, en forma de lección tardía por no estar con él. El ser amado por alguien en la esperanza de convertirte con ello en lo que eres reflejándote en otros para bien. Por fin era libre, a través de lo más hermoso que uno pueda alcanzar.
1 comentario:
Video de la nueva temporada filtrado!!!
http://news.keteke.com/noticias/television/se-filtran-un-video-de-lo-nuevo-de-el-internado/2010/
qué pasada!
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