Daniel se ajustó las gafas y cerró la puerta con suavidad. Hay sitios donde el ruido no es un elemento bienvenido, y aquel era uno de ellos. Allí, el efecto mariposa se llevaba a su máxima expresión, y cualquier sonido fuera de lugar, podía desatar una oleada de gritos agonizantes, de lloros o de risas inesperadas.
Colocó la fregona dentro del cubo y cerró la bolsa de basura.
A Daniel le gustaba su trabajo, a pesar de que no terminaba de entender las ventajas de curar a la gente de aquella forma. A él le parecían más tristes cuanto más tiempo pasaban en aquel lugar.
Se dio la vuelta y miró la hilera de habitaciones que ya había terminado, para calcular a qué hora se iría a casa. Una figura tambaleante le llamó la atención al fondo del pasillo. Por los enormes ventanales se colaba sin contención el sol de la tarde de julio, cegándole la visión, y por un momento, tuvo miedo. Cuando le tuvo más cerca, le pareció uno de ellos. De los que estaban dentro. No llevaba uniforme ni le acompañaba nadie, pero sus ojos contenían el mismo terror que había visto muchas veces de puertas para adentro.
Cuando pasó a su lado, chocó con fuerza contra su hombro. El joven no dijo nada, se dio media vuelta y levantó la palma de la mano en señal de disculpa.
Daniel se dio cuenta de que el chico sangraba por la nariz.
Colocó la fregona dentro del cubo y cerró la bolsa de basura.
A Daniel le gustaba su trabajo, a pesar de que no terminaba de entender las ventajas de curar a la gente de aquella forma. A él le parecían más tristes cuanto más tiempo pasaban en aquel lugar.
Se dio la vuelta y miró la hilera de habitaciones que ya había terminado, para calcular a qué hora se iría a casa. Una figura tambaleante le llamó la atención al fondo del pasillo. Por los enormes ventanales se colaba sin contención el sol de la tarde de julio, cegándole la visión, y por un momento, tuvo miedo. Cuando le tuvo más cerca, le pareció uno de ellos. De los que estaban dentro. No llevaba uniforme ni le acompañaba nadie, pero sus ojos contenían el mismo terror que había visto muchas veces de puertas para adentro.
Cuando pasó a su lado, chocó con fuerza contra su hombro. El joven no dijo nada, se dio media vuelta y levantó la palma de la mano en señal de disculpa.
Daniel se dio cuenta de que el chico sangraba por la nariz.
2 comentarios:
Jo, chiqui, no sabes las ganas que tengo de leer el resto de este fic.
Bueno, si lo sabes porque te llevo dando la vara desde hace tiempo, pero bueno. Que conste en acta!!!! :P
más, más, más!
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