Aún seguíamos abrazados, le tenía tan cerca, podía sentir como su corazón latía, en esos momentos hubiera querido parar el tiempo, que no existiera nada más, y entonces recordé algo, alguien que también formaba parte de mi vida, que era muy importante para mí, mi hijo.
Me separé lentamente de mi amado, ahora más que nunca sentía que le quería:
-Héctor, tengo que irme. Me gustaría quedarme aquí contigo, pero tengo que hablar con Iván.
-Te entiendo María, pero me gustaría preguntarte una cosa, ¿lo nuestro es real o estoy soñando?
-Sí, estás soñando y yo soy ¡tu peor pesadilla jeje!-le dije riendo y dándole un suave besillo en la comisura de los labios.
Héctor se quedo allí acariciándose los labios y mirándome como solo él me mira, con esos ojos brillantes y llenos de felicidad y amor.
Llegué a la habitación de Iván, toqué en la puerta y abrió él, dentro estaba Roque, estaban discutiendo sobre una tal Mocopiercing:
-Iván acompáñame, quiero hablar contigo.
-Sí claro María-dijo Iván saliendo de su habitación y siguiéndome hasta el jardín.
Ya en el jardín me senté en un banco y él hizo lo mismo:
-A ver Iván, esto que te voy a contar no debe salir de aquí, prométemelo.
-Claro María, dime.
-Esta noche he estado en una especie de pasadizos, no encontraba la salida, alguien me seguía, y gracias a ti he podido salir sin ser descubierta.
-Pero, ¿cómo has descubierto los pasadizos?, ¿quién te seguía?, María esto es importante, ¿has visto a alguien abajo?
-Descubrí los pasadizos por casualidad, estaba dando un paseo por el bosque, encendí un cigarro y se me calló el encendedor, al cogerlo accioné una palanca oculta y entré. Allí abajo encontré una habitación con una cama y una cuna…
-Sí la cama de Irene, y ¿qué más viste?
-Pero ¿cómo sabes tú de quién es la cama, Iván?
-María, es una larga historia aquí están pasando muchas cosas, continúa, es importante.
- Antes de salir, escuché una voz, y esta mañana la he vuelto a escuchar, la voz era de Camilo.
-Camilo, no puede ser, Camilo uno de ellos.
De repente se escucharon unos pasos que se acercaban a nosotros. Iván asustado se levantó de golpe y entonces apareció Toni:
-Hola, hay que ver las casualidades de la vida, verdad María.
-Toni, vete de aquí anda-le dije intentando que la conversación no llegara a más.
-María, ¿conoces a este tipo?-me preguntó Iván.
-Sí chico, me conoce desde hace muchos años, verdad nena.
-Pírate Toni de una puñetera vez, Iván y yo estamos hablando.
-Sí, pues a mí también me gustaría hablar con el chico, no me seas acaparadora Pitu.
-¿Pitu?, María ¿me estoy perdiendo algo?, ¿quién es este tipo?-preguntaba Iván de forma insistente.
-Me encantaría explicártelo todo chico, si vienes conmigo, te lo contaré cerca de la chimenea aquí empieza a hacer frío-dijo Toni frotándose las manos.
-No, Iván no le hagas caso, éste no está bien-dije intentando convencer a Iván para que no fuera con él.
-Venga ya Pitu, ahora seré yo el loco. Vamos chico, esto te va interesar bastante.
Me quedé sentada en el banco, paralizada, que podía hacer, Toni le contaría todo a Iván, tenía que haberlo hecho yo, pero nunca saqué las fuerzas necesarias para hacerlo, ahora me odiaría, se que lo haría, y no podría soportarlo, ahora no. Me quedé allí llorando, maldiciéndome una y otra vez por ser tan cobarde, tan débil.
Me separé lentamente de mi amado, ahora más que nunca sentía que le quería:
-Héctor, tengo que irme. Me gustaría quedarme aquí contigo, pero tengo que hablar con Iván.
-Te entiendo María, pero me gustaría preguntarte una cosa, ¿lo nuestro es real o estoy soñando?
-Sí, estás soñando y yo soy ¡tu peor pesadilla jeje!-le dije riendo y dándole un suave besillo en la comisura de los labios.
Héctor se quedo allí acariciándose los labios y mirándome como solo él me mira, con esos ojos brillantes y llenos de felicidad y amor.
Llegué a la habitación de Iván, toqué en la puerta y abrió él, dentro estaba Roque, estaban discutiendo sobre una tal Mocopiercing:
-Iván acompáñame, quiero hablar contigo.
-Sí claro María-dijo Iván saliendo de su habitación y siguiéndome hasta el jardín.
Ya en el jardín me senté en un banco y él hizo lo mismo:
-A ver Iván, esto que te voy a contar no debe salir de aquí, prométemelo.
-Claro María, dime.
-Esta noche he estado en una especie de pasadizos, no encontraba la salida, alguien me seguía, y gracias a ti he podido salir sin ser descubierta.
-Pero, ¿cómo has descubierto los pasadizos?, ¿quién te seguía?, María esto es importante, ¿has visto a alguien abajo?
-Descubrí los pasadizos por casualidad, estaba dando un paseo por el bosque, encendí un cigarro y se me calló el encendedor, al cogerlo accioné una palanca oculta y entré. Allí abajo encontré una habitación con una cama y una cuna…
-Sí la cama de Irene, y ¿qué más viste?
-Pero ¿cómo sabes tú de quién es la cama, Iván?
-María, es una larga historia aquí están pasando muchas cosas, continúa, es importante.
- Antes de salir, escuché una voz, y esta mañana la he vuelto a escuchar, la voz era de Camilo.
-Camilo, no puede ser, Camilo uno de ellos.
De repente se escucharon unos pasos que se acercaban a nosotros. Iván asustado se levantó de golpe y entonces apareció Toni:
-Hola, hay que ver las casualidades de la vida, verdad María.
-Toni, vete de aquí anda-le dije intentando que la conversación no llegara a más.
-María, ¿conoces a este tipo?-me preguntó Iván.
-Sí chico, me conoce desde hace muchos años, verdad nena.
-Pírate Toni de una puñetera vez, Iván y yo estamos hablando.
-Sí, pues a mí también me gustaría hablar con el chico, no me seas acaparadora Pitu.
-¿Pitu?, María ¿me estoy perdiendo algo?, ¿quién es este tipo?-preguntaba Iván de forma insistente.
-Me encantaría explicártelo todo chico, si vienes conmigo, te lo contaré cerca de la chimenea aquí empieza a hacer frío-dijo Toni frotándose las manos.
-No, Iván no le hagas caso, éste no está bien-dije intentando convencer a Iván para que no fuera con él.
-Venga ya Pitu, ahora seré yo el loco. Vamos chico, esto te va interesar bastante.
Me quedé sentada en el banco, paralizada, que podía hacer, Toni le contaría todo a Iván, tenía que haberlo hecho yo, pero nunca saqué las fuerzas necesarias para hacerlo, ahora me odiaría, se que lo haría, y no podría soportarlo, ahora no. Me quedé allí llorando, maldiciéndome una y otra vez por ser tan cobarde, tan débil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario