¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Amistades Peligrosas (Capitulo I)



María sabía que no había vuelta atrás. Después de tanto tiempo queriendo averiguar la verdad sobre Fermín, ahora que se había topado con ese oscuro mundo de lleno, comenzaba a entender por qué él había tratado tan recelosamente de proteger su verdadera identidad. Y no fue por falta de advertencias. Había estado tratando de distanciarse de ella desde principios de verano. Ciertamente desde el inolvidable fiasco que fue su último cumpleaños. Y sus razones eran de peso. María debería haberle hecho caso, debería haberse alejado de él. Debería haber pensado en Iván, y en establecer un futuro con su hijo, lejos del internado, lo más lejos posible de Fermín.

Pero no pudo. El misterio que era Carlos Almansa era demasiado irresistible. Y ahora que tenía mejor idea de quien era él en realidad, tendría que atenerse a las consecuencias.

Las luces fluorescentes iluminaban de forma tétrica el cuarto de baño. El hotelucho de mala muerte era uno de los muchos que se encontraban al pie de la autopista, pero al menos tenía agua caliente y un colchón donde descansar. María era incapaz de dejar de temblar. Confiaba en que no les hubiesen seguido, pero estaba tan asustada y tan cansada que sólo podía permanecer sentada sobre la tapa del inodoro mientras Fermín, arrodillado ante ella, le limpiaba la herida de la rodilla.

María recordó con nostalgia aquella noche que le había curado otra herida en la pierna cuando intentaba escapar de su habitación por la ventana. ¡Habían pasado tantas cosas desde aquel día! Aquel Fermín, el simpático cocinero que siempre le echaba los tejos en el internado, era muy diferente al hombre que tenía en frente en ese momento.

Con el ceño fruncido, Fermín escurrió el pico de la toalla y se aseguró de limpiar bien el corte. María le observaba en silencio. El cardenal de su mandíbula hubiese sido más visible si se hubiese afeitado. El corte sobre su ceja derecha había dejado de sangrar. Y eso era hasta donde ella podía ver. Pero lo que más sobrecogió a María fueron sus ojos. Esos ojos tan expresivos, normalmente verdes y cariñosos, eran ahora oscuros e intensos.

Habrían cruzado a lo mejor tres o cuatro palabras en todo el viaje. María seguía en estado de shock. En cuanto a Fermín. . . era difícil determinar lo que se le estaría cruzando por la mente. De una cosa estaba segura, y es que nunca le había visto tan distante.

Arrojando la toalla sobre el lavabo, Fermín se puso de pie con gran dificultad, apoyándose contra el marco de la puerta para equilibrarse y cerrando los ojos momentáneamente.

_ ¿C—crees que aquí estaremos a salvo? _ preguntó María con un hilo de voz.

_ Por ahora si, _ respondió él ojeando la puerta de la habitación, y luego la ventana. _ Pero mañana tendremos que salir temprano.

_ ¿Iván? _ la desesperación en el tono de María era latente. _ ¿Está él en peligro?

_ No te preocupes. Mientras nadie sepa que es tu hijo, estará a salvo.

María no estaba tan segura. Iván tenía un don especial para meterse en problemas, y sin ella en el internado para velar por él, temía que pudiese pasarle algo terrible. Especialmente después del horror inimaginable del que acababa de ser testigo esa noche. Sólo esperaba que esos. . . monstruos se mantuviesen lo más lejos posible de su hijo.

_ ¿Qué quisieron decir? _ preguntó titubeante. _ “Gente de tu calaña”. ¿A qué se referían? ¿Por qué te quieren muerto?

Fermín, todavía apoyado contra la pared del baño, parecía estudiarla mientras consideraba la pregunta. A lo mejor estaba sopesando qué contar y qué callarse. Después de todo lo que había pasado esa noche, ¿Cómo podía ser que aun no confiase en ella?

_ Es una larga historia.

_ Fermín, por favor, no—

_ ¡María! _ interrumpió él empujando el marco de la puerta para volver a incorporarse. _ ¡Fermín no existe!

Ella bajó la cabeza, sorprendida ante el arrebato. Sabía que estaba furioso con ella por haber hecho caso omiso de sus advertencias, por haber “hurgado en sus asuntos”. Si no hubiese sido por su insaciable curiosidad, no estarían ahora en esta situación. El sentimiento de culpabilidad era agobiante.

_ Lo mejor será que descansemos un poco, _ dijo él, y aunque parecía algo mas tranquilo, María vio cómo apretaba la mandíbula.

Ella asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Lo único que quería era meterse bajo las sábanas y pretender que las ultimas cinco horas nunca hubiesen ocurrido. De todas formas algo le decía que jamás conseguiría conciliar el sueño.

1 comentario:

parchis dijo...

Uy, si estoy en un agradecimiento especial en este fic xD.

Gracias Nicole, pero sabes que no hace falta, que me hace bien sentirme útil ya que estoy metida también en el lío del blog :P

Además, he disfrutado un montón releyendo de nuevo Amistades peligrosas. Los que acabáis de empezar a leerlo no sabéis lo que espera.

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