¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

Blog no oficial de Marta Torné

Amistades peligrosas (Capítulo XI)



Aunque María ahora sabía con absoluta seguridad que seguían en peligro, París había ahuyentado muchos de sus temores. El agua caliente de la ducha acariciaba su cuerpo imprimiendo en su mente algunos de los momentos de ese día que no quería olvidar jamás: las maravillosas vistas desde la torre Eiffel, la indescriptible expresión de Fermín dentro del Louvre, el lento baile junto al Sena. . . Era como si sus pesadillas hubiesen dado paso a un sueño del cual no quería despertar. En cualquier momento Fermín entraría en la ducha con ella y harían el amor contra los azulejos, como aquella vez en el internado, como si los tres últimos días hubiesen sido borrados de la historia.

Pero Fermín no entró en la ducha con ella, y cuando la temperatura del agua comenzó a bajar, María salió del baño en toalla. Estaba cansada, pero deliciosamente revitalizada. Fermín estaba metiendo los pantalones y la camiseta que había llevado puesta en una bolsa del hotel. Los cortes en su cuerpo eran ya un espectro de lo que habían sido tan solo hacía un par de días. Los cardenales eran prácticamente invisibles. María hubiese jurado que algunos de ellos dejarían cicatrices, pero ahora comenzaba a dudarlo. La cosa tenía mucha mejor pinta. Ella desvió su mirada hacia sus propias muñecas. Todavía podía ver cinco dedos descoloridos impresos sobre su piel, pero poco a poco se iban haciendo menos distinguibles.

_ Dame tu ropa, _ pidió Fermín con la bolsa en la mano.

_ ¿Aquí en el hotel tienen lavadora? _ preguntó María entregándole su ropa.

_ No, _ dijo él con cara seria. _ Tienen a unos duendes muy bien entrenados que bajan al río a lavarla _. Fermín la ofreció una sonrisa torcida y un guiño. _ Claro, mujer. ¿Qué esperabas?

_ No sé, _ dijo ella encogiéndose de hombros con una sonrisa inocente. _ Nunca había estado en un sitio tan. . . elegante.

Aunque Fermín siguiese bromeando con ella, María había notado un humor mucho más austero desde que salieron corriendo del carnaval. Estaba preocupado, y eso era evidente.

_ ¿Crees que aquí estaremos a salvo? _ preguntó María.

_ Mientras estemos en la habitación sí. No se arriesgarían a matar a dos personas a sangre fría dentro de un hotel de cinco estrellas. No es su estilo. Levantarían demasiadas sospechas. Pero una vez que salgamos a la calle. . . _ suspiró, pasándose la mano por el pelo. _ Una vez que salgamos a la calle seremos un objetivo fácil.

_ Entonces—

_ No te preocupes. Intenta descansar. Mañana saldremos temprano.

Como un recordatorio de su pasado, el móvil comenzó a vibrar urgentemente sobre la mesa. Fermín frunció el ceño después de ver el número que aparecía en la pantalla. Con una expresión visiblemente confusa, contestó la llamada.

_ Creía que no querías saber nada mas de mí, _ fue lo primero que dijo.

María le miraba mientras se desplazaba de un lado para otro, como le había visto hacer otras muchas veces cuando hablaba por el móvil.

_ No, _ respondió después de una breve pausa. _ Bastante más lejos.

Después de un silencio mas largo, Fermín paró en seco. María vio como su cara se transformaba, iba perdiendo color.

_ ¿Qué? _ dijo casi sin aliento.

Las manos de Fermín comenzaron a temblar ligeramente. Alarmada, María se acercó a él, preocupada. Como si de pronto sus piernas no pudiesen soportar el peso de su cuerpo, Fermín se dejó caer sobre la cama. Apoyando los codos sobre sus rodillas, escuchaba con gran atención la voz al otro lado de la línea.

_ ¿C—cuándo?

La mirada de Fermín bailaba sobre un punto del suelo, perdida, desenfocada.

_ Joder. . .

El expletivo había sido apenas un suspiro quebrado. María escuchaba el profundo barítono que emergía del teléfono, pero era sólo un sonido sin sentido. Las palabras llegaban a sus oídos distorsionadas, ahogadas por la distancia.

_ ¡Dijiste que la protegerías! _ rugió Fermín, desencajado. _ ¡Me lo prometiste! ¡ME LO PROMETISTE!

Después de semejante arrebato, cerró el celular de un golpe y lo dejó caer a su lado. Su cara estaba lívida, no parecía haberse dado cuenta de la figura de María arrodillada frente a él. Se encontraba en un profundo trance. Su pecho se hinchaba y deshinchaba con cada toma de oxígeno.

_ ¿Fermín?

Alarmada, María trataba de llamar su atención con cierta cautela.

_ Fermín, ¿Qué ha pasado?

Pero él no estaba junto a ella, estaba a miles de kilómetros de esa habitación, congelado como una estatua. María comenzó a desesperarse, no sabía qué podía haber causado semejante reacción. Le cogió las manos y se quedó sorprendida de lo frías que estaban al tacto. ¡Dios, estaba helado! Se sentó a su lado, entrelazando su brazo con el de él y tirando ligeramente. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no reaccionaba?

_ Carlos. . .

Colocando la palma de la mano suavemente sobre su mejilla, repitió, _ Carlos, mírame.

Al escuchar su nombre, él giró la cabeza, buscándola con ojos encharcados. Parpadeó una vez, dos veces. María jamás le había visto llorar. Fermín gastaba bromas, se cabreaba, te dejaba de piedra con su intuición, hacia reír a los mas pequeños del internado, vacilaba con el servicio, desafiaba a Jacinta, se codeaba con los adolescentes. . . Fermín nunca lloraba.

_ Mi madre esta muerta, _ sollozó, ocultando su cara en el cuello de ella. Como si estuviese avergonzado. Como si ella pudiese reprocharle un gesto tan humano. Los brazos de Carlos se aferraban a María buscando el calor de su regazo. _ La han encontrado. . . en el suelo de su habitación. . . Han sido ellos. . . Ellos la han encontrado. . . Es culpa mía. . .

María intentaba encontrar coherencia en lo que iba diciendo, pero la desesperación del relato era tal, que le fue difícil recopilar suficiente información como para averiguar lo que había sucedido exactamente. Lo único que sabía es que Carlos acababa de perder a su madre, y el resto de los detalles podrían esperar.

Los sollozos agitaban su cuerpo violentamente. María le restregaba la espalda con una mano, mientras los dedos de la otra le acariciaban el pelo, acunaban su cabeza. Le susurraba palabras dulces en el oído, ñoñerías sin sentido con el fin de tranquilizarle. Sus labios besaban sus parpados entre susurros ininteligibles.

Está bien cariño. Beso. Estoy aquí. Beso. Estoy aquí…

Y ese pacto silencioso que existía entre ellos de nunca llamarse esas cursilerías que oían utilizar a otras parejas se fue a pique en ese momento de necesidad.

La noche les encontró acostados bajo la colcha, uno al lado del otro. Carlos había acabado agotado en brazos de María. El sueño por fin lo había reclamado entre lágrimas y gemidos. María nunca le vio tan roto, tan vulnerable. Nunca pensó que podría derrumbarse de tal manera en su presencia. Nunca había visto esa faceta que no era Fermín, pero tampoco era Carlos.

María nunca le había querido tanto como en ese momento.

No hay comentarios:

AFILIADOS

Natalia Millán Fans - NMF Image and video hosting by TinyPic

Nuestro Botón