¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Las Apariencias Engañan (PARTE IV)


A la mañana siguiente, Jacinta ya les estaba esperando en la cocina con una mirada severa.

_ Llegáis tarde, _ gruñó de esa forma tan peculiar en la que lograba intimidar a alumnos el doble de altos que ella. _ ¿Qué creéis? ¿Que el desayuno se sirve sólo?

A Carlos le pareció haber visto a la gobernanta hacerle un guiño a María con una sonrisa relámpago, pero puede que se lo hubiese imaginado.

Estuvo bastante complicado escaparse del internado durante el transcurso del día. Entre que uno de los pedidos no llegó a tiempo, y un par de niños desarrollaron una alergia a la leche de oveja, Carlos apenas tuvo tiempo para escaquearse entre el almuerzo y la cena para enviar un sobre urgente por correo a una caja anónima de Mail Boxes etc.. en las afueras de Madrid. Era la forma más segura de enviar documentos importantes. El procedimiento establecido era nunca enviarlos por correo electrónico por razones de seguridad. Si todo salía tal y como esperaba, Sandra Pazos habría identificado (o no) a algunos de los individuos que aparecían en esas fotos. Puede que en menos de 24 horas ya tuviese una respuesta.

Carlos se dirigía a su habitación cuando se topó con Toni en el pasillo del ala Este.

_ Tienes mala cara, Cocinillas, _ dijo éste con esa media sonrisilla que tanto le jodía a Carlos. _ Eso del celibato no lo llevas muy bien. Si quieres llamo a un par de colegas de la trena para que te entretengan un rato.

Carlos se dio media vuelta para encararle. _ Lo siento, pero no hablo gilipollas. A lo mejor uno de tus colegas de la trena puede traducir por ti.

_ Tú no querrías estar cerca si me juntase con uno de ellos, _ amenazó Toni, jugueteando con ese maldito destornillador que llevaba siempre encima.

Carlos le miró con desprecio, se preguntó por qué estaba perdiendo el tiempo con este imbécil, y decidió ignorar su amenaza como lo había hecho ya en varias ocasiones. Con paso acelerado, llegó a su habitación dando un portazo.



17 de abril, 2008

Tras haber seguido la primera línea de investigación intentando determinar quienes eran las figuras clave cuando este lugar era un orfanato, pienso que sería prudente, ya que ha habido nuevas revelaciones, estudiar detalladamente a los individuos que forman el profesorado del internado hoy en día.

Amelia Ugarte: ha pasado de posible sospechosa a agente del PG confirmada (aunque claramente reacia)

¿Motivos? Parece haber sido víctima de chantaje.

Héctor de la Vega: Su verdadero nombre es Samuel Espí. Hermano de Irene Espí. Los dos fueron separados cuando eran niños. Por razones desconocidas, Samuel pasó a llamarse Héctor de la Vega después de la adopción. Pero, ¿por qué hacerse pasar por otro huérfano? Solo me viene a la mente una razón por la cual esto podría haber sucedido: la vida de Samuel Espí corría peligro y alguien ocultó su verdadera identidad para protegerle. Y, no me extrañaría, que ese alguien fuese Jacinta García Aparicio.

¿Motivos? Ninguna conexión con el PG a primera vista, pero aun hay mucho que averiguar en cuanto al Señor de la Vega

Martín Cifuentes: Nuevo profesor de matemáticas. Padre de un niño de seis años, Lucas Cifuentes, quien también reside en el internado.

¿Motivos? No estoy seguro. Por el momento no ha dado ninguna razón para sospechar de él.

Pedro Camacho: Antiguo profesor de gimnasia. Recientemente fallecido. Acusado del homicidio de Mateo Tabuenca, antiguo profesor de matemáticas (también fallecido).

¿Motivos? Asumiendo que su muerte haya sido en realidad un suicidio (y eso no me lo termino de creer dadas las extrañas circunstancias alrededor de su muerte), puede que fuese un agente del PG arrepentido. Si fue asesinado, que es lo que me inclinaría a pensar, podría haber sido por descubrir algo que no debía, o haber estado en el sitio equivocado en el momento equivocado.

Mateo Tabuenca: Asesinado (al parecer tras ingerir una dosis letal de cianuro).

¿Motivos? De momento desconocidos, aunque no creo que su muerte fuese mera coincidencia. Creo que tanto Pedro Camacho como Mateo Tabuenca estuvieron conectados de alguna manera con el PG como agentes del mismo proyecto, o incluso, victimas desafortunadas del destino.

Carlos miró sus apuntes pensativo. Las muertes del profesor de gimnasia y el de matemáticas no podía ser coincidencia. Ahí había algo, y la mejor forma de indagar sobre las personas, era sin duda averiguando su pasado.

La pantalla de su ordenador portátil iluminó el cuarto. Se estaba haciendo tarde, y si no bajaba a preparar las ensaladas para la cena, Jacinta le iba a crujir vivo. Carlos miró su reloj. Todavía le quedaban 10 minutos. Sus dedos teclearon el nombre completo de Pedro a una velocidad vertiginosa. Tras una breve búsqueda sin que nada le saltase a la vista, Carlos tecleó el nombre de Mateo en el buscador. Tampoco encontró gran cosa. Estaba ya a punto de cerrar la página Web, cuando un articulo picó su interés.

“Accidente en la carretera de la Coruña causa una muerte y deja a un niño herido de gravedad”

Carlos abrió el artículo por curiosidad. El fallecido se llamaba Alfonso Tabuenca, dueño de una tienda de antigüedades en Córdoba. Su hijo, Mateo Tabuenca, fue el único superviviente de aquel trágico accidente.

Carlos sintió como si alguien le hubiese arrojado un cubo de agua fría encima. Rápidamente sacó su móvil del bolsillo y apretó la llamada rápida numero 3.

_ Carlos, _ contesto una voz femenina al otro lado de la línea. _ ¡Cuánto tiempo! ¿Cuánto ha debido pasar, tres o cuatro días desde que me pediste el último favor?

_ Ya sabes que oír tu voz me vuelve loco, _ coqueteó Carlos de forma que sabía que Silvia no se le podía resistir.

Ella suspiró, fingiendo impaciencia. _ ¿Qué quieres ahora?

_ Necesito que averigües todo lo que puedas sobre Mateo Tabuenca, _ dijo Carlos, deletreando el apellido para que no hubiese ningún error en la identidad. _ Absolutamente todo, ¿me oyes?

_ Pues muy bien, si averiguo qué marca de pañales usaba, no te preocupes que te lo digo.

_ Gracias, Silvia. Te debo otra.

_ Promesas, promesas . . .

No había terminado casi de colgar con Silvia, cuando le entró otra llamada. El móvil comenzó a vibrar con una impaciencia peculiar—Jacinta.

_ Ya bajo, Jacinta.

_ Más te vale, porque te veo haciendo de pinche del nuevo cocinero que voy a contratar si no estas aquí en cinco minutos.


PASADIZOS SUBTERRANEOS
INTERNADO “LAGUNA NEGRA”
11:17 PM


Habían pasado más de 24 horas y Carlos todavía no había recibido noticias de la organización. Probablemente Sandra Pazos no hubiese reconocido a ninguna de las personas en las fotografías, pero había merecido la pena intentarlo.

Mientras tanto, se había pasado mas de una hora siguiendo el mapa que Nora había trazado en su recorrido por los pasadizos en busca de algún índice, cualquier posible pista, que le pudiese llevar a los laboratorios. Tanto el viejo como él estaban convencidos de que tenían que estar ahí abajo.

La oscuridad era casi absoluta, y la linterna tan solo alumbraba pocos metros del corredor. Carlos mantuvo los oídos abiertos, escuchando el opaco sonido de sus pasos, y estudiando la pantalla del GPS atentamente. De pronto, una luz tenue emergió en frente suyo, y apenas tuvo tiempo de apagar su propia linterna antes de que las personas que llevaban la antorcha se acercasen demasiado. Carlos se ocultó detrás de uno de los huecos naturales formados en la pared. La piedra estaba fría y húmeda. Oyó a las dos sombras hablando en voz baja. No reconoció las voces hasta que estuvieron casi a su lado. ¡Joder! Eran Iván y su amiga. . . ¿cómo se llamaba esa chica nueva? [i]Julia[/i]. ¿Qué coño hacían aquí abajo?

_ ¡. . .hasta los cojones con tanto puchero! _ iba diciendo Iván.

_ Ya, pero es que es tu mejor amigo, tío _ decía la chica. _ Y te estas poniendo demasiado borde con él.

_ Paso de hablar de Roque, ¿vale?

_ Pues a mi me cae muy bien, y me jode que seas tan carbón.

_ Si, si. Te jode, pero aquí estas ahora conmigo.

Carlos no pudo oír nada más. Habían pasado por enfrente de él y había logrado permanecer oculto contra la roca, pero no le habían descubierto por los pelos. Ahora tenía dos opciones. Podía seguir en busca de los laboratorios, o seguir a estos dos para evitar que se metiesen en problemas. Y, la verdad, Carlos no tuvo elección.

Los jóvenes se metieron en tres pasillos diferentes. Carlos estaba bien entrenado, podía perseguir a alguien y pasar desapercibido, y le resultó bastante fácil seguir a estos dos sin que se diesen cuenta. Llevaba ya un rato sin poder escuchar lo que decían, pero llegó un momento en que pararon de andar y comenzaron a articular algo en un susurro algo mas alto.

Carlos les observaba de lejos. Parecía como si estuviesen discutiendo. Solo llegaban a sus oídos palabras sueltas.

_ … crees gilipollas?

_ . . .de esto. . . con una niñata!

_ . . . te atreves!

La última palabra que Carlos creyó escuchar fue “cazafantasmas”, antes de que Iván prácticamente se arrojase sobre ella y la empujase contra la pared. Carlos, alarmado, estuvo a punto de intervenir cuando se dio cuenta en el último momento de lo que en realidad estaba pasando.

Era algo peligroso, Carlos pensó, meterle mano a una chica con una antorcha ardiendo en la mano, pero al parecer Iván se las apañaba bastante bien. Los susurros se convirtieron en gemidos y suspiros de satisfacción. Carlos apoyó la espalda contra la pared sintiéndose como un intruso, y esperando pacientemente a que terminasen su cándido encuentro.

De pronto Iván levantó la cabeza, dijo: _Shhhhh!

Carlos también lo había oído. El eco de pasos acercándose por los pasadizos. Una luz alumbró la pared del corredor en el que se encontraban y una sombra se proyectó sobre ella, gigantesca e intimidante. Iván intentó apagar su antorcha lo más rápido posible, pero para cuando consiguió hacerlo, ya fue demasiado tarde.

Estremecedor y espeluznante, el sonido de un disparo resonó por los pasadizos. Carlos desenfundó su propia arma inmediatamente, viendo como los chicos comenzaron a correr en su dirección, intentando escapar instintivamente del peligro. Otro disparo, y Carlos vio horrorizado como Iván caía al suelo dejando escapar un grito de dolor.

_¡Mierda! _ exclamó Carlos entre dientes.

Apuntó al agresor que venia casi a zancadas en busca de su victima, y apretó el gatillo, escuchando el grito desgarrador del otro hombre. El disparo no fue mortal, y éste se dio a la fuga dando tumbos sin que Carlos pudiese verle la cara, el resplandor de su antorcha desapareció en pocos segundos. Carlos quería haber seguido al tipo ese, el caso hubiese avanzado inmensurablemente si lo hubiese hecho. Pero Iván estaba en el suelo, sangrando. De ninguna manera iba a dejar a los chicos sólos aquí abajo.

_ Ayuda, por favor _ Julia, arrodillada al lado de Iván, miraba a Carlos con ojos suplicantes.

Carlos enfocó la linterna sobre el muchacho, y sintió una ola de pánico cuando vio la gravedad de la situación. No tenía un segundo que perder. Iván necesitaba atención médica de inmediato.

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