¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Las Apariencias Engañan (PARTE VIII)


INTERNADO “LAGUNA NEGRA”
COMEDOR – 7:48 AM

Carlos se había levantado con un dolor de cabeza imponente. Eso le hacía todavía mas difícil ocultar el malestar del brazo, que tampoco se quedaba corto. Otra noche sin dormir y acabaría en el hospital comarcal mas cercano. El zumbido del comedor no ayudaba a su causa. Y si Jacinta volvía a gritarle sobre algo trivial, Carlos se juró asimismo que la amordazaría y la metería en la despensa.

_ ¡Fermín!

Hablando del rey de Roma. . . Carlos se dio la vuelta con una sonrisa forzada y vio a Jacinta con cara de pocos amigos, su lista de quehaceres como siempre bajo el brazo. La mujer miró con desdén la mesa de los desayunos.

_ ¿No ves que casi no queda leche? _ gruñó mientras estudiaba la bandeja de bollos detenidamente. _ Baja a la cocina y calienta dos jarras más. Y no te olvides de traer más magdalenas. Habiendo dicho eso, se fue refunfuñando algo en cuanto a “menos juerga por las noches” y “dónde estará María”.

De camino a la cocina, Carlos se cruzó con Marcos. Se notaba que el muchacho no había pegado ojo tampoco.

_ Oye Fermín, _ dijo Marcos, siguiéndole escaleras abajo.

_ Perdona, pero no tengo tiempo, _ dijo Carlos con esa media sonrisilla que reservaba para Fermín. Sus ojos, sin embargo, advertían: “aquí no, mantén la distancia”. _ Es que si no subo leche en dos minutos, Jacinta me tiene fregando platos hasta el curso que viene.

Marcos lo captó de inmediato.

_ A las diez esta noche en nuestra habitación, _ susurró, alejándose.

Carlos asintió, mensaje recibido, y siguió caminando como si nada. Una vez en la cocina, puso la leche a calentar y cogió dos aspirinas del cajón de los medicamentos. Menos mal que todo el personal de cocina estaba arriba ayudando con los desayunos, porque tenía muy pocas ganas de charlar con nadie. Estaba apoyado contra la pila, tomándose un baso de agua para ayudar a bajar las pastillas, cuando apareció María.

_ ¿Qué tal está Iván? _ preguntó Carlos, incierto. Esperaba que María le mandase a la mierda por atreverse a dirigirla la palabra, pero por curiosidad, por cortesía, y porque, joder, él también se preocupaba por Iván, no dudó en preguntar.

_ Mejor, _ dijo ella secamente sin siquiera mirarle a la cara. _ Le he subido un vaso de leche y unas galletas. La historia oficial es que tiene la gripe.

El cabreo de María era evidente. Carlos sabía que no era sólo lo de la herida de bala lo que la jorobaba, pero además tenía que mentir para encubrirle.

_ Si te puedo ayudar con algo hoy para que tú te puedas ocupar de él. . .

_ No te preocupes, _ dijo ella. _ Me las puedo apañar muy bien sin tu ayuda.

Mordiéndose el labio inferior, Carlos dio por sentado que María todavía iba a necesitar bastante más tiempo para perdonarle un desliz tan monumental. Y antes de que pudiese disculparse por centésima vez, Toni apareció por la puerta con esa sonrisilla de sumo orgullo que tenia siempre colocada. Carlos pasaba mucho de darle bola al manitas y vertió la leche hirviendo en dos jarras, llevando una en cada mano con el brazo derecho bastante inestable. Ya se dirigía hacia la salida, cuando Toni le agarro del antebrazo derecho para llamar su atención.

Carlos hizo un esfuerzo sobrehumano para no delatar la mordedura del perro, pero no pudo. Un intenso dolor le subió por el brazo hasta el hombro. La jarra cayó al suelo con un estruendo, derramando leche por todas partes. Carlos parpadeó un par de veces, secando las lágrimas que habían aparecido como por arte de magia. Apretando la mandíbula, miró a Toni con ganas de arrancarle esa puta mano y darle una paliza con ella.

_ ¿Qué pasa cocinillas? _ dijo Toni con tono burlón. _ ¿Te he hecho pupa?

_ Un día de estos me voy a cansar de tus putos comentarios, _ dijo Carlos, sus ojos tan amenazadores como el tono de su voz. _ Y créeme, Toni. De verdad que no quieres cabrearme hasta tal punto.

_ Toni, quita del medio, _ dijo María, antes de que Toni pudiese responder y entreponiéndose entre los dos. _ Tengo que limpiar esto.

_ Pero bueno, Pitu, _ canturreó Toni. _ ¿También vas limpiando detrás de este pardillo? ¡Pues vaya plan!

_ ¡Que te largues! _ gritó María, enfocando toda su furia interior contra Toni. Tan violenta fue su reacción, que dejó al manitas y al cocinero sin habla durante varios segundos.

_ Como quieras, _ dijo Toni al final. _ Pero que conste que yo te daba mucho menos trabajo que el pringao este_. Y, con una sucia mirada hacia Carlos, Toni se dio media vuelta y salió por donde había entrado.

María se acerco a Carlos y le cogió suavemente el brazo. _ Déjame ver.

_ No te preocupes. Ya casi no duele, _ mintió él, extendiendo el brazo de todas formas para que María le echase un vistazo. Un sudor frió le cubría la frente, y estaba casi seguro de que su cara estaba del mismo color que la leche que acababa de derramar.

Tras una breve inspección, María se lo volvió a vendar cuidadosamente. Carlos podía oler el champú en su pelo, el jabón en su piel, ese aroma tan especial a María que siempre lograba intoxicarle y hacerle perder la cabeza. Estaba hipnotizado por esas largas pestañas que parpadeaban ocasionalmente mientras ella le curaba, la forma de su boca cuando estaba totalmente concentrada en algo. ¿Cómo pudo haber pensado en marcharse sin ella? ¿Cómo podría haber sobrevivido sin verla todos los días? María levantó la cabeza, sus labios tan cerca de los de él que Carlos podía respirar su dulce aliento. Se miraron a los ojos, resucitando esa atracción que ninguno de los dos podía ignorar. Tras un largo silencio, Carlos reposó la mano izquierda en la parte baja de su espalda.

_ María. . .

Pero la magia del momento se rompió con el chillido de Jacinta desde la puerta.

_ ¡Fermín! ¡Deja de hacer el vago, y sube ya la leche! ¿Pero qué ha pasado aquí?

María pegó un salto hacia atrás con el susto, y miró a Jacinta sumisamente, empuñando la fregona de inmediato.

Hoy era el día, Carlos estaba convencido, que terminaría matando a Jacinta.


* * * * *

INTERNADO “LAGUNA NEGRA”
COMEDOR – 8:45 PM

El día había transcurrido sin ningún otro incidente. Carlos incluso había podido dormir un poco después de la comida. Su verdadera intención era escribir otro informe, pero llegó tan agotado a su habitación que se quedó dormido apenas su cabeza tocó la almohada.

Esa mini siesta le refrescó lo suficiente como para no cabrear a Jacinta el resto del día. Estaba cubriendo el turno de la cena, cuando entraron los chicos en el comedor. Seguramente Marcos les había advertido que actuasen normalmente en su presencia, como lo habían hecho siempre en frente de Fermín, y los chicos tenían futuro en la interpretación, porque todos ellos le ignoraron como de costumbre. Carlos sonrió, orgulloso de ellos.

Ya iban por el postre, cuando Jacques Noiret entró en el comedor y se dirigió a la mesa de los profesores, dio un breve beso a Elsa, y se sentó a su lado. Las miradas de Julia y de Carlos se cruzaron de forma fulminante pero con total y sobrecogedora comprensión. Noiret tenía el brazo derecho inmovilizado, sujeto con un pañuelo debido a una lesión en el hombro.

El mismo hombro el cual Carlos había disparado al agresor de Iván la noche anterior en los pasadizos.

* * * * * * *

DORMITORIO CHICOS
10:07 PM

Carlos estaba sentado en la silla del escritorio, su codo izquierdo apoyado sobre la rodilla, mirando la pantalla del ordenador con la grabación del último día en que el padre de Julia había visitado el bufete de abogados. Había llegado al cuarto minutos antes, y nada más entrar por la puerta Marcos cerró la habitación con llave. Iván estaba en la cama con cara de aburrimiento, probablemente harto de mirar a las mismas cuatro paredes todo el día. Al ver entrar a Carlos se le alegró un poco la cara—por fin una distracción, supuso—, pero no tanto como cuando segundos después entraron Julia y las otras dos chicas por la puerta. Marcos se sentó junto a Carolina en la cama, una conversación sin palabras podía percibirse en los ojos de ambos. Los labios de Carolina se curvaron levemente hacia arriba, sus dedos entrelazándose con los de Marcos tímidamente. Algo había cambiado en ella. En realidad algo había cambiado entre ellos, pero Carlos no se iba a entrometer en asuntos de romances colegiales. Lo único que le importaba era que Marcos se distanciase un poco de Amelia.

El chico bajito estaba sentado al revés en una silla, abrazando el respaldo, mientras Julia y Vicky fueron a sentarse a la cama de Iván. La primera abiertamente preocupada, la segunda mucho mas reservada. La intuición de Carlos raramente fallaba, y le pareció que en ese trío había un mal rollo, pero de nuevo, tenía cosas más importantes entre manos que preocuparse por historias de adolescentes.

_ ¿Conoces a alguien en ese video? _ preguntó Marcos.

_ Sólo a Jacques Noiret, _ dijo Carlos levantando la mirada de la pantalla y desviándola hacia Julia. Ninguno de los dos le había dicho a Iván que fue su propio padre el que le pegó el tiro ayer. Ninguno de los dos pensó que fuese necesario hacerle pasar el mal trago.

_ ¿Se te ocurre por qué el padre de Iván podría haber ido a visitar a mi padre?

_ Él no es mi padre, joder, _ dijo Iván amargamente. _ No lo es.

_ ¿Cómo puedes estar tan segura que la muerte de tu padre fue un asesinato? _ preguntó Carlos. Él ya había indagado en cuanto a la muerte del abogado, pero no estaba claro que el accidente de coche hubiese sido premeditado.

Julia miró a Iván, y él le ofreció una breve sonrisa de apoyo y le hizo una señal con la cabeza que Carlos interpretó como “adelante”. Los otros chicos más bien evitaban mirarla directamente, optando por mirar al suelo o a cualquier otro lado. Carlos no estaba muy seguro por qué tantos rodeos, pero estaba preparado para cualquier cosa.

_ Mi padre me lo confirmó en su funeral, _ dijo Julia finalmente, mirando fijamente los ojos de Carlos y con la cabeza bien alta.

Vale, Carlos había estado preparado para cualquier cosa, menos para eso. Le tomó varios segundos en formular una respuesta a tan descabellada idea.

_ Eso te lo dijo tu padre en su propio funeral, _ repitió intentando clarificar algo que obviamente no computaba. _ Julia, estáis metidos en algo muy serio. Déjate de coñas, o—

_ ¡Yo te juro que lo vi! _ insistió la muchacha. El resto de los chicos estaba mirando a Carlos en silencio, y parecían bastante convencidos de que la historia del fantasma era verdad. _ A mi padre lo mataron, _ continuó Julia, demasiado trastornada como para habérselo inventado. _ ¿Por qué fue Noiret a ver a mi padre el día en que murió?

_ No tengo idea, _ dijo Carlos, sin molestarse en tratar de convencer a la chica de que los fantasmas no existen. _ Lo que está claro es que es demasiada coincidencia que Sandra Pazos fuera clienta de tu padre y que Noiret aparezca en este video.

_ ¿Crees que fue Noiret el que mató a mi padre? _ preguntó Julia con un hilo de voz.

Iván estaba haciendo un nudo con la sábana, sus puños apretados y su mirada fija en el edredón. Estaba claro que había cosas que dolían más que una herida de bala en la pierna. Menudo carbón, ese Noiret.

_ No lo sé, Julia, _ dijo Carlos encogiéndose de hombros.

Los chicos esperaban que tuviese un montón de respuestas que simplemente no podía darles. Lo único que podía hacer era ofrecerles apoyo y protección. E incluso lo último se le había escapado de las manos. Debería haber protegido mejor a Iván y a Julia. Anoche podrían haber muerto y hubiese sido culpa suya en gran parte. El peso de la responsabilidad, de la culpabilidad, era cada vez mayor.

_ Vosotros habéis bajado varias veces a los pasadizos, _ dijo Carlos, no dejando que sus sentimientos se apoderasen de él. Ahora no. Aquí no. _ ¿Alguna vez habéis visto alguna sala que pareciese un quirófano, o un laboratorio?

Todos negaron con la cabeza, permanecieron callados. Hubiese sido demasiado pedir, pensó Carlos algo decepcionado. Levantó la cabeza y vio como la cara de Marcos ensombrecía. Parecía estar recordando algo.

_ Puede que tenga una idea de dónde están esos laboratorios.

Los chicos y Carlos le miraron expectativamente.

_ A principio de curso encontramos unos dibujos en el desván, _ dijo Marcos poniéndose de pie y caminando de un lado a otro intentando hacer memoria. _ En el bloc de dibujos había uno que decía: “Primero apareció la luz. . .”

_ “. . .Y luego comenzaron los crímenes”, _ terminó Iván. _ ¡Joder, eso es!

_ El pozo, _ susurró Carolina. _ El dibujo representaba la entrada a los pasadizos por el pozo.

_ Pero ese pozo lo cementaron hace meses, _ dijo el bajito. _ Esa entrada ya no existe.

_ La entrada puede que no, _ asintió Vicky cruzándose de brazos. _ Pero los laboratorios deben de quedar muy cerca de donde está ubicado el pozo. Por eso se veía la luz. Era lo único que podía haber iluminado el bosque por la noche.

Todos miraron a Carlos. Desde luego merecía la pena investigarlo.

_ Muy bien, _ dijo Carlos levantándose de la silla. _ Pero que no se os ocurra bajar solos a ese lugar, ¿entendido? Eso dejádmelo a mi. Hablo en serio.

Todos ellos asintieron, al parecer algo desilusionados. Era ya bastante tarde. Carlos les dio las buenas noches y abrió la puerta con cuidado.

_ Fermín, _ llamó Iván desde la cama. _ ¿Sabes si María va a subir luego?

Con una sonrisa, Carlos respondió: _ No me atrevería a impedírselo.

De hecho, a Carlos le extrañó que María no hubiese estado ya en el cuarto de Iván, echando a las chicas para que no le excitasen demasiado. Sonriendo, Carlos pensó que María debería estudiar la psicología de un muchacho adolescente un poco más a fondo, y se daría cuenta de lo terapéutica que podía llegar a ser una simple visita de Julia.

Afortunadamente los pasillos estaban desiertos a esas horas de la noche. El toque de queda en el internado era a las nueve y media. Apenas cerró la puerta de su propio dormitorio cuando su móvil empezó a vibrar furiosamente.

Silvia.

_ ¿Qué has encontrado?

_ Carlos, perdona que te llame tan tarde, pero es que acabo de abrir unos expedientes que creo que te van a interesar.

_ ¿Mateo Tabuenca?

_ Al parecer el pequeño Mateo Tabuenca fue rescatado por un buen samaritano que pasaba por la escena del accidente.

_ Dudo mucho que ese accidente fuese realmente un accidente.

_ ¿Crees que fue planeado?

_ Creo que alguien quería que el padre de Mateo Tabuenca no siguiese con vida. Apostaría incluso que su tienda de antigüedades fue saqueada días antes.

_ Así es, _ dijo Silvia sorprendida. _ ¿Piensas que el asesino de tu padre también mató a Alfonso Tabuenca?

_ Eso es exactamente lo que estoy pensando.

_ Lo mas interesante, es que ese “buen samaritano” que rescató al chico es hoy en día un profesor en el internado “Laguna Negra”.

Carlos sintió como un escalofrío le recorría la espalda. Eso era demasiada coincidencia, y en su experiencia, las coincidencias en realidad no existían.

_ ¿Cómo se llama?

_Se llama. . . _ dijo Silvia, haciendo una larga pausa mientras ojeaba el reporte. _Camilo Belmonte.

Carlos colgó el teléfono con una sobrecarga emocional que parecía engullirle entero. Resulta que había estado viviendo al lado del asesino de su padre durante meses, hablando con él, cruzándose por los pasillos. . . La búsqueda había llegado a su fin, y ahora ese hijo de puta iba a pagar las consecuencias.

* * * * *

AULA DE LATIN
8:53 AM

Al día siguiente, Camilo llegó a su clase como todas las mañanas. Plantó su maletín sobre el escritorio del profesor, y sacó la materia que iba a cubrir ese día. Fue sólo cuando se dio la vuelta para borrar la pizarra, que se dio cuenta de lo que había escrito en ella. Lívido, leyó las palabras un par de veces.

QUI PRO DOMINA JUSTITIA SEQUITUR

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