¡Bienvenidos!

Bienvenidos a nuestro blog de fanfics acerca de "El Internado". Aquí podréis encontrar textos en todas las categorías posibles, desde los puramente románticos a aquellos que resuelven parte de la trama, pasando por los minifics o el humor.

El blog ha sido diseñado para haceros la navegación por él lo más sencilla posible. Por ello, en la columna de la derecha podéis encontrar todos los fics disponibles, con una breve sinopsis, la categoría o categorías a la que pertenece el texto y los personajes en los que se centra, además del autor del mismo.

Debajo podéis encontrar enlaces directos a todos los capítulos de la historia, de modo que podéis leer a vuestro ritmo y sin necesidad de buscar la entrada por donde os quedasteis, ya que se puede acceder a ella directamente. Así, cuando clickeis en un capítulo, ésa entrada aparecerá justo debajo de esta cabecera que estáis leyendo.

En cuanto a las categorías, vais a encontrar un código que os dirá de qué tipo es el texto que vais a leer. Dentro de estos diferentes tipos, encontraréis:

[ROM] Estos fanfics se centran en el desarrollo de una relación amorosa y los sentimientos de los personajes.

[ANGST] Fanfics para sufrir, para pasarlo mal con nuestros personajes favoritos.

[RES] El Proyecto Géminis y Ottox están más presentes que nunca en estos fics, centrados en resolver parte de la trama.

[HUM] Fanfics para reír.

Encontraréis también los tag [WIP] O [COMPLETO]. El primero hace referencia a "Work in Progress", es decir, que el fic está en fase de publicación, mientras que los fanfics con el segundo término ya se pueden leer enteros.

CONTACTO

Si tienes alguna duda o te apetece publicar tu fanfic en este blog, sólo tienes que ponerte en contacto con nosotras a través del Blog de Marta Torné o bien a través del Blog de Raúl Fernández, en las direcciones de correo que encontraréis en las mencionadas páginas.

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Las Apariencias Engañan (PARTE VI)


HABITACIÓN DE FERMÍN
1:01 AM

Carlos entró en su habitación. El dolor del brazo iba en aumento y apenas podía mover los dedos de la mano derecha. Se sentó en la cama y observó la figura de María que yacía tranquilamente bajo su edredón, viajaba en sueños. Su respiración era tranquila y serena, y Carlos odió tener que despertarla para darle la nefasta noticia.

Suavemente, Carlos colocó su mano en el hombro de María y la zarandeó ligeramente, susurrándole al oído.

_ María. Despierta.

Ella se acurrucó aun más, dejó escapar un suspiro somnoliento.

_ ¿Dónde has estado? _ murmuró, todavía medio dormida. _ Ven, acuéstate, que es más de media noche.

_ Es Iván. Ha. . . ha pasado algo.

_ ¿Iván? _ preguntó ella alarmada, despejándose de inmediato. _ ¿Qué ha pasado? ¿Está bien? ¿Dónde está? _ La mirada de María cayó sobre el brazo de Carlos, su manga encharcada en sangre.

_ ¡Dios mío, Fermín! ¿Qué—?

_ María, escúchame, _ dijo Carlos, su voz serena en su intento de tranquilizarla. _ Necesito que mantengas la calma, ¿vale? _ Ella asintió con la cabeza, pero estaba claro que había mil preguntas danzándole por la cabeza. Su mirada se escapaba hacia el brazo de Carlos, viajaba de vuelta a sus ojos, desconcertada. _ Necesito que subas a la habitación de Iván, _ continuó Carlos, intentando ocultar el intenso dolor que se estaba poco a poco apoderando de él. _ He traído el botiquín de primeros auxilios y unos analgésicos.

_ ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? _ dijo ella, casi sin aliento.

_ Iván tiene una herida de bala en la pierna _ contestó Carlos sin andarse con más rodeos.

La cara de María empalideció de tal manera que parecía traslucir. Tardó medio segundo en procesar las palabras de Carlos y saltar de la cama como un resorte. El instinto maternal parecía haberla poseído, y en vez de hacer preguntas, se puso las zapatillas y su rebeca. Ya con la puerta abierta, dijo: _ ¿Y tu—?

_ Ve, _ insistió Carlos. _ Cuida de tu hijo. Yo subo ahora, en unos minutos.

María le miró algo indecisa. A lo mejor algo culpable por dejarle en semejante estado.

_ Ni te lo pienses, _ dijo él, de nuevo leyéndola como un libro abierto. _ ¡Lárgate, anda! Y asegúrate de que no te vea nadie.

Una vez que María cerró la puerta, Carlos fue al baño a lavarse la herida con agua fría. Los colmillos del animal habían penetrado con bastante profundidad, deberían haber dañado algún nervio, porque se le hacia imposible cerrar el puño. Una vez limpia la herida, Carlos extrajo dos jeringuillas del bolsillo de la cazadora que había dejado tirada sobre la cama. Una, la vacuna antitetánica, y la otra la antirrábica. Por una vez fue un alivio que este puto sitio estuviese donde Cristo perdió el gorro, porque con tanto animal salvaje por la zona, el colegio siempre tenía suficientes dosis de las dos vacunas como para inyectar a un regimiento. Con dificultad, logró vendarse el antebrazo, apretando la gasa lo más que pudo.

Estaba sacando una camiseta limpia del mueble, cuando vio la carta certificada apoyada contra el espejo a nombre de Fermín de Pablo. María había firmado al recibirla. Carlos la abrió torpemente con la mano izquierda. El breve mensaje estaba escrito en mayúsculas.

DESCONFÍA DE NOSOTROS. NO HA HABIDO IDENTIFICACIÓN POSITIVA. VIGILA A CB.

Así que Sandra Pazos desconfía de sus secuestradores. Menuda sorpresa, pensó Carlos sarcásticamente. Dedujo que la organización había estado observando a Sandra atentamente mientras le mostraban las fotos. Anticiparon que ella no les diría nada, pero son expertos en estudiar las reacciones humanas (expresiones faciales, respiración. . .etc.), y les fue fácil determinar que al mostrarle la foto de CB a Sandra, reaccionaria de cierta manera. Sus propios sentimientos la delataron.

CB. . . Camilo Belmonte. Al parecer el profesor de lenguas muertas tenía mucho que ocultar.

* * * * *

DORMITORIO CHICOS
1:32 AM

Carlos llamó a la puerta del cuarto. Estaba cerrada con llave, y la voz de Marcos preguntó:

_ ¿Quién es?

_ Soy Fermín.

El cerrojo crujió con un “clic” metálico, y Marcos abrió la puerta, mirando el pasillo de lado a lado para asegurarse de que no hubiese nadie merodeando por ahí. Carlos ya se había cerciorado de ello antes de llamar a la puerta, pero se alegró de que Marcos fuese un chaval inteligente y que hiciese lo mismo.

Carlos no se sorprendió de ver a las chicas en el cuarto. Al parecer entre ellos no había secretos, debería ser un clan bastante cerrado. El chico bajito estaba sentado en una de las camas, parecía distanciarse del grupo de cierta manera. Marcos estaba de pie junto a la cabecera de la cama de Iván, mirando como María terminaba de vendarle la pierna. Julia estaba sentada al pie de su cama con cara de preocupación. Y la otra chica, Carlos no podía recordar su nombre en ese momento, estaba sentada en la silla del escritorio. Pero faltaba alguien. La hija de esa actriz famosa de los culebrones que le gustaban tanto a Aurora. Carolina. Carlos estaba seguro que el nombre de la chica era Carolina. Y también estaba seguro de haberla visto con este grupo día y noche, y sin embargo. . .

_ ¿Qué tal estas? _ preguntó Carlos acercándose a Iván.

_ ¡Uy, de puta madre! _ contestó Iván haciendo una mueca. _ Ahora mismo me pongo a bailar la Jota.

_ ¿Alguien me va a explicar que ha pasado esta noche? _ preguntó María, visiblemente exasperada.

Hubo un largo silencio tras el cual fue Julia la que dijo: _ Bajamos a los pasadizos porque queríamos averiguar si la muerte de mi padre había sido en realidad un accidente.

_ Claro, y decidís bajar los dos solitos en mitad de la noche para “investigar”, ¿verdad? _ dijo el bajito, con tono sarcástico.

_ ¡Pues claro que si, gilipollas! _ contestó Iván.

_ ¿Qué esperabais descubrir ahí abajo? _ dijo Carlos, quien no estaba de humor para aguantar rivalidades adolescentes.

Los chicos se miraron los unos a los otros, pero ninguno respondió. Carlos decidió que era el momento de poner las cartas encima de la mesa. Si él confiaba en ellos, puede que ellos empezasen a confiar en él.

_ En primer lugar, Marcos, tu madre esta a salvo. Aunque creo que alguien ya te lo dijo antes del entierro de tus padres.

_ ¿Dónde está? _ preguntó Marcos mirando a Carlos con el ceño fruncido. _ ¿La has visto?

_ No puedo decirte dónde está, _ dijo Carlos. _ Tanto su vida como las vuestras correrían peligro. La tuya, la de tu hermana, y. . .

_ ¿Y? ¿Qué?

_ Y la de tu hermano. Samuel.

Marcos miró a Carlos y a los chicos claramente aturdido. _ Mi hermano. . . El bebé.

Vaya, vaya. Al parecer sabían bastante más de lo que Carlos esperaba.

_ Chicos, tenéis que contármelo todo, _ dijo Carlos mirando a Marcos y a Iván alternativamente. _ Debéis confiar en mí. Estáis metidos hasta el cuello y esta gente no se anda con rodeos.

Otro largo silencio. Esta vez fue Iván quien habló primero: _ Si te contamos todo lo que sabemos, ¿nos dirás dónde tienen a la madre de Marcos?

_ Si me contáis todo lo que sabéis, me aseguraré de que Marcos vuelva a ver a su madre.

Tras ese voto de confianza, aunque algo reacios, los chicos se turnaron en relatar todo lo que les había sucedido a lo largo del curso. Todo lo que habían descubierto en los pasadizos, los cinco huérfanos, la muerte de Cayetano, los videos de regresión de Sandra Pazos y su conexión con el padre de Julia, el Proyecto Géminis y la compañía Ottox. Carlos estaba al tanto de todo lo que le iban contando, la gran revelación, de hecho, fue que Jacques Noiret fuese parte de toda esta conspiración. Este lugar no dejaba de sorprenderle.

Con lágrimas en los ojos, Iván terminó el relato: _ ¡Ese hijo de puta, además de maltratador, es un asesino de mierda! No me extraña que mi madre se suicidase.

_ Iván, él no es tu verdadero padre, _ dijo María, hablando por primera vez.

_ No, mis verdaderos padres me vendieron al mejor postor, _ contestó Iván, su rencor era infinito. _ Así de cojonudos eran mis verdaderos padres. Un par de drogadictos que prefirieron vender a su hijo para poder darse un buen chute. ¡Que se queden con sus treinta monedas, me trae por el c—

_ ¡NO FUE ASÍ!

El arrebato de María les tomó a todos por sorpresa. El cuarto entero se quedó sin habla. María miraba a Iván. Lágrimas iban recorriendo sus mejillas lentamente, alargando el silencio aun más. No parecía percatarse de nadie más. Sólo veía a Iván. Sólo Iván.

_ No fue así, _ repitió en voz baja.

En ese momento Carlos tuvo que luchar por no acercarse a ella, abrazarla y darle las fuerzas que necesitaba para continuar. Por mucho que le pesara, esto era algo que debería afrontar sola. Vamos, María, pensó. Díselo. Díselo. Díselo. Díselo.

_ Yo nunca te quise vender, _ dijo María, hablando con Iván, su voz íntima. _ Yo era una cría, y ellos. . . ellos te arrebataron de mis brazos. ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!

María estaba sollozando abiertamente. Iván la miraba completamente anonadado. La herida de su pierna había pasado de repente a un segundo plano. Entre las palabras de María, la pérdida de sangre y los medicamentos, se le veía claramente aturdido.

_ ¿Podríais dejarnos solos? _ dijo tras varios largos segundos, tragando con dificultad. _ Tengo. . . Necesito hablar con María a solas.

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