Mientras David aprovechaba la calma que le había sido proporcionada por un corto período decidió retornar para darse una ducha y seguir esperando a que Sara se decidiera. Un arbusto se agitó despertando su suspicacia y como caballo desbandado al galope sin una herradura se encerró no sin antes comprobar que su seguridad de metal se hallaba bajo la tablilla más desapercibida de su morada.
- Sigues siendo igual de imprudente e insensato. La pistola bien escondida como de costumbre, eso sí. Excepto para aquellos de los que has ganado su confidencia.
- Saúl, ¡¡¡te voy a matar!!! No enciendas la luz. Hay alguien fuera, estoy seguro.
- Tendrás que acostumbrarte al recelo de que reaparezca. Desde luego con esas voces, no tardará mucho. Sois como una antítesis para el de enfrente. El día que uno muera, el otro respirará tranquilo. Pero cálmate, hoy no será tu final. Hoy solo he venido yo a ponerte los puntos sobre las ies, porque yo también sé ponerme irascible.
- ¿A qué has venido? A ser el buen samaritano, o a robarme a Sara, porque no lo tengo claro.
- ¡He venido a ayudar a mi amigo!
- Bonita forma de hacerlo. Haciéndola desgraciada. No te bastaba con ser su conocido, tenías que intentar pedirla en matrimonio y si caía la ocasión a los demás que nos diesen.
- ¡¡¡Lo sé!!! . ¿Qué quieres? Oí que ya no estabais juntos y me acerqué a ver como estaba. ¿Y por qué le dijiste que te habías casado hace seis meses?
- ¿Te lo cuenta todo?
- Fue su padre.- Ante la respuesta David rió irónicamente.- Y ese anillo ¿Te divierte hacer daño a quien le importas?
- ¡¡Era una metáfora!! ¡¡Era el día que la conocí!!El anillo es suyo, lo compré pensando en ella, y solo compré uno porque estoy endeudado. Mi famosa fama aquí solo era una fachada. Sí, otra de las numerosas meteduras de pata de David Almansa. Igual lo hice con prisa, y debí darle el primero a ella, pero siempre he pensado que no va a haber otra como ella, porque me iba a recordar a ella ¿te enteras? Era mi maldita y dichosa manía de hablar, tener bulliciosas las ideas y que luego de golpe salga algo que no debía salir de mi boca. Y lo de la diversión ni se te ocurra pasártelo por la cabeza…- Saúl se quedó sentado y ni se le ocurrió interrumpirlo porque sabía que tenía que desahogarse.- Sara lo es todo, ¿no lo entiendes? Antes no tenía nada, después no tengo nada. Tú sí, podías tener a la mujer que quisieras, heredas dinero, tienes padres nuevos, ¡tienes cariño! ¿Tú sabes lo que me ha costado encontrar a alguien que se enamore de mí y que entienda lo que soy? ¡¿Tienes una ligera idea?! ¡¿Cómo la vas a tener!? Tú que fuiste a parar a una casa que te acogió como si fueras suyo y ¡yo solo tengo mi tremenda soledad! No podía gustarte otra, tenía que ser ella. No quiero saber nada más de ti. No quiero volver a verte. Lárgate de aquí, ya no lo eres, ya no eres mi amigo.
- ¡¿Te has quedado a gusto?! Te equivocas David. Lo seré siempre. Quizás así te haya hecho darte cuenta de lo que es importante para ti. Quiero saber que la vas a hacer feliz. Ella se merece algo mejor que la vida que nos ha tocado pasar.
- ¡Nadie te ha dado vela en este entierro! ¿Quién eres tú para decirle a la mujer que yo he elegido y me ha elegido si yo merezco la pena o no? Eso es cusa suya, es su decisión. Si la hago dichosa o no será mi meta, pero uno no sabe si fracasa o gana si no lo intenta. Ya no quiero huir más. Quería vibrar, quería sentir, con algo positivo, cambié de opinión, si no me habría casado con Eva Errera, y de pronto tengo la oportunidad.
- No se puede vivir así, tan al límite. Tienes que tomarte las cosas de otra manera. Nunca aprenderás ¿verdad, David? Sí, quiero a Sara. Y no soy imbécil, y ella te ama a ti. Si nos enemistamos tendrás que pagar la protección de la organización, aquello que me preguntaste. Y si no tienes pasta ya sabes lo que hay.
- ¿Qué es lo que hay? Estás aquí gracias a mí. Si no habrías muerto en Belzec.
Saúl preparó la respuesta a bocajarro.
- Esa es la única cosa que has hecho bien. Esa y conseguir que una mujer como ella sea para ti.
David ni siquiera replicó. Saúl se dio cuenta de que en esta ocasión había llegado demasiado lejos. Y eso que el otro tampoco se había mordido la lengua. Pero en su último razonamiento David había dicho una verdad como un templo. Saúl Pérez Sabán no habría salido de Belzec sin él. No sería lo que era sin él. Únicamente cogió sus cosas y se marchó porque sabía que estando una mujer de por medio la relación nunca se desarrollaría igual. No volvió a verlo nunca más, ese fue su hasta siempre.
A su hijo lo conoció en un careo carcelario, adivinando que tendría la misma relación estrecha y de tensión que con su padre, y no se equivocó.
No habían pasado cinco minutos cuando el padre de Sara apareció rompiéndole de nuevo los esquemas.
- ¡Señor Almansa! La niña, que no la encuentro.
- Sigues siendo igual de imprudente e insensato. La pistola bien escondida como de costumbre, eso sí. Excepto para aquellos de los que has ganado su confidencia.
- Saúl, ¡¡¡te voy a matar!!! No enciendas la luz. Hay alguien fuera, estoy seguro.
- Tendrás que acostumbrarte al recelo de que reaparezca. Desde luego con esas voces, no tardará mucho. Sois como una antítesis para el de enfrente. El día que uno muera, el otro respirará tranquilo. Pero cálmate, hoy no será tu final. Hoy solo he venido yo a ponerte los puntos sobre las ies, porque yo también sé ponerme irascible.
- ¿A qué has venido? A ser el buen samaritano, o a robarme a Sara, porque no lo tengo claro.
- ¡He venido a ayudar a mi amigo!
- Bonita forma de hacerlo. Haciéndola desgraciada. No te bastaba con ser su conocido, tenías que intentar pedirla en matrimonio y si caía la ocasión a los demás que nos diesen.
- ¡¡¡Lo sé!!! . ¿Qué quieres? Oí que ya no estabais juntos y me acerqué a ver como estaba. ¿Y por qué le dijiste que te habías casado hace seis meses?
- ¿Te lo cuenta todo?
- Fue su padre.- Ante la respuesta David rió irónicamente.- Y ese anillo ¿Te divierte hacer daño a quien le importas?
- ¡¡Era una metáfora!! ¡¡Era el día que la conocí!!El anillo es suyo, lo compré pensando en ella, y solo compré uno porque estoy endeudado. Mi famosa fama aquí solo era una fachada. Sí, otra de las numerosas meteduras de pata de David Almansa. Igual lo hice con prisa, y debí darle el primero a ella, pero siempre he pensado que no va a haber otra como ella, porque me iba a recordar a ella ¿te enteras? Era mi maldita y dichosa manía de hablar, tener bulliciosas las ideas y que luego de golpe salga algo que no debía salir de mi boca. Y lo de la diversión ni se te ocurra pasártelo por la cabeza…- Saúl se quedó sentado y ni se le ocurrió interrumpirlo porque sabía que tenía que desahogarse.- Sara lo es todo, ¿no lo entiendes? Antes no tenía nada, después no tengo nada. Tú sí, podías tener a la mujer que quisieras, heredas dinero, tienes padres nuevos, ¡tienes cariño! ¿Tú sabes lo que me ha costado encontrar a alguien que se enamore de mí y que entienda lo que soy? ¡¿Tienes una ligera idea?! ¡¿Cómo la vas a tener!? Tú que fuiste a parar a una casa que te acogió como si fueras suyo y ¡yo solo tengo mi tremenda soledad! No podía gustarte otra, tenía que ser ella. No quiero saber nada más de ti. No quiero volver a verte. Lárgate de aquí, ya no lo eres, ya no eres mi amigo.
- ¡¿Te has quedado a gusto?! Te equivocas David. Lo seré siempre. Quizás así te haya hecho darte cuenta de lo que es importante para ti. Quiero saber que la vas a hacer feliz. Ella se merece algo mejor que la vida que nos ha tocado pasar.
- ¡Nadie te ha dado vela en este entierro! ¿Quién eres tú para decirle a la mujer que yo he elegido y me ha elegido si yo merezco la pena o no? Eso es cusa suya, es su decisión. Si la hago dichosa o no será mi meta, pero uno no sabe si fracasa o gana si no lo intenta. Ya no quiero huir más. Quería vibrar, quería sentir, con algo positivo, cambié de opinión, si no me habría casado con Eva Errera, y de pronto tengo la oportunidad.
- No se puede vivir así, tan al límite. Tienes que tomarte las cosas de otra manera. Nunca aprenderás ¿verdad, David? Sí, quiero a Sara. Y no soy imbécil, y ella te ama a ti. Si nos enemistamos tendrás que pagar la protección de la organización, aquello que me preguntaste. Y si no tienes pasta ya sabes lo que hay.
- ¿Qué es lo que hay? Estás aquí gracias a mí. Si no habrías muerto en Belzec.
Saúl preparó la respuesta a bocajarro.
- Esa es la única cosa que has hecho bien. Esa y conseguir que una mujer como ella sea para ti.
David ni siquiera replicó. Saúl se dio cuenta de que en esta ocasión había llegado demasiado lejos. Y eso que el otro tampoco se había mordido la lengua. Pero en su último razonamiento David había dicho una verdad como un templo. Saúl Pérez Sabán no habría salido de Belzec sin él. No sería lo que era sin él. Únicamente cogió sus cosas y se marchó porque sabía que estando una mujer de por medio la relación nunca se desarrollaría igual. No volvió a verlo nunca más, ese fue su hasta siempre.
A su hijo lo conoció en un careo carcelario, adivinando que tendría la misma relación estrecha y de tensión que con su padre, y no se equivocó.
No habían pasado cinco minutos cuando el padre de Sara apareció rompiéndole de nuevo los esquemas.
- ¡Señor Almansa! La niña, que no la encuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario